En la reunión de mediados de marzo de los ministros de Finanzas y de los banqueros centrales del 020 en Baden Baden, Washington ha obtenido la omisión del tradicional rechazo del proteccionismo que ha aparecido en los comunicados del consenso en los últimos años.
La primera respuesta ha llegado desde Berlín, donde Angela Merkel ha presidido la reunión de los jefes de las cinco instituciones multilaterales del cártel liberal: FMI, Banco Mundial, OMC, OCDE y OIT-Organización Internacional del Trabajo. Su comunicado reivindica el éxito del «enfoque común de cooperación en la política económica internacional» e indica en la presidencia alemana del 020 una «oportunidad importante para dedicarse a las cuestiones urgentes» de la economía y del reparto de los «beneficios de la globalización y del cambio tecnológico». El lema es: «Los desafíos globales requieren atención global, responsabilidad global y soluciones globales».
Los reunidos de Berlín no evocan la amenaza de medidas proteccionistas. Lo hacen, con gradaciones diferentes, los informes primaverales del Fondo Monetario, de la OMC y del BCE. Un apunte del informe anual del BCE redimensiona el episodio de Baden Baden, afirmando que los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales del 020 «se han empeñado en consultarse estrechamente sobre los mercados monetarios y en evitar cualquier forma de proteccionismo en las políticas comerciales y de inversión». La afirmación tiene el valor del testimonio personal de Mario Draghi, quien precisa el anuario participa en las reuniones del G20.
Crecimiento con dominio monetario
Draghi ha presentado en Frankfurt las tesis del balance político del BCE, buscando un punto de equilibrio entre el optimismo por la recuperación y la cautela por los riesgos persistentes. Draghi dice que en los últimos años la historia de la eurozona ha sido un acontecimiento de «recuperaciones abortadas»: la recuperación de 2009-2011 ha sido descarrilada por la crisis de las deudas soberanas la recuperación de mediados de 2013 se ha agotado pronto por la incertidumbre creada por el final de la quantitative easing. Hoy la herencia de la crisis financiera y los riesgos geopolíticos frenan el crecimiento. Pero desde la segunda mitad de 2016 la recuperación europea ha cogido empetu «a amplia escala». Los factores que han sido decisivos en otras recuperaciones (el comercio internacional la política fiscal, las reformas estructurales) esta vez son irrelevantes. En esto momentos la resiliencia europea se apoya sobre la caída de los precios petrolíferos y sobre todo en la política monetaria del BCE. Ésta estima Draghi representa la «mitad del crecimiento extra adquirido», reduciendo los tipos de cambio del euro, los costes de los prestarnos bancarios y la divergencia de los costes de deuda Entre los países del área.
El informe del BCE ilustra unos quince indicadores económicos mejorados o estabilizados, como apoyo de la tesis de la «recuperación generalizada» de la eurozona. Draghi subraya tres. El primero es la correlacción entre consumo, ocupación y rentas de trabajo que comienza a arrastrar también las inversiones que, no obstante, siguen siendo un 10% inferiores al máximo pre-crisis.
El aumento de las rentas reales de trabajo desde 2014, se ha debido en un 50% al aumento de la ocupación y el resto debido a la menor inflación, mientras sigue siendo históricamente bajo la tasa de crecimiento de los salarios. Desde hace un tiempo el BCE insiste sobre la tesis de que con una dinámica salarial tan modesta será necesario mantener la cautela sobre la duración de la inflación adquirida.
El segundo aspecto recogido por Draghi es la mejora de los presupuestos patrimoniales privados, acompañada por un gasto creciente y un endeudamiento en descenso.
Es un mensaje asegurador para los estratos intermedios aunque, como observa Draghi, en la eurozona el crecimiento nominal incide poco en la erosión de las deudas, mientras en los EE.UU. es un factor decisivo. El tercer aspecto es la amplitud de la recuperación; que cubre el 80% de los sectores y se ha ampliado gradualmente desde Alemania a España y finalmente a Italia, Irlanda y Portugal.
Desplazamientos tectónicos
La «recuperación generalizada» de la eurozona es una tesis política, dirigida a los corazones y las mentes de los mercados en el año electoral europeo, como dique a la reacción pequeñoburguesa populista y al «nacionalismo económico» profesado en los EE.UU. Las cifras recientemente publicadas por el FMI prevén para 2017 una tasa de crecimiento de la eurozona de un 1, 7%, equivalente a la de 2016 e inferior a la de 2015 (2%). Está prevista una ralentización de Alemania (de 1,8 a 1,6%), de Italia (de 0,9 a 0,8) y de España (de 3,2 a 2,6). Sólo Francia tiene un avance (de 1,2 a 1,4). Por lo tanto, se trata para la eurozona de una estabilización relativa pero importante, con una tasa no demasiado alejada de la media decena (pre crisis (2, 1 %), en un contexto de sostenido crecimiento mundial (de 3, I a 3,5%).
La mejora prevista para los países 'avanzados, de un 1, 7 a un 2%, se debe a los países anglosajones con los EE.UU. en crecimiento de 1,6 a 2,3. Los países emergentes crecerán desde un 4, 1 a un 4,5%, con la salida de la recesión de Rusia, Brasil y Nigeria, mientras sigue en negativo la señal de Venezuela. Los gigantes de Asia, China y la India, mantienen un crecimiento vigoroso, de un 6,6 y un 7,2% respectivamente.
Balance sumario de la crisis
El crecimiento previsto para 2017 es, en todas las áreas emergentes, inferior a sus ritmos medios en la décadas anterior a la crisis: en el conjunto de los emergentes, los dos datos son 4,5 (2017) y 6,2% ( 1999-2008); en la Europa emergente 3 y 4,3; en el antigua área URSS 1,7 y 7,2; en la Asia emergente 6,4 y 8; en América Latina l, 1 y 3,3; en Oriente Medio y Norte de África 2,6 y 5,3; en África subsahariana 2,6 y 5,6.
La ralentización no impide que el peso conjunto de los emergentes en el crecimiento global ascienda después de 2000, en términos de paridad de poder adquisitivo (PPP), a un 75%, y en período post-crisis a un 80%. En consecuencia, en el reparto del producto global, entre 2007 y 2016 los países adelantados han perdido (en PPP) 14 puntos en favor de los países emergentes, cuya cuota ha crecido desde UQ. 44 a un 58%. China representa la mitad de este traslado de potencia, creciendo de un l 0,8 a un 17 ,8% del PIB global y descabalgado a los EE.UU. (que han caído durante la· década de un 21,3 a un 15,5) y a la eurozona (que ha descendido de un 16,1 a un 11,8). Se puede considerar un balance sumario de la crisis de las relaciones globales.
No hay que proceder contra Pekín
El FMl prevé un crecimiento en volumen del comercio internacional de los bienes y servicios, en 2017-18, de alrededor del 4%, un poco superior al tipo de crecimiento del PIB. La OMC valora un crecimiento en volumen de las mercancías de un 2,4%, dentro de una horquilla entre un 1,8% y el 3,6%, que quiere indicar un alto nivel de incertidumbre.
No existe todavía un crecimiento suficiente para diluir las tensiones comerciales entre las potencias. En todo caso, la publicación del informe del departamento del Tesoro de los EE.UU. de Steven Mnuchin, sobre la política monetaria de los socios comerciales, ha marcado una marcha atrás de la retórica antichina de Donald Trump, estableciendo que no hay necesidad de actuar contra Pekín por la acusación de manipulación monetaria. Pero el Tesoro continúa considerando «insostenibles» los actuales desequilibrios comerciales y declara que los EE.UU. no nose tomarán más el peso de un sistema comercial mundial que injustamente aventaje a los socios con «tasas de cambio distorsionadas artificialmente».
Amenazas a la recuperación
Christine Lagarde, directora del FMI, ha presentado en el Instituto Bruegel, en primicia, algunas de las conclusiones de los informes de primavera del FMl: «después de seis años de crecimiento desilusionante, la economía mundial está tomando ímpetu».
Se hace eco, pero con el símbolo de interrogación ("¿Tornando impulso?"), el título del "World Econornic Outlook" de abril, dirigido por Maurice Obstfeld. La recuperación, dice el economista jefe del FMI, aunque tibia en muchos países avanzados y a pesar de las dificultades de los países exportadores de materias primas, parece tener una base amplia. Pero los riesgos a medio plazo «pueden intensificarse»: la amenaza creciente es «un viraje hacia el proteccionismo que conduce al estado de guerra comercial».
Lagarde había alertado sobre «la espada del proteccionismo sobre el comercio global» desencadenando las iras del Secretario para el Comercio norteamericano Wilbur Ross, para quien las acusaciones del FMI son «basura» antiarnericana de quien defiende el status quo, de los verdaderos proteccionistas, Europa, Japón y China. Las amenazas y las acusaciones de proteccionismo son por ahora esencialmente armas psicológicas de la lucha interirnperialista que se ha hecho más encarnecida debido a las mutaciones aceleradas en las relaciones de potencias y de batallas electorales aguerridas.
La «persistente incertidumbre», defiende el FMI, puede provocar bruscas aversiones al riesgo, incluso por las dificultades que han encontrado en los EE.UU. y en China en encontrar políticas capaces de invertir o evitar «dinámicas fiscales insostenibles». En el análisis del FMI, los problemas de la deuda junto al envejecimiento de la población activa, la desigualdad, el lento crecimiento de la productividad son limites estructurales que se refuerzan mutuamente y hacen a las economías más vulnerables a las mutaciones del ciclo: aumentos inesperados de los tipos de interés, un excesivo reforzamiento del dólar, un giro del «sentimiento de los mercados», una miopía borrosa de la regulación financiera, una agudización de las tensiones geopolíticas.
El importador de última instancia
El historiador Charles Kindleberger indica como primera característica de la potencia líder o «estabilizadora» la capacidad de mantener su mercado abierto en momentos de dificultades. En dicho sentido, la declaración de «insostenibilidad» del papel de importador de última instancia para los EE.UU., si no es sólo una concesión a su electorado, tendría un sentido estratégico.
Entre las estadísticas de abril de la OMC, la del comercio interno en la UE es tradicionalmente la respuesta "alemana" a la polémica anglosajona contra los excedentes excepcionales de Alemania. Considerando a la UE como un "mercado único", por lo tanto excluyendo el comercio intra-UE, la balanza comercial europea con el resto del mundo, solamente para las mercancías, está en equilibrio.
La salida de Gran Bretafía de la UE debilitaría este expediente estadístico, al tener el Reino Unido un déficit de 230 mil millones. Pekín ha declarado que está preparada para hacerse cargo del papel de mercado abierto. Pero no bastan las palabras. El FMI, en el "Outlook" de abril, aprecia el rápido crecimiento de China en la demanda global, que ha determinado una mayor integración de «todas las economías emergentes y en vías de desarrollo» con' la propia China. Los datos, entre 1995 y 2011, muestran que la progresión de este proceso ha afectado más intensamente a los países exportadores de materias primas, cuyas exportaciones en China han crecido 20 puntos porcentuales, frente a los 12 puntos que han ido al resto del mundo.
Es un proceso contradictorio, como ha mostrado la caída de los precios de las materias primas. Un liderazgo liberal exige condiciones de apertura de los mercados de los capitales y de la deuda y una mayor difusión del yuan en el sistema de pagos. Un recorrido todavía largo.