No habrá paz verdadera sin revolución 

"Paz inmediata" fue la consigna de la Revolución en Rusia, hace 105 años, en noviembre de 1917. Con el asalto al Palacio de Invierno, los bolcheviques fueron tos únicos que acabaron realmente con la masacre de la Primera Guerra Mundial, incluso si sólo fue en el frente oriental. En el frente occidental, la huelga militar que acompañó la derrota de Caporetto o los motines en las trincheras del Somme fue aplastada por los petotones de fusilamiento. Faltó un partido revolucionario que pudiera dar una organización y una estrategia al rechazo espontáneo y desesperado a la guerra que venía de aquellos obreros y campesinos con uniforme. Venció la ferocidad ciega de los juicios sumarios y el exterminio. Sólo los bolcheviques en Rusia, sólo Lenin, lograron la audaz tarea de transformar la guerra en revolución: la paz era conquistada con las armas, volviéndolas contra la burguesía y las dinastías que habían provocado la guerra.

 Esta lección histórica en gran medida se ha perdido: hoy, cuando la guerra vuelve a estallar en Europa, ésta debe redescubrirse, estudiarse, restaurarse en la batalla internacionalista. Con la guerra se experimenta con las ideologías para los nuevos tiempos de hierro de la contienda. El intervencionismo europeísta, que en nombre del nacionalismo ucraniano apoya al imperialismo europeo y se suma al estadounidense. El intervencionismo filoruso, rememorando viejas obediencias al imperialismo moscovita. Un extraño pacifismo armado que se convierte en europeísmo imperialista, partidario del ejército europeo y del rearme del Viejo Continente: ha encontrado incluso como compañero de camino en el Vaticano al presidente francés Emmanuel Macron, que tiene el dedo en el botón de la bomba atómica. De todas las ideologías, la más falsa es la que pretende presentar a la Unión Europea como fuerza de paz, porque surgió de las cenizas de dos guerras mundiales. Mientras los capitales y tos imperialismos choquen, nos enseña Lenin, la paz será sólo el interludio entre una guerra y otra. Hoy, de hecho, en la guerra Europa hace un doble juego. Por un lado, se rearma y participa en la guerra por procuración de la Alianza Atlántica, contemplando el reparto de Ucrania con la adhesión de Kiev a la U.E. Por el otro, tantea el terreno del diálogo con Moscú para una tregua, para ganar un margen de autonomía de los Estados Unidos. 

No hay otro camino: fa unidad revolucionaria del proletariado ucraniano, ruso, europeo, estadounidense, chino, de todo el mundo. 

Ninguna paz verdadera es posible bajo el dominio del capital

Círculos Internacionalistas de Zaragoza