Estratégicamente de gran interés para nuestra clase.
IG Metall, el sindicato de los metalúrgicos alemanes, ha definido las peticiones para la renovación contractual de los casi 3, 9 millones de empleados del sector. Los puntos centrales han sido dos: el aumento de los sueldos un 6% durante 12 meses y el «derecho individual» a la reducción del horario de trabajo semanal hasta 28 horas por un máximo de 24 meses. Para los trabajadores de Europa, merece la pena tomar nota y profundizar.
Las reivindicaciones de IG MetallIG Metall, el sindicato de los metalúrgicos alemanes, ha definido las peticiones para la renovación contractual de los casi 3, 9 millones de empleados del sector. Los puntos centrales han sido dos: el aumento de los sueldos un 6% durante 12 meses y el «derecho individual» a la reducción del horario de trabajo semanal hasta 28 horas por un máximo de 24 meses. Para los trabajadores de Europa, merece la pena tomar nota y profundizar.
No se discute una reducción generalizada de horario: las comparaciones con la lucha por las 35 horas están totalmente fuera de lugar. Más bien, la motivación del sindicato alemán reenvía astutamente al tema, tan amado por los empresarios, de la flexibilidad: «La flexibilidad de los horarios en las empresas no puede seguir siendo
unilateral con todo el peso sobre los hombros de los trabajadores, tiene que servirles también a ellos». La reducción de horario conlleva asimismo reducción de sueldo. Sin embargo, en el caso en que el trabajador deba ocuparse de hijos menores de 14 años o que tenga familiares a su cargo o, si no, para trabajadores por tumos y otros tipos de horario pesados, hay fijada una integración salarial.
La explicación para peticiones tan destacadas reside en la «excelente situación económica del sector»; además, se trata de «fortalecer la demanda interna y de contribuir a la estabilización de la coyuntura». Es evidente el eco de las observaciones hechas por el Banco Central Europeo de Mario Draghi sobre la "necesidad" de elevar los sueldos en Europa.
Sin embargo, es obligatorio precisar lo siguiente. Precisamente este es el comportamiento de un fuerte sindicato social imperialista que ejerce plenamente su papel: reivindica que los trabajadores puedan aprovechar las ventajas del momento, si se quiere que participen asimismo en las luchas de la competencia imperialista, hoy en el frente económico pero mañana también en el militar. Una vez más, hay que hacer hincapié en que la fuerza sindical no es de por sí garantía de independencia de clase, que solo una estrategia y un partido internacionalistas pueden dar. Las reacciones de la patronal son en cualquier caso formas negativas, sobre todo hacia la posible reducción de horario. Para Rainer Dulger, jefe de Gesamtmetall, la principal organización patronal del sector, el sindicato «juega con fuego» dando lugar a un «proceso incontrolable» (Fígaro, 12 de octubre). Para Arndt Kirchhoff, jefe del grupo de componentes automovilísticos homónimo, la petición va «más allá del límite de la tolerancia» (Handelsblatt, 11 de octubre). Stefan Wolf, presidente de Südwestrnetall, lo define «un viaje de la política contractual al mundo de los espíritus» (Handelsblat, 10 de octubre).
Inmigrantes trabajando
En realidad, lo que apoya a estas reivindicaciones es una situación del mercado de la fuerza de trabajo favorable a los asalariados. Según los datos de la Agencia del Trabajo, el desempleo en Alemania sigue bajando, alcanzando los 2,38 millones, el récord desde la reunificación. Paralelamente, aumentan los ocupados, que han llegado a 44,6 millones, con un aumento de 665 mil en un año, y otros tantos previstos para el que viene. Lo fundamental es que hay 780 mil ofertas de empleo sin candidatos.
De aquí surge la necesidad de integrar a los inmigrantes en el trabajo, problema de todas modos «delicado»: incluso tras finalizar el curso de alemán, son muchos los que aún no poseen los conocimientos suficientes para seguir luego cursos de formación. Con todo esto, la integración progresa: en agosto eran 180 mil los refugiados con un empleo, es decir, 68 mil más que un año antes (Le Monde, 4 de noviembre).
La fuerza de la demografía
Un comentario de Die Zeit (19 de octubre) recoge los diferentes aspectos que hay detrás del enfoque de este conflicto. Respecto a los sueldos, el semanario recuerda las advertencias de Draghi y escribe que «si IG Metal! consigue imponerse, podría ser un índice de corrección de uno de los más graves errores en política económica de las últimas décadas, la moderación salarial». Borrón y cuenta nueva sobre el pasado: ahora como refuerzo de los asalariados está la dinámica demográfica, puesto que en 2030 podrán faltar 3 millones de trabajadores cualificados y «las empresas tendrán que ofrecer algo a sus dependientes si quieren que estos se queden».
El periódico se muestra más crítico en cuanto a la reducción de horario, porque no está claro «si la economía es capaz de soportarla». Pero, concluye, como siempre al final se encontrará un compromiso; solo que, con las nuevas relaciones de fuerza fijadas por las tendencias demográficas, esta vez «la solución tendrá que acercarse más a las posiciones de los trabajadores que a las de los empresarios». Y «Draghi estará contento». El resultado de la lucha, como siempre, lo decidirán las relaciones de fuerza y, en este sentido, hay que decir que, si la tendencia general del mercado de la fuerza de trabajo es la indicada, no faltan episodios de la reestructuración europea que recaen sobre los asalariados alemanes: son las dos caras del problema laboral en Alemania.
Reestructuración, la otra cara del empleo
En general, la caída del desempleo de los últimos años se ha correspondido con un aumento de los trabajadores
interinos, por tanto, temporales: los dependientes con contrato temporal eran 130 mil en 1991 y han llegado a ser un millón, de media con un sueldo poco más de la mitad que los trabajadores fijos (Handelsblatt, 18 de octubre). También esto está detrás de la fuerza de los grupos imperialistas alemanes y europeos.
En el aspecto específico del sector metalúrgico, se anuncian algunos plazos de la reestructuración. Siemens, a pesar de los buenos resultados generales, se prepara para la supresión de 4.000 puestos de trabajo en el sector de las turbinas de gas y de 6.000 en lajointventure con la española Gamesa en el campo de la energía eólica. Opel, que acaba de ser adquirida por la francesa PSA, promete que no habrá reducciones de trabajadores alemanes hasta finales de 2018: sin embargo, entretanto, se han aireado 400 supresiones de puestos en la marca inglesa Vauxhall (Les Echos, 10 de noviembre).
Aquí IG Metall está forzada a la defensiva. En Siemens, por ejemplo, reivindica el respeto del acuerdo de 2010, llamado «Radolftell JI», que ofrecía garantías ocupacionales «de contrato. fijo». Hagen Reimer, del sindicato, insta a la dirección a que, «pase lo que pase, cumpla con los vigentes pactos, que excluyen despidos y cierres, salvo acuerdo entre las partes» (Handelsblatt, 20 de octubre). Un tema reiterado también con manifestaciones de los trabajadores delante de la sede del grupo en Múnich: solo sobre esta base puede empezar una negociación.
Algo parecido han dicho, en Italia, los trabajadores de Ilva de Génova, colocados ante el proyecto de los nuevos propietarios, ArcelorMittal y Marcegaglia, de recortar 600 puestos de trabajo, a pesar de la presencia de un Acuerdo de programa firmado al final del conflicto de 2005 como garantía del empleo. llva y la Coordinación europea de los siderúrgicos . Es una vez más la señal de que las condiciones de los trabajadores en todo el continente. están sujetas a los tiempos y a los modos de la reestructuración europea. Esta realidad objetiva impone un paso adelante en la construcción de la fuerza sindical. Esta es la finalidad de la Coordinación europea de los comités de empresa de la siderurgia, constituida por la FIOM de Génova y por lG Metall, de la que ya hablamos el pasado junio en estas columnas.
El 23 de octubre, la Coordinación se reunió en Bremen para expresar con un comunicado su <<plena solidaridad a los trabajadores de Ilva, ThyssenKrupp y Tata Steel». Y para reiterar que «la reestructuración europea de la siderurgia le pide al sindicato un salto de calidad: la única respuesta es ir hacia un verdadero sindicato europeo que coordine y una las luchas a nivel europeo y defienda los intereses inmediatos y futuros de todos los trabajadores. Un recorrido difícil, aunque estratégicamente es de nuestro interés».