Hacia la próxima crisis


El debate sobre el ciclo está una vez más en la encrucijada entre la recuperación, la ralentización y la recesión. Es una situación que ya ha sido verificada en los últimos años, determinada por el contraste entre los factores que atestiguan una estabilización relativa y otros que presagian nuevos desequilibrios o rupturas. 
Mario Draghi habla de ello como un estado de «acrecentada incertidumbre general». Es la incertidumbre de la nueva fase estratégica del imperialismo en la que, dadas las condiciones de reparto del capital social, los espacios para una división internacional del trabajo han sido relativamente restringidos, acentuando las tensiones y los desequilibrios, pero sin que esto produzca todavía choques y fricciones agudas entre las potencias al nivel de una ruptura del orden. 


2013-2015: entre la recuperación y el estancamiento 

A mediados de 2013, la recuperación estadounidense ya en marcha desde hacía cuatro años parecía estar lo suficientemente asegurada como para inducir al presidente de la FEO, Ben Bernanke, a anunciar el retiro gradual de la quantitative easing (QE). El espanto de los mercados retrasó la operación. La reacción más llamativa fue la del ex secretario del Tesoro Larry Summers, quien reclamó a ultranza una línea expansiva, monetaria y fiscal para contrarrestar el «estancamiento secular»inminente en los países avanzados.
Ese espectro, originado en la Gran depresión de los años Treinta, confluyó con el clima en el que maduró la decisión del BCE de tomar el relevo del QE apenas dejó la FEO de comprar valores en los mercados. La prolongada crisis de la deuda, las crisis bancarias, la amenaza de deflación, la emersión del populismo en Europa, permitieron aislar a la oposición del Bundesbank y lanzar las prensas del Banco Central. 
La batalla fue estratégica: a. pesar de sus profundas diferencias, tanto el rigor ardoliberal como la política de "lluvia" monetaria significaron sacar de la crisis una «unión cada vez más estrecha». Draghi anunció la apertura del paracaídas QE el 22 de enero de 2015, tres días antes de que Alexis Tsipras, el líder simbólico de los soberanistas europeos, ganara las elecciones generales en una Grecia devastada por la crisis y a cargo de la troika. 


En el ciclo político actual, las rectificaciones de los excesos de la época no niegan ese horizonte estratégico. El arrepentimiento de Jean-Claude Juncker por la «austeridad irreflexiva» utilizada en Atenas se acompaña de la confirmación del valor «esencial» de las reformas estructurales y el arrepentimiento de la «excesiva importancia» dada a la influencia del FMI en detrimento de la independencia dela Unión. Por otro lado, el Bundesbank reconoce los beneficios del QE al que luego se opuso ferozmente. Sus últimas cuentas, publicadas en enero por el periódico Handelsblatt, dicen que los gobiernos ahorraron ingentes sumas por intereses, gracias a las políticas del BCE: 1 billón, 420 mil millones de euros en toda la eurozona, 368 mil millones Alemania, 350 Francia, 262 Italia, 101 España, 94 Holanda, 62 Bélgica, 55 Grecia. 


2018-2020: entre ralentización y recesión

En la encrucijada de hoy, el optimismo por el crecimiento estadounidense producido por los recortes fiscales rápidamente ha dado lugar a temores de que la ralentización global, incentivada por el unilateralismo de la Casa Blanca y sus campafias arancelarias, pueda convertir la ralentización en recesión.
Las desilusiones de Wall Street, el tercer shutdown de la era Trump, el aumento del déficit comercial con China, el abandono de ministerios importantes debido a divergencias estratégicas, crean expectativas de crisis en los EE. UU. que superan sustancialmente los datos de crecimiento actuales : las estimaciones para el último trimestre de 2018 ( entre 2, 7% y 2,9% sobre una base anual) no impiden que, en la encuesta trimestral de la Universidad de Duke entre los directores financieros de EE.UU., casi el 50% espere una recesión. para el final de 2019, y el 82% lo espera para 2020.  
En Europa, junto con el thriller del Brexit y la confusión sobei"anista de Roma, la alerta viene de la ralentización en Alemania. La producción industrial alemana, después de una serie de disminuciones menores, cayó un 1,9% en noviembre en comparación con octubre y 5, 1 con respecto a noviembre de 2017. 
El catarro de la industria alemana se refleja en todos los principales países de la eurozona. En el promedio del área, el declive industrial es impulsado por los sectores de bienes de capital y bienes duraderos. Según el gobernador del Banco de Francia, la ralentización en la eurozona será leve, con un crecimiento del PJB del 1, 7% en 2019 en comparación con el 1,9 en 2018. Francois Villeroy de Galhau también es optimista para los EE.UU.: el crecimiento seguirá siendo sólido incluso si la ralentización es relativamente más alta que la europea, 2,3% en 2019 con­tra los 3 de 2018. 

Ralentización china 


El revés alemán se considera en gran parte como un efecto de la ralentización china y, para Michael Mackenzie, columnista del Financial Times, indica que esta ralentización es mayor que la admitida por los datos oficiales de Pekín. Este es el estado de ánimo prevalente entre los analistas según algunos datos que circularon en enero: una caída del 43% en las ventas de automóviles, una caída del 15% de las importaciones desde Alemania, colapso en la capitalización de 2018 de las Bolsas de Shanghái (-23%) y Shenzhen (-31) y el colapso en elcre­cimiento de la inversión en infraestructura del 20% en 2017 a 3,3.

Una nota económica de diciembre de la OCDE, una síntesis de los principales indicadores económicos del mundo, parece estar a contracorriente: en todas las áreas existe una«relajación del 1110111ento de creci­miento» (es decir, una ralentización), excepto en China, India y Japón por lo tanto, en Asia donde el diagnóstico es «momento de crecimienlo estable». El "Outlook" de noviembre de la OCDE fue menos optimista, considerando una pérdida de un punto y medio del PIB en los próximos dos años en caso de una escalada de tensiones con los EE.UU. 
No deja dudas la acción de las autoridades chinas, encaminadas a prevenir o mitigar la ralentización. En la primera quincena de enero se han movido el gobierno y el Banco Central. Se han aprobado proyectos para sumar 6.800 km a la red ferroviaria, de los cuales 3.200 a alta velocidad, con inversiones de 860 mil millones de renminbi ( 125 mil millones de dólares). El Banco central ha introducido 570 mil millones de renminbi en liquidez. Según el banco holandés ING, Pekín gastará este año 4 billones de renminbi en estímulos fiscales. Es un paquete igual al lanzado después del estallido de la crisis financiera mundial.
El ex-grand commis de Beijing, Yu Yongding, a principios de año había pedido que se relajara tanto la política monetaria como la política fiscal, sin escrúpulos autoimpuestos, como el umbral del 3% en la relación déficit/ PIB o el de 7 renrninbi por dólar al tipo de cambio. El significado es: a la guerre comme a la guerre. Yu sos­tiene que el Banco Central debería ser liberado de la gran cantidad de tareas que se le confían y, en particular, de controlar los precios de los bienes raíces que lo han obligado a adoptar políticas restrictivas. 

Círculos de la próxima crisis


Los economistas se movilizan en busca de los factores que pueden desencadenar la próxima crisis y la inten­sidad que esta podrá asumir. 

Martin Wolf, en el Financial Times, aborda el problema, indicando los tres niveles de gravedad que podrá asumir la próxima crisis. El ciclo puramente económico a corto plazo no debe causar temores excesivos y puede de he­cho, debe producir una ralentización moderada, del orden de algunos decimales, debido a la restricción moneta­ria en los países avanzados. 
Wolf considera improbable una nueva gran crisis cíclica global. Un nivel más arriesgado de la crisis puede derivarse de «mutaciones estructurales» a largo plazo, detenninados por una parte por diferentes tendencias de productividad y procesos relacionados (acumulación de poder, desigualdad, la caída del empleo industrial, excedentes de ahorros) y, por otro lado, el ciclo de la deuda que ha sido crucial en la crisis de 2007-2008 
Según Wolf, el ciclo de la deuda, aún más cargado y que ha alcanzado sus límites también en China, está destinado a limitar la capacidad de reacción de los gobiernos en una recesión significativa, relegando la respuesta a la política monetaria. En este campo, piensa Wolf, el Banco central chino tendrá más margen de maniobra. 
El tercer nivel involucra a los hijos políticos de las mutaciones estructurales, el nacionalismo y el populismo. Se producirán graves daños si estas fuerzas imposibilitan la preparación de una respuesta coordinada a una ralentización global o si causan una ruptura en el orden político global. 
La combinación del ciclo económico, el ciclo financiero y el ciclo político no es una posibilidad. Es una certeza ya que los tres tienen lugar bajo el mismo cielo. La escuela marxista añade a la combinación el ciclo bélico (Arrigo Cervetto, "La 'cuestión difícil' de los tiempos", septiembre de 1981 ). 
La cuestión de cómo se combinan estos ciclos es parte del análisis concreto. Un ejemplo: la crisis inglesa del Brexit fue generada por la ola soberanista, y si prosigue su carrera suicida causará una crisis económica y una crisis financiera. El Banco de Inglaterra prevéen el caso de un Brexit «desordenado», una pérdida de producto del 8%, una inflación del 6,5%, una caída del 30% de los precios inmobiliarios y del 48% de los inmuebles comerciales,tasas de interés del 4-5% y una depreciación de la libra del 25%. 
La crisis causada por el soberanismo, si termina de esta manera, causaría pérdidas en Gran Bretaña más altas que las creadas por la crisis financiera mundial.