La situación general empeora ostensiblemente

Las condiciones y situación política de nuestra clase no paran de empeorar. Digan lo que digan (patronal, los sindicatos mayoritarios CC.OO. y UGT y el propio gobierno), no se les puede creer. Para ellos, con lo que estamos soportando parece ser que no es suficiente. Y se nos pide mucho más. Craso error para algunos. No es políticamente saludable esta doble cara.
Debemos despertar de este letargo y combatir estas praxis nefastas, que pueden alcanzar la felonía y el canibalismo de clase. Y, desde luego, prepararnos para situaciones más complicadas.
Ahora asistimos a un fuerte empujón en el proceso de privatización de las pensiones. Esto comenzó en 1995: en esta fecha CC.OO. lo combatió y convocó la Huelga General en todo el país. UGT no la secundó y, por supuesto, su dirección realizó una nefasta praxis sindical que posteriormente arrastró a CC.OO. El objetivo: privatizar las pensiones y entregarlas al capital financiero.
El ministro Escrivá y su homóloga Calviño, vicepresidenta primera del gobierno, pretenden arrebatarnos lo conquistado. Por supuesto, los poderes de la UE dirigen esta reestructuración europea y su política contra los derechos sociales, incluidas las pensiones, las cuales suponen un inmenso volumen de dinero público que piensan entregar a los especuladores, como ya hicieran con las ingentes cantidades de dinero público que destinaron a costear el desastroso rescate bancario. Todos ellos, pretenden arrebatarnos lo conquistado durante toda una generación. Lo quieren todo: Derechos, Salarios, Pensiones, Sanidad, Enseñanza y un largo etcétera. No contentos con todo esto, pretenden también cercenarnos la Libertad. No debemos ni podemos permitirlo: ¡¡TODAS Y TODOS ESTAMOS OBLIGADOS A DEFENDER NUESTROS DERECHOS Y LA LIBERTAD!! Y las Pensiones son una parte fundamental de nuestros derechos que pretenden regalarlas a los poderes financieros antes de lo que pensamos.

Los sindicatos que apoyan este descalabro son cómplices de la privatización. Los jóvenes deben y tienen que aprender a luchar por sus derechos: por el derecho al trabajo, por el derecho a la sanidad pública, por el derecho a una enseñanza de calidad y, por supuesto, a unas pensiones dignas que permitan vivir dignamente. ¡¡Que no olvide nadie que, si no peleamos por esto, lo siguiente que perderemos será la Libertad!!
Debemos pues, en consecuencia, conocer y analizar este nuevo ciclo político y sacar las conclusiones que nos hagan avanzar, con más organización y ciencia, hacia la independencia y autonomía de nuestra clase.

Ahora más que nunca, estamos obligados a incrementar la fuerza y el sonido de nuestra propuesta y defender nuestras reivindicaciones. No hay atajos. No vale el cambalache. Únicamente sirve el trabajo de agitación, la información y el debate en los barrios. En este pulso nos va mucho. Es de vital importancia y habrá que retomarlo sin más dilación.


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                                                                                                              Círculos Internacionalistas de Zaragoza

La batalla mundial del contenedor

Una recuperación asincrónica tropieza en los transportes. 

Las perturbaciones de las cadenas de suministro representan «una amenaza a la recuperación post-pandémica», advierte el Financia Times del 8 de septiembre. El diario suizo Neue Zürcher Zeitung explica «El mayor problema son los embotellamientos en los puertos del transporte de mercancías. En todo el mundo, las naves no son descargadas y cargadas velozmente como de costumbre debido a las capacidades limitadas y a las restricciones vinculadas al Corana virus. Esto ha determinado amplios embotellamientos. Dudo que las cadenas logísticas en sentido descendente también están mascadas en algunos pun­tos, también huy retrasos en las entregas. Para complicar las cosas, actualmente hay una escasez de mano de obra. como en el caso de los camioneros en algunos países» (13 de septiembre). A causa de las perturbaciones provocadas por la pandemia y a una recuperación del comercio más rápida de lo previsto, un número insuficiente de contenedores vacíos se han vuelto a colocar donde se les pedía. Todos estos factores han contribuido a los retrasos en las entregas, a la escasez de suministros y a un fuerte aumento de las tarifas de los fletos. Los armadores, en ocasiones acusados de aprovechar el momento para producir ganancias récord, se defienden diciendo que no son responsables «de los embotellamientos en los puertos y en las terminales, de la falta de capacidad de las ferrovías, de los camiones y de los depósitos, y mucho menos el bloqueo del Canal de Suez o de los casos de pandemia en el puerto de Yantian . Durante la mayor parte de la década [los armadores] no han ganado. La cadena de suministros a bajo coste de la que los transportistas se han convertido en empleados no era en realidad más que una donación caritativa de los accionistas de los armadores» (l.loyd's List, "Don't shoot the carrier", 14 de junio).

Un puñado de gigantes 

Lenin definió el imperialismo como una fase monopolística del capitalismo. Ha demostrado que, en lugar de eliminar la competencia, esta fose ha dado lugar a un aumento del nivel de competencia. Ya no se trata de la competencia en un pequeño mercado nacional, sino de la lucha entre gigantes por la conquista del mercado mundial. El transporte marítimo no escapa a esta dinámica. 
Los diez armadores más importan­tes se han reunido en tres alianzas que realizan más del 80% del transporte marítimo de los contenedores. La gestión de las terminales de los contenedores es a su vez dominado por un puñado de empresas de tamaño mundial: en 2019, poco más del 70% de los contenedores ha pasado por terminales controladas por los diez primeros terminalitas mundiales. La tercera categoría es la de los transportistas que organizan el transporte para sus clientes. A menudo se encargan ellos mismos del transporte por carretera, ferrovía o aéreo, pero para el transporte marítimo tienen que utilizar los se1vicios de los armadores. Tanto los terminalistas como los transportistas tienen que enfrentarse a la competencia de algunos armadores que adoptan una estrategia de "verticalización", consistente en la ampliación de sus actividades por tierra para acaparar una mayor parte de la cadena logística. La desventaja de los transportistas en esta lucha es que están más fragmentados. 

Tendencias del transporte marítimo 

Para comprender las repercusiones de esta concentración, imaginemos, por ejemplo, que un autobús es como una nave portacontenedores y que sus pasajeros son los contenedores. Supongamos que, durante la década pasada, algunas grandes compañías de autobuses han entablado alianzas y han construido autobuses gigantescos. Estas compañías hacían circular estos medios por las principales arterias de las grandes ciudades y colaboraban para concentrar en algunos puntos a sus pasajeros, para poder llenar esos mastodontes y obtener ventajas de escala. De esta forma, las redes de las compañías se transforman de redes de conexión directa en redes hub and spoke (estrella): los centros de estrella (hub) están conectados por los gigantes del mar y los hub panen de una cascada de portacontenedores más pequeños. Esto requiere mayores cambios, pero favorece aún más la difusión capilar de los contenedores en los cuatro rincones del mundo.
Según los datos del informe UNCTAD "Review of Maritime Transpon 2020", en 2019 se han efectuado 811 millones de movimientos de carga y descarga el equivalente de la subida o bajada a bordo de los pasajeros en el autobús de nuestro ejemplo para transportar por vía marítima IS2 millones de contenedores TEU (Twenty-Foot Equivalent Unit, unidad de medida que corresponde a un contenedor de 20 pies de largo, aproximadamente 6 metros). En 2010 fueron necesarios 543 millones de movimientos para transportar 140 millones de TEU (UNCTAD, "Review of Maritime Transpon 2011 "). En 2019, en un viaje, un contenedor es­taba sujeto a 4,8 movimientos, mientras que en 2010 se hacían de media 3,9. Asimismo, para completar su viaje, un pasajero tiene que cambiar varios autobuses. 
En 2010 la capacidad de la flota era de 12,8 millones de TEU; a finales de 2019 alcanzó 23 millones. En nuestro ejemplo, el número de pasajeros por lo tanto habría aumentado un 9%, pero el de asientos un 80%.  Los operadores de las estaciones de autobús no estarían siempre entusiasmados con este cambio. La saturación de uno de los hubs podría tener efectos en cascada por toda la red. Actualmente, por ejemplo, el 80% de las naves portacontenedores lleva alrededor de un día de retraso, mientras que antes de la pandemia solo el 20% de estos se retrasaba (OCDE, lnternationol Transpon Forum, "Schedule reliability").  
En un análisis del transporte marítimo de contenedores, el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de Múnich (IfO) ha calculado que hoy existen servicios directos de portacontenedores solo el 6% de los puertos. La «concentración cada vez mayor» ha hecho que el transporte marítimo· de contenedores haya «perdido en flexibilidad, ya que el número de armadores que prestan servicio a un puerto determinado, como el número de conexiones directas con otros puertos, se ha reducido considerablemente». La causa de las perturbaciones actuales sería la pandemia, «pero también tendencias a largo plazo en la containerización» ( I FO, "Continerschi fffahrt in stürmischen Zeiten. Analyse and Ausblick", 12 de mayo).
Sin embargo, el desarrollo de las redes de armadores y la concentración del sector no se produce de la nada. Es el reflejo de la ampliación del mercado mundial y de la consiguiente división social del trabajo. Las últimas décadas se han caracterizado por el surgimiento de Asia. La competencia resultante ha llevado a los armadores a la consolidación y al mismo tiempo a la ampliación de su actividad. 
Seis de los diez principales grandes teminalistas mundiales y cinco de los diez mayores armadores son ahora asiáticos. Casi ninguna mercancía sale de una sola fábrica. Un capital gigantesco existe como capital circulante tanto en forma de dinero como en materias primas, semiacabados y mercancías acabadas. La complejidad de las redes de transporte marítimo de mercancías refleja este entrelazamiento económico y la división.

La carrera hacia el acaparamiento
 
Según un estudio a dos manos de Euler Hermes, una aseguradora de créditos, y de la compañia de seguros Allíanz, el comercio online está ahora en el origen del 30% del volumen de las mercancías transportadas por vía marítima en los contenedores. En el período 2016-19 solo se originó el l5% (Euler Hermes & Allianz Research, "Global Trade: Ship me if you can!", 8 de julio). 
Sin embargo, sería una simplificación considerar la demanda de los consumidores como la única responsable del aumento del valor del comercio mundial. Euler Hermes y Allianz estiman que la dinámica de la ofena y la demanda de los consumidores es la causa de alrededor del 15%. En torno al 35% del aumento sería debido a las perturbaciones y al aumento de las tarifas del transpone marítimo, pero el factor más imponante, que pesa alrededor de un 50%, sería la carrera de las empresas para volver a llenar sus almacenes. 
La carrera de inputs conduciría a un modelo de gestión de las existencias justin case (por si acaso), lo que puede favorecer una forma de "microespeculación": para anticipar el aumento de los precios, causado por la escasez de suministros, todos emiten pedidos adiciona les, lo que, a su vez, agrava la situación. 
En el Financia Times, Claire Jones, redactora de la rúbrica "Trade Secrets", define la pandemia como un ejemplo espectacular de bullwhip effect. Este "efecto látigo" se refiere a una situación en la que una pequeña variación de la demanda final provoca grandes oscilaciones en los pedidos anteriores y en la cadena de suministro de la misma forma que un pequeño movimiento de muñeca que mueve un látigo crea un gran movimiento en el extremo  porque todos los actores de la cadena tratan de satisfacer estas pequeñas variaciones de la demanda en descenso. 
Este movimiento del látigo no está a punto de detenerse. Según una de las fuentes del Financia/ Times, es probable que la demanda en Europa y en Estados Unidos siga fluctuando, lo que determi­nará picos aún mayores en la demanda de fabricación en Asia. El sector del trans­pone marítimo se verá afectado. Mary Lovely, del think tank americano Pe­terson lnstitute, afirma que los desafíos planteados por el desigual desarrollo ya estaban en curso antes de la pandemia: «El ritmo geográficamente asíncrono de la recuperación los agravó». 

La lucha contra el coronavirus

Euforia biotech

Las vacunas contra el nuevo coronavi­rus SARS-CoV-2 han marcado un resultado histórico, por la rapidez con la cual han sido desarrolladas y por las tecnologías empleadas, en particular la técnica innovadora que utiliza moléculas de ácido ribonucleico mensajero (mRNA). Las vacunas que han recibido una plena o limitada autorización son en total en el mundo 22, y 12 las más usadas (New York Times, Covid-19 Vaccine Tracker). En conjunto, añadiendo las vacunas en fase de evaluación clínica o preclinica, la Organización mundial de la salud enumera 320 (WHO, Covid-19 Landscape of novel coronavirus candidate voccine development worldwide, 12 de octubre). 
Mientras tanto, la producción total mundial tiene como objetivo superar en 2021 las 12 billones de dosis (Air­finity, 7 de septiembre) y 6,7 billones ya han sido suministradas en 184 países (Bloomberg, 18 de septiembre). La mayor parte está constituida por las dos vacunas (BioNTech/Pfizer y Moderna) basadas en la tecnología del mRNA. 
Si en el ámbito de la prevención la investigación científica ha logrado éxitos de excepcional alcance, los resultados en la terapia de la enfermedad todavía son decepcionantes. 
Como siempre ocurre en la historia de las epidemias, charlatanes y embaucadores proliferan. La pandemia secular no constituye una excepción, ha vuelto a lanzar las teorías más imaginativas y todo tipo de conspiraciones; han dado la cara, además de eminentes "pensadores", muchos políticos también de niveles muy elevados, apoyando remedios "milagrosos", arrastrando la complicada investigación científica por los patios de su política. Como muestra un botón: el asunto de los antimaláricos cloroquina e hidroxic/oroquina a los que, según el BMJ, se les ha dedicado un «número desproporcionado» de investigaciones, y que han sido exaltados por distintos aventureros políticos, entre ellos el presidente americano Donald Trump y el brasileño Jair Bolsonaro. 
En 1894, Friedrich Engels ponía en guardia a los jóvenes sectores del movimiento obrero acerca de todos los excéntricos que habrían intentado acercarse: entre otros, «adversarios de la vacunación», defensores de la medicina natural, predicadores de la abstinencia del alcohol, «autores de nuevas teorías sobre el origen del mundo», inventores fracasados. Y, por último, «locos honestos e impostores deshonestos». 

Científicos, charlatanes y contendientes 

Con la aparición de la enfermedad desconocida provocada por el nuevo corona virus, la medicina ha echado mano con ansiedad y de manera un poco revuelta del arsenal terapéutico ya existente y ha empezado a probar potenciales nuevos tratamientos para detener al virus o, al menos, atenuar sus manifestaciones más graves. 
Excepcional ha sido la dedicación de la comunidad científica, aunque con algunas repercusiones negativas. El Brítish Medica Journa ha informado de que tan solo entre enero y junio de 2020 se contabilizaron más de mil trial clínicos registrados dedicados a los tratamientos. Los autores de la investigación observan que una cantidad de estudios tangrande, paradójicamente, ha hecho que fuera más difícil para los médicos, para las propias agencias reguladoras y para los gobiernos la interpretación de los resultados y la identificación de los tratamientos más eficaces o más prometedores sobre los cuales concentrar la investigación y la elaboración de pautas fiables. Estudios heterogéneos, repetitivos, redundantes, contradictorios, construidos sin un proyecto bien estructurado han expuesto la investigación a defectos y fracasos. «Ha­cer ciencia mediante notas de prensa», publicando apresuradamente estudios incompletos, sin una revisión por parte de un grupo de control, «se ha convertido en algo habitual» y «ha alimentado confusión y sensacionalismo», causando ansiedad y desorientación en el público (BMJ, 16 de octubre de 2020). 
La fanfarria mediática ha puesto de su parte, anunciando "sensacionales" descubrimientos, dando por verdaderos unos resultados dudosos o erróneos y difundiendo ilusiones y desilusiones. Se ha fertilizado el terreno de las actitudes anticientíficas, como los prejuicios hacia las vacunas. 

A la caza de antivirales
 
Los estudios publicados para la curación del Covid aumentan a un ritmo que nunca antes se había visto. BMJ contó 2.800 en marzo de 2021, entre completados o en curso, pero «las pruebas para un tratamiento eficaz siguen siendo limitadas» (Drug treatments for Covid-19: living systematic review and network meta-analysis, 13 de abril). 
La lista de las medicinas a prueba, entre "viejas" revisitadas y nuevas, es larga. Tan solo para los antivirales, según un amplio estudio del que nos habla el instituto californiano Scripps Research, entre los miles de fármacos examinados, 90 habrian mostrado alguna capacidad de impedir la réplica viral, 13 con un «alto potencial» (Extensive study identifies over a dozen existing drugs as potential Covid-19 therapies, 3 de junio).

El New York Times enumera 25 tratamientos mayormente debatidos. Tan solo uno hasta ahora está autorizado por la FDA americana (y también por la EMA), otros cinco se «utilizan ampliamente» y con autorizaciones que limitan su uso, uno está considerado «prometedor». Los demás todavía son candidatos controvertidos y están en fase de evaluación. El periódico añade a esta lista otros tres clasificados como «pseudociencia» ( Coronavirus Drug and Treatment Trac­ker'' 13 de octubre). 
El tratamiento autorizado es el remdesivír de la empresa californiana Gilead Sciences, la cual hace ocho años sacó su fármaco contra la hepatitis C alcanzando facturados multimillonarios. El remdesivir es un antiviral que había demostrado resultados "poco brillantes" contra el Ébola y la hepatitis C, aunque muchos expertos sigµen mostrando escepticismo sobre su real eficacia en prevenir las consecuencias más graves del Covid-19. 
Entre los otros tratamientos "amplia­mente usados", está la vieja dexametasona, un corticosteroide en uso desde hace décadas, que ha demostrado su validez sobre todo en las formas graves de Covid-19, ahorrando vidas. Los otros son anticuerpos monoclonales, suministrados principalmente en cocktail, de las compañías americanas Eli Lilly y Regeneran y de las británicas AstraZeneca y GlaxoSmithK.line (GSK), esta última en partnership con la californiana Vir Biotechnology. Los anticuerpos monoclonales llevan utilizándose desde los años 70 y desde entonces la FDA ha autorizado su uso en 79 enfermedades, desde el cáncer al SIDA. Para el Covid-19 todavían están evaluándose: se muestran eficaces en reducir la mortalidad, pero hallan limitaciones en la necesidad de usarlos en las fases iniciales de la enfermedad y de suministrarlos por vía parenteral.  
A comienzos de octubre, Merck & Ca. solicitó en Estados Unidos la autorización para. comercializar el primer antiviral que puede administrarse por vía oral (molnupiravir), desarrollado en colaboración con la biotech Ridgeback Biotherapeutics. La eficacia tan elevada en reducir la hospitalización y la muerte por Covid-19, junto con la facilidad de suministración en comprimidos durante 5 días, ha despertado muchas expectativas. Por su parte, Merck planea la duplicación de la producción en 2022, llevándola a al menos 20 millones de ciclos, equivalentes a 800 millones de comprimidos, con la firma de acuerdos con otras casas farmacéuticas para la producción de versiones genéricas a precios rebajados (Financial Times, 13 de octubre).
Merck se recupera de la doble derrota en el ámbito de la investigación de la vacuna. Se trata de una de las cuatro grandes sociedades farmacéuticas que antes de la pandemia se repartían el 90% del mercado global de las vacunas. Sus dos candidatas, ambas de vector viral, de las cuales una en colaboración con el Institut Pasteur, fueron abandonadas a principios de año por la insuficiente respuesta inmunitaria.
El fracaso del segundo mayor productor de vacunas en el mundo ha sido saludado como una derrota no solo americana sino también francesa, porque la comparte con una antigua gloria de la investigación de más allá de los Alpes. «Una derrota biomédica en el país de Pasteur» que evidencia «la incapacidad de la investigación francesa», escribió Les Echos (29 de enero). Así pues, Merck se ha concentrado en las terapias, produciendo pocos meses después el primer antiviral que se puede suministrar por vía oral.

Reconstituyente para el biotech 

La pandemia ha impulsado una ace­leración en todo el sector de las biotecnologías en ámbito médico: vacunas, fármacos y biomédicos. El sector de las vacunas, de "marginal" con respecto a los fármacos, ha adquirido una importancia relevante. 
La afirmación de la tecnología que explota el mRNA abre el camino a nuevos desarrollos en medicina. El estudio de fármacos "personalizados" utilizando la técnica del mRNA contra algunos tipos de tumores llevaba algunos años
gestándose en pequeñas sociedades bio­tecnológicas, como la alemana BioNTech y la americana Moderna, pero sin lograr colocarlos en el mercado. Su éxito en las vacunas anti Covid-19 ha despertado expectativas sobre la utilización de esta tecnología para curar un amplio espectro de patologías, desde el cáncer hasta las enfermedades infectivas. Según sus defensores, «una más amplia adopción de la tecnología a base mRNA anuncia una revolución en la medicina moderna» (Financial Times, 14 de octubre). Las grandes sociedades farmacéuticas habrían abandonado el anterior escepticismo hacia estas investigaciones "de nicho" y apuestan ingentes inversiones sobre una amplia gama de nuevos fármacos "a medida".  
Tan solo el mercado de los antitumorales, que llevan años a la cabeza a la hora de atraer inversiones en investigación y desarrollo y en el crecimiento, ya tenía como objetivo superar los 311 billones de dólares en 2026, más del doble del valor de 2019. En total, los fármacos "biotecnológicos" representaban en 2012 en valor el 20% de las ventas totales de medicamentos, en 2020 el 30% y se prevé que van a constituir el 35% en los próximos cinco años (EvaluatePharma, World Preview 2020).
Décadas de investigaciones han recibido un nuevo impulso, tratamientos que se están aún gestando van a llegar pronto al mercado de la salud, los avances en el ámbito de la terapia génica, las nuevas tecnologías, despiertan grandes expectativas de curaciones eficaces contra las más variadas patologías, desde los tumores hasta las enfermedades infectivas, desde las enfermedades neurológicas hasta los desórdenes del sistema inmunitario. 
Buenas noticias para la medicina y óptimas para las perspectivas de los capitales. La euforia biotech atrae un vigoroso flujo de inversiones, públicas y privadas, en las grandes y pequeñas sociedades farmacéuticas, volviendo apetecibles al mismo tiempo una multitud de pequeñas empresas biotech que durante años se han dedicado a la investigación pero con pocos o ningún resultado económico.  
El índice NASDAQ Biotech ganó más del 30% en 2020, alcanzando su máximo histórico; sustanciosas financiaciones les han llegado a las startup privadas, que recaudaron casi 22 mil millones de dólares en 2020, 39% más que el año anterior (EvaluatePharma, World Preview Report 2021). Según Nature, las empresas biotecnológicas privadas han registrado un récord por número y por recaudación de fondos, induciendo a algunos analistas a temer una "burbuja"; y sigue la actividad de adquisiciones y fusiones, donde se destaca la adquisición de sociedades biotech por parte de grandes compañías farmacéuticas, cuyo objetivo es el de ampliar sus capacidades sobre todo en el campo de los antitumorales de nueva generación y de la terapia génica (Nature Biotechno­logy, 1 de abril). 
Para el sector industrial de las biotecnologías se vislumbra una intensa reestructuración y una acalorada batalla.

Desarrollo Asiático y Partido Estratejia

Allí se delinean las regularidades económicas sociales y político estatales del desarrollo capitalista, su dinámica contradictoria que puede ser aferrada por el partido revolucionario. Se anticipa la noción de conciencia traída desde el exterior que será el corazón de la concepción leninista del partido. El Manifiesto ya es un texto de «estrategia internacional», escribió Arrigo Cervetto en su estudio sobre la formación "genética" de la estrategia en Marx y Engels. Y Marx y Engels con los carlistas ingleses, así como con las formaciones del movimiento obrero alemán y francés, intentarán repetir la experiencia hecha con la Liga de los Comunistas: dar la estrategia, precisamente «dar el "Manifiesto" a un partido obrero existente». 

El punto de partida es el papel revolucionario de la burguesía al superar y subvertir las bases precedentes de la sociedad feudal y crear un mercado mundial. «De los siervos de la gleba de la Edad Media surgieron los "villanos" de las primeras ciudades; y estos villanos fueron el germen de donde brotaron los primeros elementos de la burguesía», escriben Marx y Engels. Son los primeros pasos del desarrollo capitalista, que tiene sus formas específicas y un inicio particularmente precoz a lo largo del siglo XIV en el norte de Italia, donde hay una preexistente red de concentraciones urbanas heredadas de la época romana. 
«El descubrimiento de América, la circunnavegación de África abrieron nuevos horizontes e imprimieron un nuevo impulso a la burguesía. El mercado de China y de las Indias orientales, la colonización de América, el intercambio con las colonias, el incremento de los medios de cambio y de las mercancías en general, dieron al comercio, a la navegación, a la industria, un empuje jamás conocido, atizando con ello el elemento revolucionario que se escondía en el seno de la sociedad feudal en descomposición». 

Aquí se describe una fase del desarrollo capitalista que toma fuerza a partir del siglo XVI, cuando el centro de este desarrollo comienza a desplazarse del Mediterráneo al Atlántico y, en competencia con las potencias españolas y francesas, comienza a afirmarse la potencia inglesa. La perspectiva del mercado mundial, cabe señalar, mira ya además de América a Asia y con ella a India y China. En embrión, es un primer nexo entre desarrollo asiático y partido estrategia.
«El régimen feudal o gremial de producción que seguía imperando no bastaba ya para cubrir las necesidades que abrían los nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la manufactura. Los maestros de los gremios se vieron desplazados por la clase media industrial, y la división del trabajo entre las diversas corporaciones fuesuplantada por ta división del trabajo dentro de cada taller. Pero los mercados seguían dilatándose, las necesidades seguían creciendo. Ya no bastaba tampoco la manufac­tura. El invento del vapor y la maquinaria vinieron a revolucionar el régimen industrial de producción. La manufactura cedió el puesto a la gran industria moderna, y la clase media industrial tuvo que dejar paso a los magnates de la industria, jefes de grandes ejércitos industriales, a los burgueses modernos». 
La evolución del desarrollo burgués y la extensión del mercado a mercado mundial interactuaban entre sí: 
«La gran industria creó el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial imprimió un gigantesco impulso al comercio, a la navegación, a las comunicacio­nes por tierra. A su vez, estos, progresos redundaron con­siderablemente en provecho de la industria, y en la misma proporción en que se dilata­ban la industria, el comercio, la navegación, los ferrocarriles, se desarrollaba la burguesía, crecían sus capitales, iba desplazando y esfumando a todas las clases heredadas de la Edad Media». 
Marx y Engels identifican aquí tres leyes de movimiento. Primero, una ley internacional: la burguesía tiene como misión histórica la creación del mercado mundial. Segundo, el desarrollo capitalista tiene sus regularidades sociales, es decir, tiene consecuencias sobre el cambio y el desarrollo de las clases. Y, tercero, esto también comporta leyes de movimiento sobre el cambio y el desarrollo en el plano político; la burguesía se afirma como clase revolucionaria en los choques contra el viejo régimen aristocrático y feudal. 
«A cada etapa de avance recorrida por la burguesía escriben Marx y Engels corresponde una nueva etapa de progreso político». 

Observatorio de España

España, Marruecos y shock energético

«La escalada de los precios del gas y de la electricidad está provocando que para algunas empresas resulte más rentable frenar la actividad y, por tanto, contener el impacto de las facturas energéticas, antes que satisfacer la demanda de los clientes». Esta es la alarma lanzada por El Economista, que se hace eco de las peticiones de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía: a falta de compensaciones y exenciones fiscales, el coste de la energía «va a llevar a un desastre, con quiebras y cierres en la industria», en particular en la siderurgia. 
El shock energético, con sus reflejos en la inflación, que profundizamos en otra parte de este periódico, proyecta una sombra sobre la recuperación de España. La buena campaña de vacunación, con una cobertura de casi el 80% de toda la población, uno de los niveles más altos en la UE junto con Portugal (86% ), propicia un fuerte crecimiento del PIB, un 5, 7% según el FMI, aunque medio punto menos respecto a las estimaciones de abril. 
Su consistencia contribuye a apoyar las perspectivas económicas de España, pero también a alimentar un encendido debate sobre la distribución territorial. tanto de estos recursos como de las partidas de gasto para los servicios.

"Tensiones" eléctricas 

En relación a esto, el socialista Pedro Sánchez, presidente del gobierno, había propuesto a la Comisión UE varias medidas a nivel comunitario, entre las cuales estaba la adquisición conjunta de gas, al igual que para las vacunas. La respuesta negativa por parte de Bruselas devuelve la pelota al campo español, donde el tema suscita tensiones entre gobierno, empresas, administraciones locales y no solo eso. 
De hecho, el Real Decreto Ley aprobado a mediados de octubre, que prevé el impuesto sobre los «beneficios extraordinarios» de las compañías eléctricas, ha suscitado descontentos incluso más allá de las fronteras nacionales. El periódico económico alemán Handelsblatl ha señalado las preocupaciones del grupo lberdrola, que considera en riesgo «la confianza de los inversores en el país, en un momento crítico en que España necesita miles de millones de inversiones privadas para llevar a cabo los proyectos que subyacen a los ambiciosos objetivos climáticos». 
Está demás decir que a estos «Projekte» están vinculados, tanto para Iberdrola como para el gobierno, los fondos europeos del Next Generation EU (NGEU). Efectivamente, el proyecto de la nueva Financiera 2022 prevé niveles de gasto récord, también en virtud de los 40 billones en inversiones, prestando atención sobre todo a transportes e infraestructuras, de los que casi 28 provendrían del fondo muy deseado por Angela Merkel.

"La otra España" 

Aquí está la novedad, tras años de «España ladrana» (Espanya ens roba) elevado por los catalanes, reside en el hecho de que las críticas más duras vienen de la Comunidad Autónoma de Madrid presidida por la popular Isabel Díaz Ayuso que recibiría la mitad de las inversiones destinadas a Barcelona. «Le roban a Madrid» para facilitar el complejo "diálogo" con Cataluña, dice Ayuso, quien no es la única en quejarse. 
Los presidentes de las Comunidades de la «España Vacía», entre los cuales se encuentran tanto socialistas como populares como el gallego Albeno Núñez Feijóo, piden una revisión de la financiación autonómica relativa a los servicios, que resultan más costosos donde la dispersión poblacional es más alta. 
Existe asimismo un grupo que el columnista de El País Teodoro León Gross ha bautizado como «la otra España», que en cambio pide un peso proporcional a la población en valores absolutos. Es el frente promovido por el valenciano Ximo Puig (PSOE) junto con el andaluz Juan Manuel Moreno (PP), representantes de territorios que tienen ricas zonas industriales, en particular en el arco mediterráneo. Una especie de versión ibérica de la Tercera Italia, ampliamente interesada en las inversiones ligadas al NGEU. Para León Cross, «la otra España tendría también el mérito de romper las trincheras de partido y la verticalidad impuestas» por las actuales direcciones del PP y del PSOE.
Así pues, hay que señalar que tanto el PP como el PSOE han elegido valorizar precisamente la otra España, en sentido amplio, respectivamente para la convención y el congreso nacional. 
La convención itinerante del PP ha empezado en Santiago de Compostela, en Galicia, donde el expresidente (2011- 2018) Mariano Rajoy le ha indicado a Pablo Casado un nuevo «camino» centrista para volver a la Moncloa; se ha conclui­do en Valencia, donde el actual líder por el contrario ha hecho mayor hincapié en la competición con Vox. 
Precisamente en Valencia, Sánchez reunió a todo el PSOE en su 40º Congreso, incluido al expresidente (1982-1996) Felipe González, en contraposición al cual había forjado su ascenso a secretario del partido. El abrazo entre los dos sella la reconstrucción iniciada con la profunda reorganización del gobierno en julio, que vuelve a dar más peso, sea en el ejecutivo sea en el PSOE, a las corrientes más tradicionalistas. 

Sudokus difíciles
 
Para cerrar el cuadro autonómico, Navarra y País Vasco (donde están asentadas tanto Iberdrola como una imponante cuota de la siderurgia española) disfrutan de un régimen fiscal foral, esto es, altamente descentralizado. La votación de los vascos en los presupuestos generales va a depender asimismo de las negociaciones sobre la cesión de ulteriores competencias. 
La conclusión del periódico de Barcelona La Vanguardia es muy simple: «Existen sudokus más fáciles de resol­ver». Sin embargo, los potenciales refle­jos del shock energético imponen considerar, tal y como ya observamos, también al «tablero magrebí,, en combinación con el europeo. 
El 31 de octubre vence el contrato del gasoducto Magreb-Europa, importante arteria energética que conecta a Argelia con la península Ibérica, pasando por Marruecos. Argel tranquiliza a los espa­ñoles con respecto a suministros y costes, aunque a la actual interrupción de las relaciones con Rabat se han añadido nuevas tensiones con París. 
En cambio, en Marruecos el parlamento ha votado la confianza al nuevo gobierno, regido por una coalición de tres partidos de los que dos, Rassemblement National des Indépendants (RNI) e Istiqlal (Independencia), son miembros no UE del Partido popular europeo, los únicos en toda África: ocupan ministerios clave, como Economía y Hacienda, Turismo, Pesca y agricultura y Transición energética. 
El gobierno, «compuesto por empresarios, economistas y tecnócratas», subraya Pascal Airault en L 'Opinion, a la hora de elaborar planes de desarrollo ambiciosos tendrá que lidiar con las debilidades del gasto social marroquí, dejadas al descubierto en la crisis pandémica: «Casi el 60% de la población activa no está cubierto por un régimen de jubilación y el 46% no tiene cobertura sanitaria». 
Tampoco hay que olvidar el conflicto latente con el Frente Polisario, que controla la franja Este y Sur del Sáhara occidental, dividida del resto de la región mediante un muro de 2.700 km. La soberanía de estos territorios sigue siendo hoy día el corazón de las rivalidades con Argelia, pero las perspectivas de desarrollo de Marruecos le hacen ganar cada vez más puntos a las posturas de Rabat. 

Rabat "puerta para África"
 
De hecho, un reciente speciareport del Financia Times pm1e de relieve su papel de «puerta para Africa» para Europa y no solo. Hemos visto cómo los Acuerdos de Abrahám entre Donald Trump y el rey Mohammed VI han abierto una brecha en las relaciones entre la UE y el reino alauí. Hakim El Karoui, del lnstitut Montaigne, evidencia también la importancia del «nuevo acercamiento económico con China con la que en los últimos tres años el intercambio ha aumentado un 50%». 
En este sentido, Financia Times celebra la apertura de las nuevas oficinas de la Bolsa de Casablanca en Londres y Dubái, así como la puesta en marcha del proyecto de un cable submarino que debería suministrar al Reino Unido el 8% de su consumo eléctrico anual, conectándose directamente a instalaciones de producción de energía renovable en el Sur de Marruecos. Rabat lleva tiempo apostan­do por este sector, entre otras cosas para disminuir su dependencia de Argelia. 

La puerta marroquí, mediante su sistema financiero, ofrece conexiones también con gran parte de los Estados africanos, tanto en el Norte como en el Sur, con Oriente Medio y con Turquía. A la relativa estabilidad política y a la geografía añade su régimen de bajos salarios, «casi un cuarto de aquellos españoles e infe­riores a aquellos de Europa del Este», y sus infraestructuras como el importante puerto Tánger-Med. La presencia de gru­pos como Renault, que precisamente en Tánger tiene la mayor parte de su producción en el continente, lo certificaría. 
Rabat, banlieue de Europa ascen­dente, y Argel, su contendiente, son ele­mentos de sudokus difíciles que merecen cada vez mayor atención, tanto por parte de España como de la Unión Europea. 

Virus de clase

Que en el capitalismo el caos, los desequilibrios y las desigualdades más abisales sean la norma no lo descubrimos precisamente hoy. Pero los reflejos económicos, políticos y sociales desencadenados por la pandemia secular, nos ofrecen una imagen realmente ejemplar de un sistema donde, por decirlo con las mismas palabras de Engels, «domina la anarquía de la producción social» y, en nombre de la ganancia, las lógicas «coactivas de la competencia» actúan como leyes naturales, de manera ciega e incontrolada, hasta dar lugar a una condición en la que, en el desprecio más absoluto de las necesidades de los individuos, «el producto domina a los productores». 
Asimismo, la recuperación, que modifica la fase de fuerte contracción productiva provocada en todos los países por los cierres y bloqueos impuestos en el período más agudo de la epidemia, está marcada por la multiplicación de contradicciones que, una vez más, desaprueban sin apelación las absurdas teorías de los partidarios de la "mano invisible" que regula el mercado. Los buques que obstruyen los puertos, con el estrangulamiento de las cadenas de suministro de bienes y servicios, son el escenario a la orden del día. En un cortocircuito entre la oferta y la demanda que hace subir por las nubes los precios de las materias primas, hasta el punto de prefigurar el espectro de lo que, según The Economist, podría convertirse en el «primer gran shock energético de la era verde». Y entre las mercancías que hoy escasean casualmente está también la mano de obra. Comenzando por la inmigrante, que fue la primera en pagar con la pérdida del trabajo el mayor coste de la lucha contra el virus. 
Ser comunista también significa tener plena conciencia de este estado de las cosas. Desde el principio de esta historia hemos denunciado esta realidad que discrimina a los asalariados en las condiciones de mayor fragilidad. Para nosotros unidad de clase significa luchar por los cientos de inmigrantes a los que se les niega la posibilidad de la vacuna. Y también denunciar que en el mundo solo el 5% de los países más atrasados ha podido vacunarse. 
El virus también es una cuestión de clase y de lucha internacionalista. 

Según Confcooperative, un «fantasma» recorre el camino de Italia hacia la recuperación postCovid: la escasez de mano de obra. 
A partir de un "focus" elaborado junto con el Censis, se desprende que en el segundo trimestre de 2021 los puestos vacantes en la industria y los servicios superan los 233 mil. Esto daría lugar a una pérdida de la producción de 21.000 millones de euros, equivalente al 1,2% del PIB. Esta escasez, de la que se habla hace tiempo, ahora tiene fuertes repercusiones en la economía.

camiones sin conductores 

Este no es solo un problema italiano. Ya hemos abordado en estas columnas la crisis del transporte en Inglatensa a causa de la falta de conductores de camiones. Las impactantes imágenes de estanterías vacías y colas en las gasolineras han abierto una brecha sobre una situación de carácter más general. 
"Transport Imelligence" escribe en agosto de este año que la escasez de camioneros ya se arrastraba desde hace 15 años, ya que su caudal se iba contrayendo mientras que la demanda de transporte aumentaba. La pandemia solo ha exacerbado un problema que ya era alarmante: incluso antes, una fuerza de trabajo envejecida y una cantidad insuficiente de nuevas contrataciones habían afectado a la industria.  

A todo esto se sumó el Brexit en Inglaterra, que puso fin al reclutamiento desde la UE. Si de 2010 a 2017 el número de ciudadanos UE ( especialmente de los Estados del Este) que conducían vehículos pesados británicos aumentó de 10 a 45 mil, con el Brexit se redujo a 42 mil a principios de 2020; luego se derrumbó a 20-25 mil, debido a la Covid, durante el año, para volver a solo 28 mil a finales de 2020. De acuerdo con este cálculo, Brexit más Covid habrían pesado por más de un tercio en ese componente de la fuerza de trabajo. 
Desde Alemania, Zeil (30 de septiembre) intenta evitar «burlarse» de los británicos: votaron por el Brexit precisamente para limitar la inmigración y «ahora hay que pagar la cuenta». Pero «hay algo que recomienda ser prudentes» a los alemanes y no solo a ellos. De hecho, la crisis es general. 
Nuevamente "Transport Jntelligence" indica el dato de 400.000 camioneros que faltan en toda Europa: no solo 60-76.000 en el Reino Unido, sino también 45- 60.000 en Alemania, 43.000 en Francia, 15.000 en España e Italia. Esto porque, escribe, «muchos trabajadores europeos se fueron durante la pandemia».
En Italia, las asociaciones profesiona­les elevan el nivel de escasez a 17-20 mil, con la suma adicional de 5.000 conductores de autobús. Los problemas son siempre los mismos: edad media elevada (54 años) y falta de recambio generacional, también a causa de salarios que no siempre son adecuados a la profesionalidad.

Cada vez más al Este 

Luego, cuando los representantes del mundo del transporte por carretera pasan a señalar las posibles soluciones, se abre otra brecha: a pesar de todos los soberanismos, la solución una vez más es la inmigración. El miedo es más bien que no sea suficiente. "Transport lntelligence", después de admitir que el sector ha sido salvado en los últimos años por ciudadanos de los países mientales de la UE, añade que fue sólo un rescate temporal: hoy Polonia, por ejemplo, tiene también escasez de conductores, estimada en 123 mil, que es como Inglaterra y Alemania juntos. Precisamente ahora los polacos están mirando aún más al Este, a agencias que ofrecen conductores de países asiáticos como Bangladesh, India o Filipinas. Otras cuencas pueden ser Kazajistán y Uzbekistán, o Georgia y Armenia. En definitiva, el 1rabajador europeo expande sus fronteras". 
En Italia, la cuota de conductores extranjeros pasó del 2% a principios de siglo al 40%. Pero no basta: el presidente de Conftrasporto propone dar la ciudadanía italiana a quienes se comprometan a venir a trabajar durante al menos 5 años. 

¿Competidores o imprescindibles?

Una vez más, Zeit evidencia un problema general que está en la base de estas dificultades: la UE del Este también está en declive demográfico, la mano de obra está disminuyendo y los salarios están aumentando, haciendo más difícil e incluso menos atractivo mudarse a Occidente. 
Hay algo paradójico en todo esto. No hace mucho los transportistas de los países occidentales de la UE levantaban el dedo acusadoramente contra sus colegas de Oriente que enviaban aquí a sus camiones, haciendo «competencia desleal» ya que los salarios de esos empleados eran una fracción de los de los occidentales. Una "caridad interesada" que empuñaba las condiciones de los asalariados para defender sus márgenes de ganancia. En julio de 2020, el Parlamento de la UE aprobó una directiva de la Comisión destinada a limitar la actividad de estas empresas. Pero ahora resulta que los empresarios del sector en los Estados occidentales, más que temer la competencia en su territorio de los camioneros del Este, se lamentan de su falta: les gustaría contratarlos. pero les cuesta encontrarlos. 

Migraciones internas 

La cuestión de las migraciones internas dentro de la UE es un problema de carácter más general. A 1 de enero de 2020 (último dato registrado por Eurostat) en los Estados de la Unión había 36,5 millones de ciudadanos extranjeros: 13,5 de ellos con ciudadanía de otro Estado miembro. Del total de inmigrantes, los que están dentro de la UE son, por tanto, el 37%, con algunas diferencias: Francia e Italia son algo menos del 30%, España está al 33%, pero Alema­nia asciende al 42%. 
En Italia, a finales de 2020, estaban empleados 2,35 millones de extranjeros, de los cuales 760.000 eran ciudadanos de la U E. En un año han disminuido en 160.000 a 100.000 provenientes de fuera de la UE y 60.000 de países de la UE. Según estos datos del XI Informe Anual "Los extranjeros en el mercado laboral en Italia" (ANPAL, julio de 2021), el empleo cayó un 6-7% para los ciudadanos extranjeros, frente al 1,4% para los italianos. 
Es más que una hipótesis que muchos de estos inmigrantes, especialmente los de los Estados de la UE, han regresado a su país. De hecho, durante 2020 la población extranjera en Italia se redujo en más de 26 mil unidades: considerando que en el mismo año hubo al menos 40 mil recién llegados, está claro que los retornos han sido consistentes.

Cerdos para tirar 

Los niveles paradójicos a los que puede conducir todo esto son ilustrados por el inglés Cuardian (2 de octubre). Este año en Inglaterra se podrían matar hasta 120.000 cerdos debido a la falta de mano de obra, típicamente inmigrante, en los mataderos: el número de cerdos y su tamaño son ahora tales que ya no pueden ser contenidos en los espacios destinados para ello. 
Hablamos del cerdo, ese animal del que, por experiencia milenaria, se dice que "no se tira nada" y que ahora sería tirado entero, sólo porque no hay quien pueda sacrificarlo. Frente a los centenares de millones de personas desnutridas en el mundo, ¿existe una imagen más emblemática del caos capitalista y sus dramáticas contradicciones? 

La voz de los trabajadores de la siderurgia  

Ninguna rama de la producción se salva de este caos y esto impone dar pasos adelante en la organización de la defensa de los trabajadores. Con este objetivo, en 2017 nace la Coordinación europea de los Comités de Empresa de la Siderurgia, que ya reúne a representantes de los trabajadores italianos, alemanes, franceses y belgas; el siguiente paso es la adhesión de los consejos de fábrica de ArcelorMittal de Asturias, en España. 

FIOM y CCOO intercambiaron sus «respectivas experiencias en la reestructuración europea» del sector: el comunicado de prensa conjunto ve en la «unidad de clase» continental y en la «perspectiva de un sindicato europeo» la «clave para afrontar estos grandes procesos de reestructuración». El propósito es claro: en temas como la defensa del salario, del empleo y de las condiciones laborales, es necesario «hacer oír la voz de los trabajadores». 

Crisis del Orden y batalla de Clase

La crisis del orden, es decir, del equilibrio entre las potencias, provocada por la mutación colosal de las relaciones de fuerza causada por la irrupción de China. Una nueva estación de interven­cionismo y de capitalismo de Estado, porque en Europa y América se debe responder a los grandes grupos chinos, sobre el terreno de las tecnologías avanzadas y de la batalla eléctrica y digital. Un ciclo de rearme, desencadenado por los planes de Pekín de una fuerza militar «de clase mundial» antes de los próximos quince años y ali­mentado en consecuencia por la reacción de las otras potencias. El regreso de los EE.UU, a las relaciones atlánticas y a las instituciones del multilateralismo, después de la Administración Trump y su reacción errática y desordenada al declive americano. Las nuevas coordenadas de la cuestión europea, donde la UE se muestra capaz de influir sobre los Estados Unidos manteniéndolos fuera de una guerra fría con China, pero donde se retrasa la centralización de una capacidad de acción estratégico militar y todavía se discute sobre la fórmula de un pilar europeo de la Alianza Atlántica. 

Esto es lo que se iba a añadir en el cuadro de análisis recogido en este libro, siete años de estudio de las relaciones internacionales en artículos que van desde el invierno de 2013 hasta la primavera de 2021. Se ha pasado revista sobre una serie de crisis y batallas políticas que han marcado la contienda global, y que tienen como motor último precisamente aquel desigual desarrollo del imperialismo: por un lado el ascenso de Asia y de China, por el otro el declive relativo de América y de Europa. 
La crisis en Ucrania y la guerra en Siria mostraron la erosión del viejo orden. La propensión americana a retirarse de Oriente Medio, ya evidente con la línea del retrenchment de la Administración.
Obama, ha favorecido la entrada de otras potencias: Rusia y Turquía en primer lugar, en segundo plano China. Europa, frente a las columnas de prófugos a lo largo de la ruta de los Balcanes, ha vivido de primera mano los costes de su déficit estratégico: si no es capaz de vigilar su extranjero próximo, al Este o a lo largo de la orilla Sur del Mediterráneo, serán las contradicciones de aquella periferia las que la atraviesen .. 
Las últimas fases de la crisis global iniciada en 2008, con la crisis de la deuda soberana y de la batalla de Grecia, pusieron a prueba a la UE y el mantenimiento de la federación del euro; la Unión salió reforzada de forma decisiva en la arquitectura de sus poderes. 

Las fluctuaciones globales y la presión migratoria han sido los dos cuernos de una colisión externa que ha golpeado a las estrati­ficaciones sociales de la madurez imperialista, y ha desencadenado un ciclo político nuevo. Es el ciclo político del declive atlántico y de la crisis de la social democratización; la afirmación de Donald Trump en América y de Boris Johnson y del Brexit en Gran Bretaña, la llamarada de los chalecos amarillos pero también la entrada de Emmanuel Macron en Francia, la aventura populista de la Lega y Cinquestelle en Italia, han registrado las insurrecciones electorales de la pequeña burguesía y de los estratos intermedios, sacudidos por los nuevos miedos que enciende la globalización. Los nuevos medios de comunicación, la política espectáculo de la democracia televisiva combinada con las comunicaciones digitales, han acentuado las oscilaciones más que favorecer la creación de un consenso en las opiniones públicas; los grupos y las fracciones de la clase dominante, en todas las viejas potencias, han visto fracturada la conexión con una base de masa para sus políticas, indispensable para afrontar los desafíos globales.

Para terminar, el Covid-19 ha irrumpido en la escena mundial con efectos impredecibles de amplitud histórica, precisamente los de una pandemia secular. La crisis, hemos escrito, «pone en confrontación y en competencia a toda la estructura de las potencias: los poderes, el Gasto Social sanitario, los presupuestos y deudas públicas, los sistemas políticos y la "estabilidad social" interna». 

Hay una conclusión sobre la que reflexionar: un hecho crucial es que la crisis del orden y sus enfrentamientos mundiales sacuden y movilizan al mismo tiempo a la ideología dominante. En las viejas potencias, el declive atlántico ha mostrado la «fragilidad» de la ideología liberal frente al desafío de Asia; en Pekín la batalla por un nuevo orden en el que se reconozca a China se viste con los mitos nacionalistas de un imperialismo en ascenso. Nuevos venenos de la movilización imperialista se difunden, en un crescendo cotidiano, en las viejas y las nuevas potencias. 
Este es el sentido de haber continuado estudiando, durante estos años, el desarrollo y las contradicciones del imperialismo unitario. La irrupción de Asia es una confirmación científica extraordinaria para la ciencia marxista, que parte de las tesis de Marx y Engels en el "Manifiesto comunista", pasa por la estrategia revolucionaria de Lenin y es restaurada en las "Tesis del 1957" de Arrigo Cervetto. Sin embargo, aquella victoria científica sería estéril si permaneciera encerrada sobre sí misma, si no se convirtiera en arma para la defensa de clase: el punto es que aquellos nuevos venenos de la ideología dominante deben ser comprendidos para ser combatidos. Cada crisis, cada guerra, cada colisión social, se convierte en el frente de una batalla internacionalista; por último, la lucha contra la pandemia secular ha revelado energías inesperadas, disponibles para reflexionar sobre las contradicciones de clase que incluso el virus ha desentrañado. 

Carrera armamentístia

¿Ha comenzado la «segunda guerra del Pacífico» contra China después de la del pasado siglo contra Japón? Lo afirma el Figaro, aunque después de que París fuera humillado por el acuerdo AUKUS entre Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos, que anuló un pedido multimillonario para su industria bélica. Escriben los franceses que la guerra no se librará solo con enfrentamientos militares, sino también con amenazas, intimidación, lucha tecnológica, ciberataques. 
Un hecho es cierto, el barómetro marca tormenta; lo que se ha oído es la patada inicial de quince años convulsos, que marcarán el nuevo siglo. El imperialismo estadounidense encuentra por primera vez en el imperialismo chino un oponente a la par; AUKUS será el comienzo de una carrera de rearme sin precedentes; el imperialismo europeo no puede sino verse involucrado. 
La vieja Europa está intranquila: ha perdido al menos veinte años dando largas sobre la defensa europea; no tiene el control del Mediterráneo, que es su periferia, a la vez que en Asia ha madurado intereses enormes, justamente a partir del intercambio de mercancías y capitales con China. Hay un doble temor, tanto de verse arrastrada por un choque no deseado con Pekín, como a verse marginada por un acuerdo entre Estados Unidos y China, siempre posible. La discusión se ha vuelto acalorada. Se persiguen planes para una política exterior común y una fuerza de intervención europea; se gustaría poder tratar con Washington en pie de igualdad en la OTAN. Pero recuperar el tiempo perdido mientras el mar ya está tormentoso es un desafío enor­me. Un factor desconocido es Alemania, donde finaliza la era de Angela Merkel, marcada por una estabilidad que ahora muchos acusan de inacción. Esta es la contienda del imperialismo, que ha saltado a un nivel superior compuesto por misiles, submarinos y reactores nucleares. Los trabajadores no pueden ignorar la tormenta que se avecina, porque quieran o no, se verán arrastrados. Debemos mantener los ojos abiertos, y ese es el papel de la ciencia marxista. Necesitamos una conciencia y una estrategia internacionalista. La oposición revolucionaria al imperialismo europeo, como a todos los imperialismos, está a la orden del día. 

Volvamos a un tema ya mencionado en el número anterior de nuestro periódico: la escasez de mano de obra, efecto también del declive demográfico, «puede ser un factor de apoyo a un empuje salarial». Volvemos porque, mientras tanto, este tema ha sido retomado repetidamente en la prensa internacional. 

Demografía y contratación
 
El argumento es utilizado también para endulzar la píldora de una reestructuración destinada a trastornar la vida de muchos trabajadores: la idea es que un eventual despido no es tan grave, ya que quedan mu­chos puestos de trabajo por cubrir. ¿Habrá que repetir que el paso de una tarea a otra, de un trabajo a otro o de un lugar a otro no es tan obvio, seguramente no está exento de dificultades y para muchos puede ser incluso un drama? 
Sin embargo, es cierto que la escasez de mano de obra es un fenómeno real: amerita por lo tanto hacer algunas consideraciones, partiendo de una mirada al debate en curso. 
Le Monde dedicó al tema un dossier el 25 de agosto. Título: «En Europa, la gran escasez de mano de obra». Y explica: «Desde la hostelería hasta la construcción, las empresas del Viejo Continente están luchando por contratar. El fenómeno transfiere progresivamente el poder de negociación hacia los asalariados». 

Inmigrantes y estantes vacíos 

El Financia/ Times ha dado la alarma con cierta insistencia, también haciendo notar el hecho de que el Brexit ha agravado la situación inglesa. «Los supermercados están luchando por mantener abastecidos sus estantes», escribe el 27 de agosto: específicamente, no hay camioneros que transporten las mercancías. Pero, añade, las carencias también se encuentran en Francia, Alemania, Italia, Holanda y Escandinavia, y afectan a varios sectores: hostelería, distribución, construcción, sanidad. 
Entre las razones está la falta de inmigrantes, trabajadores que, despedidos durante la pandemia, son repatriados y ahora tienen dificultades para regresar a Inglaterra aunque no solo eso. Y aquí está la sentencia del Financia Times: «Con menos migrantes, llenar los vacíos significa dar salarios más altos». 
El mismo periódico vuelve el 31 de agosto a la carencia de conductores, de mostrando que en el mercado laboral no faltan solo graduados en CTIM ( ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), lo cual es cierto, pero no es lo único. No hay albañiles, obreros, técnicos, pero tampoco camareros y cocineros. Y conductores: al desarrollo del ecommerce, que exige que se lleve físicamente el paquete a su destino, se suma el envejecimiento de la población activa (en Gran Bretaña el conductor medio tiene 55 años), los ritmos elevados y los salarios insatisfactorios. 

¿Un nuevo ciclo? 

Es sobre esta base que comienza el debate sobre si se puede iniciar un ciclo que beneficie a los trabajadores en la negociación salarial. La alemana Zeit (8 de julio) plantea la cuestión precisamente en términos de ciclos. A principios de siglo, Alemania era considerada «el enfermo de Europa» y las relaciones eran desfavo­rables para los trabajadores: el gobierno Schroder afrontó esa curva desarrollando un gran sector de bajos salarios (aproximadamente una cuarta parte de todos los asalariados) y la misma IG Metall fue obligada en el 2004 a firmar el conocido como "acuerdo de Pforzheirn", que permitía a las empresas establecer excepciones de los convenios colectivos. 
Hoy, continúa el Zeic, en Alemania hay escasez de mano de obra en el 45% de las profesiones, pero el sector de salarios bajos todavía emplea al 20% de los empleados. En 2025 podrían faltar 2,9 millones de trabajadores cualificados: «Se anuncian buenos años para los trabajadores». 
Laurent Berger, líder de la CFDT, el primer sinidicato de Francia, subraya la complejidad del momento: todavía hay sectores en dificultad, pero también hay una cantidad de puestos de trabajo sin cubrir que se estima entre 250 y 400 mil. «Para solucionar el problema, es necesario abordar el tema de los salarios, las condiciones laborales, de trayectorias profesionales gratificantes».

Modelo americano 

En Estados Unidos ha abordado el tema Los Angeles Times (7 de septiembre), con el titular: «La escasez de mano de obra da más poder a los sindicatos». Cita a modo de ejemplo la planta de Volvo en Virginia, donde los trabajadores lograron un aumento del 12% (en seis años) y superaron el impopular sistema de escala salarial de dos niveles para los empleados nuevos y para los antiguos. «Es un caso de estudio sobre cómo los trabajadores sindicalizados pueden ganar innuencia mientras las empresas se esfuerzan por encontrar suficientes trabajadores». 
De manera más general, escribe el periódico californiano, «la pandemia ha producido una escasez de mano de obra que ha vuelto a algunas Union, durante mucho tiempo bajo asedio, más confiadas» con respecto a los años en los que «se redujeron en dimensión e influencia». Esto no vale sólo para el automóvil, sino también para los sectores de salarios bajos, restaurantes, bares y comercio minorista. 
El nexo con la crisis pandémica más que con el declive demográfico evidencia una particularidad del 'modelo estadounidense" con respecto al "renano": en Estados Unidos «los negocios se rcuperan más rápido de lo que la gente regresa al trabajo». En Europa, las formas de jornada reducida (como los ERTE) han permitido conservar la mano de obra, haciéndola así inmediatamente utilizable tras la recuperación. Esto al menos para los trabajadores fijos, mientras que para los contratos temporales, los trabajadores de servicios y, sobre todo, los inmigrantes han sido sencillamente expulsados. En Estados Unidos, el recurso a los despidos fue, en cambio, la regla frente a la crisis, y esto ahora impone volver al mercado para competir por una fuerza laboral menguante. 

Salarios e inflación 

En Italia JI Sole-24 Ore (10 de agosto) ve los dos cuernos de la cuestión: en los trabajos de baja cualificación, «donde no se encuentran trabajadores más menos especializados y donde es decisiva la inmigración», y en los de alta cualificación, «donde cuencan títulos y competencias aún demasiado raras en Italia». Y admite: «también hay una discrepancia salarial», un tema de larga data, pero que se debe abordar hoy «con un nuevo espíritu», es decir, con «nuevas formas de remuneración de la productividad». No podía faltar este mantra patronal.
Los datos del segundo trimestre registran en efecto un aumento de los salarios en la eurozona pero, señala Le Monde (11 de septiembre), a pesar de las tensiones en el mercado, el crecimiento medio es del 1, 73%, «muy por debajo de la inflación, que llega al 3%». También en Alemania fue del 1,9%. Solo en Reino Unido donde, como hemos visto, la escasez de mano de obra se hace sentir más, el crecimiento salarial supera a la inflación, sobre todo en los sectores en tensión. 
En Francia, de nuevo según el dia­rio parisino, la cuestión salarial «ha irrumpido en el debate político», hasta el punto de que algunos candidatos presidenciales hacen campaña prometiendo subir los salarios. 

¿Quién toma la ventaja? 

Para que una situación objetivamente más favorable no se convierta en la enésima decepción o, peor aún, en una estafa de la política burguesa, sólo queda volver a la experiencia ya secular de nuestra clase: es cierto que el mercado es la base de la negociación, pero no hay un automatismo estrecho, la relación de fuerza es siempre decisiva. Entonces: si hay una ventaja, se necesita que alguien la tome. 

A una dinámica como mínimo europea, debería corresponder a una reivindicación europea. En este frente, sabemos que la batalla aún es larga. Pero si las clases dominantes aceleran en el camino hacia un ejército europeo, los trabajadores deberían acelerar hacia la construcción de su propio "ejército". Un sindicato europeo sería lo mínimo. 

Políticas de exacerbación del miedo y censura en la gestión del Covid

Ángeles Maestro / 9 septiembre 2021

A medida que pasa el tiempo, el necesario análisis retrospectivo de las políticas gubernamentales y de los grandes medios de comunicación va desvelando hechos que difícilmente se corresponden con objetivos de protección de la salud de las poblaciones frente a la nueva pandemia.
Los interrogantes son muchos y como veremos, salvo algunas excepciones, las líneas generales aplicadas por los gobiernos y las corporaciones mediáticas «occidentales» (léase la UE y Estados Unidos) no difieren en lo sustancial. Por ello, aunque me refiera preferentemente al Estado español, no cabe pensar que sean el fruto particular de gobernantes inexpertos, sin que ello exima al Ejecutivo PSOE – Podemos de responsabilidad por sus acciones, u omisiones, en el tratamiento de la crisis Covid.
La memoria es débil y quizás alguien no recuerde cómo desde el Gobierno central se escenificó y se ejecutó la militarización del miedo, con el imprescindible concurso de todos los grandes medios de comunicación. Obviamente, se trataba de crear una situación de pánico y de confusión que permitiera imponer medidas inadmisibles en circunstancias normales.

Tan impactante «recurso informativo» fue retirado cuando el General de Brigada de la Guardia Civil, Santiago Marín, cometió la imprudencia de declarar que se le había encargado «investigar y minimizar el clima social contrario a la gestión de la crisis por parte del Gobierno”. 
 
La indiscreción del General que, en su momento, desató ruidosas críticas, fue una muestra precoz del tratamiento informativo de la pandemia, como veremos más adelante. Dos meses más tarde, el citado General fue ascendido a Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil.
 
1. Un escenario de miedo, confusión e impotencia.
 
Se creó una sensación de catástrofe y de riesgo de muerte general para una enfermedad con una tasa global de letalidad de 0,8%. Junto a la persecución policial de quienes se atrevían a salir a la calle si no era para trabajar, contribuyeron decisivamente a la extensión del pánico las terribles imágenes de miles de personas mayores muertas en situación de total abandono en residencias de mayores o solas en sus  casas.  Si bien la causa inmediata de la muerte pudiera ser el Covid 19 no cabe duda de que a estas personas se les negó la asistencia sanitaria. Para decirlo con más claridad, por indicación de las consejerías de sanidad, se les impidió el acceso a los hospitales públicos  y se les abocó a una muerte segura en completa soledad. Mientras tanto, los hospitales privados exhibían una situación de insultante normalidad y en ellos  ingresaban personajes públicos y personas adineradas de todas las edades.
 
Las decenas de miles de muertes por denegación de asistencia sanitaria fueron el resultado de dos procesos, uno de ellos, estructural, y otro más inmediato.
Los hospitales públicos se encontraban en condiciones normales, anteriores a la pandemia, al borde del colapso debido a la insuficiencia progresiva de recursos de una sanidad pública que se viene desmantelando desde hace dos décadas por las consejerías de sanidad para favorecer el negocio privado.
Ante la insuficiencia desesperada de recursos sanitarios públicos y la evidencia de miles de muertes por falta de asistencia, ni el gobierno central, ni los autonómicos, intervinieron los hospitales privados, a pesar de que esta posibilidad estaba prevista en el artículo 13 del R. D. de Estado de Alarma.
 
El confinamiento, el bloqueo informativo y el impacto paralizante del miedo impidieron que estallase la reacción popular de indignación, que vivieron en solitario miles de familias de los barrios obreros. Si bien en las primeras semanas no se expresó en las calles la ira del pueblo contra los responsables de miles de muertes evitables, si hubieron, en pleno confinamiento, manifestaciones en los barrios burgueses sin que dieran lugar a represión policial alguna. Cuando en septiembre, ya finalizado el confinamiento,  la juventud de los barrios obreros salió masivamente a denunciar las carencias de la sanidad pública y la asfixiante presencia policial en sus calles, «menos policía, más sanidad», los brutales apaleamientos y las detenciones volvieron a recordar a qué intereses responden loa aparatos del Estado.
 
Hasta ahora, han sido archivadas por la Fiscalía todas las denuncias presentadas por familiares de las personas muertas, por «homicidio imprudente, omisión del deber de socorro y denegación de asistencia médica».

2. La autorización condicional de las vacunas para una situación de emergencia.
 
Con el escenario del miedo bien aderezado, se impone la vacuna como única solución. En agosto de 2020, antes de que se conociera resultado alguno de los ensayos clínicos en curso, Estados Unidos y la UE deciden comprar millones de dosis a las grandes multinacionales farmacéuticas. La UE, además, acuerda que sean los gobiernos los que hagan frente al pago de indemnizaciones por posibles reacciones adversas de las vacunas y se dispone a eximir a las farmacéuticas  de toda responsabilidad civil.
 
Se estaba abonando el terreno para proceder a la inoculación masiva de millones de personas sanas con unos fármacos cuya composición no se había utilizado nunca previamente como vacuna, para tratar una enfermedad de baja letalidad general, y con un periodo de ensayos clínicos de pocos meses.
 
Lo inaudito de este proceso se entiende mejor si se compara con otros similares: el periodo de investigación de vacunas como la de la difteria o la poliomielitis, con una letalidad alta (hasta del 50% en el caso de la difteria), nunca fue inferior a cuatro años.
La culminación del proceso para la autorización de emergencia (en Estados Unidos) y condicional (en la UE) requería dos elementos imprescindibles e interconectados: convencer a la opinión pública de que no existía tratamiento alternativo y la neutralización de la creciente información que contradecía el discurso oficial.

Misiles, urnas y coaliciones en la guerra de Gaza

Simon Sebag Montefiore, ensayista británico, en la obra Jerusalén: biografía de una ciudad (Mondadori, 2018) evoca el llamado «síndrome de Jerusalén»: una condición «psicológica» pero también «política», donde la confrontación entre «pasiones devoradoras y sentimientos invencibles, impermeables a la razón» hace que a menudo domine la «ley de las consecuencias no deseadas». Una condición que, quizá, se pueda extender a toda la historia de Oriente Medio. 
En mayo pasado, el detonante para la "guerra de los once días", el cuarto conflicto de baja intensidad en Gaza, fue una causa inmobiliaria: desalojo de algunas decenas de familias palestinas, en el barrio árabe de la ciudad, Sheikh Jarrah, reivindicado por una asociación de colonos judíos según un contrato de venta firmado con las autoridades otomanas en 1876, en la época de la primerísima inmigración judía a Palestina. El barrio debe su nombre al médico personal del Saladino, el jefe militar kurdo que, en 1187, reconquistó la ciudad tras luchar contra los cruzados. En la época del mandato británico allí residía el gran muftí de Jerusalén, Amin al-Husseini, y en 1944-45 se abrió la primera sede de la Hermandad Musulmana, de la que Hamás es una filial. 
Según la tradición judía, en una cueva en las afueras del barrio estaría la tumba de Simon Hatzadik (Simón el Justo), importante figura religiosa del siglo III a.c. Para Montefiorem, sería una leyenda, al tratarse de una tumba romana de cinco siglos después. Historia, mitos, creencias y pasiones se han ido sedimentando a lo largo de casi tres mil años. Esto como demostración de la tosquedad del acercamiento de Donald Trump, con el alardeado «acuerdo del siglo» de 2017. 

Los misiles electorales de Hamás

Alrededor de la cuestión de Sheikh Jarrah se han entrelazado las manifestaciones de la derecha religiosa judía, para celebrar la conquista de Jerusalén Este en 1967, las previsibles contramanifestaciones palestinas, culminadas en el bloqueo del acceso a la explanada de las Mezquitas, y luego su desalojo por parte de la policía israelí, con centenares de heridos y detenidos. Mahmoud Abbas, presidente de la Sulta, la Autoridad Nacional Palestina que administra Cisjordania, ha aprovechado la ocasión para suspender la jornada electoral de las legislativas y presidenciales, la primera desde 2006, en la que había aceptado participar también Hamás, el movimiento islamista que controla Gaza. 
Entre los motivos de Abbas está el haber excluido del voto a los ciudadanos palestinos de Jerusalén. Sin embargo, según la opinión de los observadores, el problema sería la creciente disidencia interna en Fatah, el partido de Abbas, unido al temor de que, al igual que en 2005-2006, de las urnas salga vencedor Hamas, tanto en Gaza como en Cisjordania. En aquel momento, Hamas, el Movimiento de la resistencia islámica (el acrónimo en árabe significa «fervor», «entrega»), obtuvo el 56% de los votos contra el 44% de Fatah. Este año se habían presentado una treintenade listas electorales, con Fatah mismadividida en tres.
Excluida de las urnas, Hamas actúa en las plazas y, tal y como escribe el Hindustan Times de Delhi ha elegido «llevar a cabo su campaña electoral en Cisjordania» a golpe de misiles Qassam: unos 4.000. Simbólicamente, ha abierto el enfrentamiento con los primeros disparos hacia Jerusalén y después contra los mayores centros urbanos israelíes, incluida Tel Aviv, desencadenando la represalia militar. En la jerga de las IDF, las fuerzas armadas del Estado judío, la «guerra a distancia» contra Hamás, efectuada con drones, ataques aéreos y artillería, se la conoce como «crasquilar el césped». En pocas palabras, significa degradar las capacidades militares de Hamas y minar, en cierta medida, aquellas económicas. Gran parte de los misiles de Hamas, que pasó de usarse para el terrorismo suicida en la segunda lntifada de 2000-2005 a la guerrilla balística, ha sido interceptada por el sistema antimisiles lron Dome, se dice que hasta en un 90%. Todo el ejercicio ha costado más de 260 víctimas, en gran mayoría palestinos.
 

Un veneno nuevo

El Grupo de los Siete, cúspide de la OTAN, bilateral entre Estados Unidos y Europa: se reúnen las potencias del viejo orden internacional centrado en la Alianza Atlántica y en Japón; el gran problema es precisamente la crisis del orden, que ya había empezado a tambalearse con el nuevo siglo. Se trata de China: en cuarenta años ha crecido a un ritmo sin precedentes; en los últimos veinte años ha madurado, convirtiéndose en potencia del imperialismo; en los próximos diez o quince años se va a afirmar en los sectores de la alta tecnología, va a disputar las materias primas para su propia expansión, va a exportar sus capitales por la Ruta de la Seda, se va a dotar de misiles, submarinos, aviones y portaaviones proporcionalmente a su importancia mundial. 
Para las viejas potencias, el dilema es cómo negociar con Pekín o cómo abordarlo. Por el momento, Europa no cede a las presiones de las corrientes americanas que desearían una contención asertiva de China; en las tres cumbres del Viejo Mundo se considera a Pekín al mismo tiempo como partner, como competidor y como rival: de alguna manera, es la vieja Europa la que ha frenado a Estados Unidos. En verdad, nadie sabe decir realmente cómo acabarán los próximos quince años. En la historia, no ha habido nunca un desplazamiento de potencia tan colosal, y ninguna transición a un nuevo orden se ha llevado a cabo nunca de manera pacífica. Si se discute cómo coexistir con el nuevo gigante asiático, se multiplican a la vez los planes de rearme; Taiwán y el Mar Chino Meridional son los nuevos teatros en medio de las planificaciones militares. 
El socialimperialismo es una política imperialista disfrazada en la retórica social y colectiva. Hay un veneno nuevo difundido por la clase dominante, a saber, la idea de que China, gigante del capitalismo de Estado y autocracia tecnológica devoradora del medio ambiente, sea el adversario de un capitalismo democrático y ecológico de las viejas potencias liberales. Por su parte, el socialimperialismo en China celebra la irrupción en el desarrollo global como una revancha precisamente sobre las viejas potencias, contrapaso al siglo de la humillación sufrida durante la era colonial. 
Tan solo el principio internacionalista, la unidad de clase contra todas las potencias y todos los imperialismos, puede hacer frente a las nuevas ideologías dominantes. La defensa de clase ha de organizarse en todos los aspectos, tanto en las condiciones materiales como en los cerebros: al igual que hemos luchado en la pandemia secular, de la misma forma hay que contrastar los venenos nuevos de la movilización imperialista. 

En mayo de 1988, Arrigo Cervetto escribía que la política reformista «no determina sino que sufre el desarrollo de las fuerzas productivas»: «Pretende reformar, programar y planificar, poner las riendas y cabalgar la economía burguesa, convirtiéndose en su triste Rocinante». Notemos que la comparación no es ni tan siquiera con Don Quijote sino con su caballo. 
Bien visto, ese juicio, dirigido a las corrientes reformistas en el movimiento obrero, puede valer para toda la burguesía. La fantasía de poder «cabalgar la economía» ha sido arrollada por la pandemia. 

Costes humanos y sociales para nuestra clase 

También a las clases dominantes de los países más desarrollados les ha pillado desprevenidas el virus que, si bien inesperado en las formas, se esperaba de todos modos. Y esto no por incapacidad, sino por estar sujetos a la lógica de la ganancia. Esto no le ha salido gratis a nuestra clase. 
El balance más trágico es el de los muertos en el trabajo, a menudo debido a la falta de los dispositivos de protección más básicos: en el año de los confinamientos y de las fábricas cerradas, los fallecimientos crecieron en Italia un sexto con respecto al año precedente, afectando sobre todo a las categorías mucho más expuestas, que van desde la sanidad hasta la logística, pasando por el comercio. En Francia, un estudio del Dares, el departamento de investigación del Ministerio de Trabajo, considera que el 28% de los empleados contagiados ha contraído el virus en el lugar de trabajo (o in itinere), los dos tercios eran enfermeros y comadronas (Le Monde, 31 de mayo). 

El mismo estudio registra que incluso quienes han seguido trabajando han visto empeoradas sus condiciones: para un tercio ha habido una «imensificación» de las tareas, especialmente en la Sanidad, en la asistencia social, en la Educación y en el comercio al por menor; para otra décima parte se ha tratado de una auténtica sobrecarga de trabajo, con turnos más frecuentes y aislamiento. Todo ello ha arrojado un resultado sorprendente: más contagios entre quienes han realizado teletrabajo con respecto a quienes se han quedado en la oficina; la explicación de dichos contagios estriba en el hecho de que una mayor presencia en casa, sobre todo si es angosta y abarrotada, los ha favorecido. 

Puestos conservados y puestos perdidos 

Luego está el capítulo de la pérdida de trabajo. En los países desarrollados esto ha sido mitigado por las diferentes formas de subsidio del paro, para compensar (solo parcialmente) las reducciones de jornada, un instrumento usado en mayor medida con respecto a la anterior crisis financiera. Por ejemplo, en Alemania en la primavera de 2020 se vieron afectados 6 millones de trabajadores, frente a los 1,5 millones de la anterior crisis (IZA Research Report, 18 de mayo). El modelo europeo continental ha conquistado también al Reino Unido, donde en mayo de 2020 casi 9 millones de trabajadores tuvieron esquemas reducidos de trabajo (furlough scheme). 
Por tanto, en general, las tasas de desempleo (oficial) en Europa no han aumentado mucho (0,2 puntos porcentuales en la UE de 27, frente a 1,5 puntos en 2009-10), pero a esta cifra hay que añadir un paralelo, e incluso mayor, deslizamiento hacia la inactividad de quienes, tras haber perdido el trabajo, no han tenido ni siquiera la oportunidad de buscarlo (IZA, cit.); eso sin contar a los trabajadores ilegales.
Y el mundo no es tan solo Europa: según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), son 114 millones los puestos de trabajo perdidos a nivel global. En realidad, serían 144, considerando los 30 millones de nuevos puestos que se habrían creado en 2020 si no hubiese estado la pandemia. Es el precio de energías desperdiciadas, además de vidas perdidas, impuesto por un sistema social que, pese a poseer los medios técnicos y científicos, resulta no estar preparado para hacer frente a las secuelas sociales de cualquier catástrofe. 

Regreso al futuro 

Sin embargo, cuán contradictoria es la sociedad capitalistica lo testifica el hecho que ahora, mientras que por lo menos en los países desarrollados se entrevé una posible salida de la pandemia, por otro lado asoman al mundo del trabajo los dilemas de la recuperación. Uno por encima de todos: la carencia de mano de obra. Detlef Scheele, jefe de la Agencia del trabajo alemana (BA), dice: «Con la superación de la pandemia volverán los problemas que el mercado del trabajo ya tenía antes del coronavirus» (Handelsblacc, 2 de junio). El periódico económico afirma que con dicha carencia ahora «se corre el riesgo de frenar el crecimiento». Un vuelco en pocos meses, aunque no sea una sorpresa. 
Los «problemas» tienen un nombre: envejecimiento de la sociedad, debido al descenso de la población, y dificultades a la hora de encontrar a jóvenes de nivel adecuado, entre otras cosas porque, tal y como denuncia la BA, en 2020 los empresarios redujeron las plazas de formación. Se trata, una vez más, de un caso de escasa previsión del capital y de su política.  
Sin embargo, no escasea tan solo la fuerza de trabajo cualificada. El Financia/ Times (29 de mayo) denuncia, en Alemania como en toda Europa, la falta de trabajadores en los sectores de la hostelería y turismo: bares, restaurantes y hoteles. Además, no olvidemos que estamos en la nueva temporada de las cosechas, que en toda Europa ya son posibles tan solo gracias al uso masivo de mano de obra extranjera. Con lo cual, aquí la paradoja se convierte en cinismo: trabajadores explotados cuando eran necesarios, dejados de lado durante la crisis, que para sobrevivir se vieron obligados a regresar a sus países de origen y que en la actualidad tienen dificultades para volver. O, si no, mantenidos en la "invisibilidad" y, por lo tanto, sin posibilidad de vacunarse. 
No solo en Estados Unidos el tema de la carencia de mano de obra ha entrado de lleno en el debate político. Bajo acusación se encuentra el nivel de los subsidios, con la tesis de que a un trabajador despedido le conviene quedarse en casa sin trabajar. De ahí la petición de la patronal de reducir las indemnizaciones. Aunque quizás el problema habría que mirarlo desde otro punto de vista completamente distinto: es que ciertos empleos están tan poco remunerados que incluso el subsidio acaba siendo superior. 

Carencia de mano de obra, necesidad de inmigrantes 

También en Italia vuelven a crecer los puestos vacantes, y no solo por la evolución de la coyuntura: es una tendencia que se va a manifestar cada vez más a lo largo del tiempo. El demógrafo Gianpiero Dalla Zuanna (Corriere de lla Sera, 5 de junio) considera que el balance entre salidas de jubilados y entradas de jóvenes determina un déficit de 270 mil trabajadores por cada año de la próxima década; teniendo en cuenta la mayor escolaridad de las nuevas generaciones, aumenta a 350mil el déficit de trabajadores no demasiado cualificados. Todo esto en la hipótesis de saldo 
migratorio nulo. Es decir, servirían 350 mil inmigrantes al año solo para cubrir 
este déficit de personal que, según aclara el demógrafo, es fundamental para la vida de la «clase media»: se trata de «los que limpian sus casas, se ocupan de los ancianos, trabaja en los mataderos, en los restaurantes, en los campos, en el inmenso sector de la logística … ». Y es verdad: «En el Recovery Plan nunca se habla de inmigración». 
En medio de estas contradicciones no faltan las "soluciones" de sentido común. Y he aquí que Confindustria aprovecha la ocasión para decir que bastaría con liberalizar los despidos para crear aquel «reajuste fisiológico» por el cual cada puesto de trabajo halla el suyo ocupado, y viceversa; como si se tratase de intercambiarse los cromos de los jugadores de fútbol para completar la colección. 

Concreción leninista 

Dario Di Vico (Corriere della Sera, 3 de junio) cita un dato al respecto que hace reflexionar: la reanudación de las contrataciones se ha traducido en 96 mil nuevos contratos temporales en un mes. Y se plantea una pregunta: «¿Estaremos yendo hacia una recuperación de la economía 
caracterizada por un claro predominio de los contratos temporales en lugar de los contratos indefinidos?». 
A la espera de la respuesta, será mejor reflexionar sobre el hecho que esta sociedad está muy avanzada pero, a la vez, no es adecuada para garantizar un desarrollo equilibrado del género humano. En este sentido, no hay que buscar la solución en la imposible "programación" de una realidad llena de contradicciones, sino en la concreción de la organización de clase, para intentar reducir el peso que inexorablemente se descarga sobre los hombros de los trabajadores, y en la lucha por el comunismo para salir definitivamente de esta prehistoria.