Pero el pivot hacia Asia, en el sentido de un viraje hacia ese continente implica no tanto el concepto de la expansión como más bien el de la reacción a las presiones externas provenientes del frente opuesto, el occidental.
"Pívot" de ayer y hoy
Desde este punto de vista, el actual no es el primero. Lin recuerda el precedente de hace 160 años, cuando al movimiento hacia Asia le siguió la derrota de las tropas rusas en la guerra de Crimea en 1856: bloqueado temporalmente en Europa, el ministro de Exteriores ruso Aleksandr Gorchakov inició la campaña de expansión imperial en Asia central. Pero en aquel momento el centro del mundo seguía siendo Europa, y finalmente hacia allí volvió la atención rusa, sobre todo después de que el ascenso de Alemania revolviese las aguas.
Según la tesis de Lin, hoy en día el mundo ha cambiado, y «los factores determinantes de la potencia no están sólo en Europa u Occidente», nuevas potencias han aparecido en Asia. Por esta razón un «pivot back, un puro y simple regreso a Occidente, ya no es tan seguro como en el pasado: «En una verdadera política multipolar las relaciones con Asia son tan importantes como las existentes con Europa». Si Rusia juega bien sus cartas, la perspectiva de ser una verdadera potencia euroasiática hoy puede volverse realidad (Valdai, 22 de diciembre de 2016).
Es una tesis de la escuela asiática que toma en cuenta la emersión del continente y en particular de China, e invita por eso a Moscú a estrechar sus relaciones con Oriente. Hay que dejar constancia que también el Financia/ Times (14 de septiembre de 2016) invita a no subestimar la hipótesis de una alianza entre Rusia y China: sería repetir al revés el error realizado en los años Cincuenta y Sesenta, cuando fueron subestimadas las posibilidades, en aquel momento, de una "ruptura entre la URSS y China. Prevalecía la lectura ideológica que veía unidas a las dos potencias "comunistas".
Ideología e intereses entre Moscú y Pekín
Inmune a estas falsas interpretaciones, nuestra escuela marxista no subestimó en aquel momento los factores de ruptura, y de ellos son testigos los escritos en los que Amgo Cervetto analizaba la emersión del capitalismo de Estado ruso. Entre todos ellos es válido el artículo "El internacionalismo proletario y la ruptura chino-soviética", publicado en febrero de 1963.
De manera análoga, hoy consideramos la hipótesis de un acercamiento entre Moscú y Pekín, en las condiciones puestas por la nueva fase estratégica, marcada por la llegada a la madurez imperialista de lo que en aquel momento era un joven capitalismo. Pero consideramos esta hipótesis en el equilibrio que la política exterior rusa sigue haciendo entre Europa y Asia.
Moscú hace frente a las crisis europeas
De hecho, Rusia se considera una potencia europea, por cultura, historia y las relaciones económicas consolidadas. Dicho esto, hoy tiene que tomar en cuenta las dificultades de Europa. Timofei Bordachev, investigador en la Escuela Superior de Economía y director de estudios en el Consejo de Política Exterior y de Defensa, escribe en Valdai (18 de enero) que la UE hoy está en una crisis «existencial», se está volviendo el «enfermo de Eurasia»; no en el plano económico, donde sigue siendo, en cambio, una área clave de la economía mundial, sino en términos políticos.
Aquí destaca el peso del referéndum inglés: el Brexit «marca un punto de in.flexión en la historia europea», porque esta vez «el principio por el cual cada crisis hace más.fuerte fa integración europea podría no fimcionan>. Es una valoración sobre la cantidad de energías que serán atrapadas por la revisión de las relaciones· con Inglaterra. Lejos de dar la espalda a Europa, sin embargo, Bordachev invita al Kremlin a relanzar, presentando a la VE «una nueva roadmap para el diálogo con la Unión Eurasiática», el área económica bajo liderazgo ruso, y a tener en cuenta también a Europa para establecer el diálogo con China y los otros países asiáticos .
La difícil relación con Oriente
El otro cuerno del actual dilema ruso es, de hecho, la relación con un Asia en desarrollo y una China reforzada. Una China que, precisamente por esto, también da miedo. O, en cualquier caso, se mueve por intereses propios, que no necesariamente coinciden con los rusos. Viktor Vekselberg, presidente del grupo Renova de las mayores conglomeraciones rusas se lamenta: <<había optimismo sobre las empresas chinas, se pensaba que llegarían a invertir en el mercado ruso. Pero los chinos se revelaron buenos hombres de negocios que no invierten sin certezas».
En el plano estrictamente estratégico el acuerdo entre Moscú y Pekín siempre ha sido complicado. Fu Ying, presidente, de la comisión de Exteriores del parlamento chino, interviniendo en el meeting. De Valdai, afirmó que, después de la ruptura de los años Sesenta, China y Rusia. Han trazado una línea roja: «ninguna alianza y ningún conflicto» (Valdai, 19 de oc de 2016). Por lo tanto, no es precisamente un "eje". Se hace eco desde Moscú Di Trenin, exgeneral del Ejército en tiempos de la URSS y actual director de la Fundación Camegie en Moscú, escribiendo chino Global Times que entre los dos estados hay un acuerdo, no una alianza (: octubre de 2016).
Bordachev, en sus repetidas intervenciones en la materia, ha afirmado que Rusia y China están experimentando la «nueva forma de relaciones, grandes potencias» (Russia in global. affairs, 27 de octubre de 2016): es el mismo concepto que Pekín utiliza para las relaciones con Washington, por lo tanto, nada de exclusivo. Todavía más: «La tendencia actual evita relaciones que podrían parecer como una forma de afianza, favoreciendo en cambio programas comunes» (Valdai, 24 de junio de 2016). En resumen, mucha cautela.
Un doble equilibrio
Los intereses y los riesgos, las oportunidades y las preocupaciones se entrecruzan: por eso la respuesta de Moscú parece moverse sobre la línea de un doble equilibrio, no solo entre Este y Oeste sino también en el interior de las dos áreas.
Dimitri Suslov, que también es vicedirector de investigación en el Consejo de Política Exterior y de Defensa, introduce el concepto de un «pívot equilibrado» en Oriente, que no mire solo a China sino a toda Asia: muchos países asiáticos no quieren hacer una elección definitiva entre los Estados Unidos y China, escribe, y por lo tanto pueden ser <ifavorables a una Rusia como potencia independiente en Asia y que sirva de contrapeso a la influencia china y americana, capaz de reducir la polarización en la región» (Valdai, 9 de septiembre de 2016). La política asiática de Moscú tiene que aplicar un «reequilibrio», y esto estaría ya en marcha, estrechando relaciones con el ASEAN y Japón, y reverdeciendo las que existen con la India.
El contrapunto proviene de Evgueni Vinokurov, director del centro de estudios del Eurasian Development Bank, quien se queja de la dificultad de la Unión Euroasiática (UEE) para definir acuerdos de libre comercio con las mayores potencias de Asia: ya que la UEE todavía no está preparada para abrir su mercado a los productos chinos, porque cualquier acuerdo con Japón y Corea del Sur necesitaría una distensión preventiva entre Rusia v los EE.UU., todavía en duda (Valdai, 16 de diciembre de 2016).
Si la cabalgada hacia Oriente no es tan fácil, se tendrá forzosamente que tomar la carretera a Occidente: aquí está el impulso que podría permitir dar fuerza a la mano rusa, tanto en el plano económico-tecnológico como sobre el propiamente de las relaciones políticas. Es la tesis de Bordachev, interesante, porque proviene de un hombre del "partido europeo" obligado a hacer frente a las nuevas correlaciones: «Europa es parte integrante de la Gran Eurasia, lo que hace inconcebible un ulterior desarrollo de la cooperación rusochina sin una amplia participación de los países europeos» (Valdai, 18 de enero).
La tesis puede tener, sin embargo, también un uso opuesto: Moscú puede empuñar la relación oriental para cargar su mano en la negociación en Occidente. En todo caso, la línea que parece prevalecer considera inconcebible una drástica elección del campo, alternativa entre Este y Oeste, entre Asia y Europa. En todo caso, se trate de definir qué es "Europa". Aquí es el propio presidente Vladimir Putin el que especifica, en la conferencia de prensa de finales de año: «Rusia quiere desarrollar buenas relaciones con Europa y le gustaría que Europa hablase con una sola voz. Sin embargo, si la Unión Europea no Logra resolver sus problemas internos, Rusia trabajará con los países europeos individuales sobre bases bilaterales» (Sputnik, 23 de diciembre de 2016).
Al equilibrio oriental entre China y otros países asiáticos se aúna una especie de equilibrio occidental entre la UE y los Estados europeos individuales. Con los Estados Unidos de América en el fondo.
Regreso a Primakov
Las bases materiales de una "Gran Eurasia" están en el proyecto de la "Ruta de la seda" avanzado por Pekín, donde Moscú se relaciona a través de su Unión Euroasiática, que cubre el espacio terrestre entre Extremo Oriente y Europa. Y aquí se hace prioritario el reforzamiento de esta UEE. En la reunión del Consejo Supremo de la Unión Económica Eurasiática, a finales de diciembre, Putin ha recordado que hace dos años se constituyó el mercado común de esta área, eliminando los obstáculos a la libre circulación de bienes, servicios, trabajo y capitales.
Está claro que la Unión Europea hace de modelo. Lo que todavía falta respecto a aquella referencia es una política comercial común hacia el exterior, además de una unión monetaria en el interior. Son instrumentos que reforzarían a Rusia en las relaciones tanto con Occidente como con Oriente.
Aquí se vuelve a oír a Evgueni Primakov, con su política dirigida a estrechar las relaciones en la CSI como premisa de cualquier acción en la arena mundial. Y en juego no está solo Asia central sino también, y sobre todo, Ucrania. Por otra parte, con mayor razón en la era de las potencias continentales, Moscú no puede pensar en contar de modo sustancial y duradero sin aquella dimensión estratégica. Por esta razón la política de Primakov todavía sigue siendo el hilo conductor.
EL "MARXISMO LEGAL" DE EVGUENI PRIMAKOV
«Hemos recibido una buena formación marxista en la Universidad Estatal de Moscú. Después, muchos de nosotros, incluyéndome, aunque sin romper con el marxismo, comenzaron a alejarse de una visión casi religiosa. Teníamos razones para creer que no se debía tirar al niño junto con el agua sucia. Naturalmente los postulados marxistas no pueden ser usados fuera del tiempo y espacio, pero esta conclusión no se aplica a la metodología marxista, que es de valor histórico». De este modo escribe Evgueni Primakov en sus memorias, citado por Dimitri Novikov en Russia in global affairs.
El método sin las conclusiones: una especie de "marxismo legal" que, eliminando la perspectiva revolucionaria, se doblegará al servicio de la política de potencia del imperialismo ruso.