Mutaciones del oportunismo en el nuevo ciclo político


2. Observatorio de parís 
Mutaciones del oportunismo en el nuevo ciclo político

Publicamos este artículo que aparece en el periódico de los compañeros franceses de 
"L'Internationaliste".

Durante los últimos meses se han verificado al mismo tiempo dos movimientos convergentes y en conflicto: una relativa renacionalización de la Presidencia francesa y una europeización de las denominadas organizaciones soberanas. En una entrevista concedida a varios periódicos para lanzar su "gran debate", Emmanuel Macron declaró que le gustaría restaurar el brillo de las «fuerzas orgánicas» la familia, los municipios, las comunidades locales, el Estado, que constituyen «la identidad de nuestro pueblo». Pretende establecer en su campaña en la necesidad de «cambiar Europa» para preservar «el alma de los pueblos», en la que dice «creer profundamente». 

Crónicas europeas

El Rin en tiempos de Asia
La unidad imperialista de Europa empieza a perfilarse como una exigencia del capital ya a finales de siglo, entre el Ochocientos burgués y el siglo XIX imperialista. Escribe Franz Mehring que, cuando la filosofía alemana declaró finalizada la «misión histórica universal de lo prusiano», con ello expresaba «la satisfacción de la burguesía alemana por la eliminación de las barreras que en los pequeños Estados alemanes y en sus instituciones modificadas se habían opuesto a la extensión del capitalismo». Pero habían transcurrido pocas décadas desde la unidad de Alemania, nación atrasada en el contexto europeo, cuando ya, «en una evolución sin precedentes, poderosa y rápida, el pensamiento nacional se convirtió en una barrera sobre la cual golpeaba con impaciencia la fuerza de expansión del capital: en la época de los carteles y de los trust por un lado del movimiento internacional de los trabajadores por el otro, se desteñían los colores en los palos de las fronteras de cada uno de los países» (F. Mehring, la leyenda de lessing, 1893 ). 
De las contradicciones de este proceso se desencadenó el choque de las naciones en las dos guerras mundiales. El capital agarró las carcasas del Estado-nación, en las que había afirmado a lo largo de los siglos sus poderes políticos y la centralización de la violencia. Incapaz de unificarse políticamente, Europa se auto-destruyó en la masacre entre 1914 y 1945, desde la Gran Guerra hasta la catástrofe nazi. 
El Rin, línea de frontera entre las dos principales potencias continentales, está en el corazón de este movimiento contradictorio de unidad y escisión. 

Una encrucijada en la historia


Hay muy mal humor en los ambientes del viejo orden liberal euroatlántico. Según un decano de la política exterior francesa, la historia titubea y no se sabe qué dirección tomará. Para el líder de la opinión liberal en el diario de la City de Londres, la primera globalización se estrelló a comienzos del siglo XX en la sucesión entre guerra, crisis económica y políticas proteccionistas. Hoy puede ocurrir lo mismo, pero con otra secuencia: antes, la crisis global de 2008 y luego el crescendo proteccionista y las tensiones de potencia entré los Estados Unidos y China. La guerra, se intuye, puede estar en el horizonte. Además, Europa se encuentra en el medio, entre América y China, entre Donald Trump en Washington que grita amenazas y Pekín que le tira de la chaqueta, y acusa a Angela Merkel por no ser capaz de decidirse. En realidad existe un juego ambivalente del Viejo Continente, donde la Unión de todos modos hace valer sus poderes, su divisa y sus capitales. Lo vemos en la contienda sobre los mercados, donde ya en muchos sectores de las altas tecnologías China es un nuevo competidor. Se exacerba la batalla para cortar el camino a sus nuevos campeones industriales acusados de recibir ayudas del Estado, o para obligar a Pekín a abrir un mercado interno enorme pero semiprotegido. En las telecomunicaciones, los Estados Unidos quieren la prohibición para Huawei; Europa arrastra los pies. En el sector de los coches, con inversiones colosales en el sector eléctrico, empieza una batalla como no ha producido nunca en cien años: esa también ha sido acelerada por sorpresa por China, pero mientras tanto se ha convertido también en una ofensiva alemana. 
La historia está en una encrucijada también en la lucha política y en la lucha de las clases. Entre los Solones de su política, ¿quién habría podido decir que en América las presidenciales se decidirían acerca de un muro que se quería levantar en la frontera de México?¿ Que Londres se jugaría a los dados su nexo estratégico con Europa pero se quedaría durante años en el pantano? ¿Que en Italia la segregación de un millón de inmigrantes regulares se exhibiría como un trofeo electoral? ¿Que por doquier Twitter, Facebook, lnstagram, en combinación con los salones televisivos, se convertirían en plazas y en las tribunas de su política? 
Quién sabe por cuánto tiempo seguirá existiendo la historia, entre el viejo orden que aún no ha muerto y el nuevo que nacerá solo entre crisis, tensiones y guerras mortíferas. Es el nuevo ciclo político; lo hemos visto venir, lo estudiamos y luchamos contra sus poderes, sus partidos y sus ideologías. Organización y ciencia marxista: es la fórmula para la autonomía de nuestra clase.