Por una lucha salarial a nivel europeo


La Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó a finales de noviembre su Informe mundial sobre los salarios, actualizado a los datos de 2017. El resumen es que en el año en cuestión el incremento salarial a nivel mundial ha sido el más bajo desde 2008, a pesar de la recuperación económica en marcha y de un índice de paro a nivel mínimo. 
Según un estudio UBS sobre 48 países entre países desarrollados y emergentes, el índice de desocupa­ción, de hecho, ha bajado del 8% de 2010 al 5,2% del septiembre de 2018, «el nivel más bajo desde el 5% de 1980» (Financia/ Times, 6 de diciembre). 
En la euro-zona está en el 8,1 %, el más bajo desde 2008, el año en que empezó la crisis. Y entonces ¿por qué, en estas condiciones en el mercado de la fuerza de trabajo, no ha empezado de nuevo el crecimiento salarial? Es el enigma que intentan descifrar desde hace tiempo centros de gobiernos y bancos centrales.

La plaza televisiva en la reestrcuturación europea


Durante las semanas posteriores a las conmemoraciones oficiales delcentenario del final de la Primera Guerra Mundial, el arco de Triunfo y los Campos Elíseos han regresado al centro de la atención de los medios de comunicación internacionales. En París. solo se han contado unos pocos miles de participantes, pero en toda Francia los "chalecos amarillos" en las manítestaciones de los últimos sábados fueron entre 150 y 300 mil. 
Se trata de un movimiento interclasista, nacido en Internet, apoyado por las redes de televisión de información continua. y que se ha logrado sin los «organismos intermedios» (sindicatos, partidos, etc.). Su acción simbólica fue el bloqueo de las rotondas. Un movimiento numéricamente débil. pero ampliamente apoyado por la opinión pública.

Crónicas del nuevo ciclo político en Europa


En Francia, la relación con Estados Unidos y, en general, la proyección de potencia se basan en la tradición gaullista. El general Charles de Gaulle no pone en duda la alianza con Washington, pero reclama la autonomía de París, también sancionada sobre el plano de la disuasión nuclear. Respecto a Europa, a pesar del acento en las naciones, De Gaulle elige el anclaje renano con respecto al imperio colonial francés: a la independencia de Argelia en 1962 le sigue, al año siguiente, el Tratado del Eliseo. Francois Mitterrand confirma y refuerza la dirección estratégica europea,en particular con la alineación renana de 1983 y luego en la relación con Helmut Kohl, el canciller de la reunificación alemana. Hoy, Emmanuel Macron reclama una filiación de esa tradición, declinada en la forma de un gaullismo europeo y en el concepto de «soberanía europea». 
Gran Bretaña ha contado históricamente con una relación especia! con Washington, pero ahora ve minados los dos pilares principales de su política exterior: el nexo atlántico es un cierto frenteal unilateralismo estadounidense, y la relación con Europa es puesta en cuestión por el Brexit, una salida de la UE que se está revelando desgarradora y contraproducente. 
En las colisiones globales, la capacidad de Europa de desempeñar un papel en la contienda está vinculada a su grado de cohesión interna. El déficit de centralización europea, legado histórico de la afirmación secular de los Estados nacionales, es un obstáculo para la proyección de potencia y abre las puertas a las crisis e interferencias externas. La adaptación a la nueva escala de la contienda ha impuesto un proceso atormentado de ruptura y cesión de la soberanía, particularmente sufrida en Estados como Francia o Gran Bretaña porque reclaman tradiciones nacionales ininterrumpidas de la Edad Media y un pasado imperial, con los mitos de la grandeza universalista y de la libertad insular.