4. Observatorio de París

Segmentación política europea y especificidades francesas

En 2018, Pierre Martín publicó el libro Crise mondiale el systeme partisan (Criis mundial y sistemas de partido). Anteriormente, este experto de análisis electoral trabajó para los altos dirigentes del Partido Socialista, entre ellos dos primeros ministros: Michel Rocard y Jean-Marc Ayrault. 
En su texto. Martín expone los datos electorales reunidos en 15 países de Europa Occidental desde 1945 .. Empezando por constatar que «muchas recientes consultas electorales han sido marcadas por profundos trastornos», el autor pretende demostrar que «raros y truenos no han no han llegado de la nada. sino que. al contrario. se han introducido en una tendencia ya vieja. hacia el declive de los grandes partidos de gobierno en las democracias representativas del mundo occidental». 

Las dos primeras décadas después de la Segunda Guerra Mundial representarían la edad del oro para los grandes partidos en Europa. Con los años Setenta e anuncia un triple fenómeno: declive electoral de los grandes partidos de gobierno de izquierdas y de derechas, descenso de la participación en el voto y aumento de la volatilidad electoral. A todo eso corresponde el desarrollo de dos nuevas fuerzas políticas: los ecologistas y la derecha radical. La crisis de 2008 acentuará estas tendencias. 


Resumimos una parte de los datos presentado en esta obra. En el conjunto del periodo el total de lo votos de la izquierda se mantiene estable en el 42%) el conjunto de los votos de la derecha en el 55%; sin embargo. observamos movimientos en el interior de ambos campos. La socialdemocracia retrocede a partir de los año Ochenta, pasando del 30,5 al 25,3% en 2010. La derecha moderada empieza su decadencia ya una década antes: retrocede de 8.8 puntos entre 1970 y 2010, bajando del 54.5 al 45, 7%. Este retroceso de la izquierda y de la derecha tradicionales es compensado por el desarrollo de otras fuerzas políticas dentro de ambos espectros políticos. Estas formas toman tonalidades protestatarias. ecologistas o liberales.

Más que de una sustitución se trata de una fragmentación política, puesto que el peso electoral de los grandes partidos disminuye: en los 15 países el número de partidos que obtienen más del 20%, que se ha mantenido estable desde 1945 a 2010 se ha reducido de 31 a 25 en 2017, y el de los partidos con más del 30% ha bajado de 12 a 6. Después del derrumbe del número de partidos con más del 40% de los votos entre 1981 y 2000, ahora son los que tienen más del 30% los que están en vías de extinción.  

No hay excepciones a la bajada de la participación en el voto desde los años Setenta en adelante, y es especialmente fuerte en los grandes países (Alemania -10 puntos. Francia -14, Reino Unido -13, Italia -11 ). El aumento de la volatilidad ha seguido la misma sincronización. El autor precisa que la bajada de la participación, combinada con el crecimiento de la volatilidad electoral, en realidad indica un crecimiento mayor de esta última, puesto que se observa un aumento general de la movilidad entre voto y abstención. 

El estado gaseoso del panorama político francés 

El director general de la Fundación Jean Jaures, Gilles Finchelstein, ha expuesto en la revista le Déhat de enero-febrero de 2019 una análoga sucesión en tres tiempos de la transformación del panorama político. 
Concentrándose sobre Francia, describe tres «estados»: «el estado sólido» del bipolarismo de los años. Ochenta: «el estado liquido» de los años 2000, que ve el desplazamiento de partículas dentro de los dos campos de derecha y de izquierda, atravesados por la cuestión europea; «el estado gaseoso», el actual con conexiones muy débiles entre las partículas políticas. Este último estado sería sin forma. imprevisible y explosivo. 
Alain Duhamel, en Libération, retoma el término de estado gaseoso para caracterizar la situación francesa, pero añade una nota la margen: es un estado transitorio. «Francia está en plena metamorfosis política. Ve lo que se está disgregando. pero todavía no lo que se está construyendo». 
En le Déhat de marzo-abril de 2019 va más allá en el razonamiento: « Yo creo que el sistema presidencial. tal y como fue establecido en 1958. como síntesis republicana y remedio contra las enfermedades crónicas de la vida política.francesa. sigue demostrando su solidez, en síntesis. el gobierno puede ser incluso maltratado, pero las instituciones resisten». 

El bastión de la V República

Podemos añadir que las tres fases evidenciadas por los datos sobre las fluctuaciones electorales coinciden con los ciclos identificados por nuestra elaboración de partido: el ciclo del capitalismo de Estado de la posguerra; luego el del liberalismo. tras la crisis de reestructuración de los años Setenta; y finalmente el actual nuevo ciclo político del declive atlántico. Por lo que se refiere al periodo de la post-crisis de 2008, Martín no ve la emersión generalizada de huevas formas políticas en Europa, sino el agravamiento de las tendencias ya observadas. Precisamos que dicho agravamiento puede provocar la oscilación de algunos equilibrios políticos. 
Pero este estudio toma en consideración solo los resultados electorales. Hay que volver a colocar estos datos en la pluralidad de superestructuras nacionales y europeas. En el caso de Francia, señalamos que las instituciones de la V República han sido fundadas precisamente con la finalidad de contrarrestar la debilidad de los partidos. Proporcionan automáticamente un presidente y, desde el año 2000, tras la reducción del mandato presidencial de siete a cinco años y la sincronización de las elecciones generales que ahora se realizan dos meses después de las presidenciales, el presidente dispone de una mayoría que permite evitar los riesgos de «cohahitación» entre un presidente de una corriente política y un primer ministro de otra. 
Además, según el sistema electoral francés, las corrientes políticas excéntricas con respecto a la línea general de la burguesía francesa y europea hasta ahora han quedado marginadas. Este orden institucional concentra en el ejecutivo la política europea, limita las posibilidades de intromisión por parte de potencias extranjeras y favorece la proyección imperialista. 

La ideología de la celebridad

En su libro le rerour du Prince (El regreso del Plincipe), Vincent Martigny. profesor en la Ecole polytechnique de París, intenta analizar las nuevas formas políticas. Aunque el paralelismo que establece con la escena política florentina del tiempo de Maquiavelo sea fundamentalmente equivocado. el autor describe con cierta precisión algunos aspectos exteriores de la personalización de nuestro ciclo político. Martigny parte de la constatación que Francia va «a la vanguardia» en lo que se refiere a la personificación política puesto que «la llegada de la V República ha otorgado al presidente poderes más relevantes que en otros países»; además «la figura del hombre de la Providencia. revitalizada por de Gaullegoza goza de buena forma. 
«Por doquier los partidos están moribundos y abandonados»:hasta ahora los dirigentes políticos eran «engranajes. junto con otros. encasillados por los partidos. controlados por los massmedia. Limitados por contra poderes y cuerpos sociales intermedios»; el vacío actual ha determinado «el ascenso repentino de individuos aislados».
En su opinión. esta situación habría producido «la ideología de la celebridad». Los jefes políticos actuales tienen «una espectacular capacidad de formular una narración personal sohre su propio camino». «Los electores se convierten en un público al que hay que entretener. conmover o escandalizar». «Mientras que los líderes históricos se conformaban con cultivar sus relaciones con las celebridades». los príncipes de hoy «se han convertido ellos mismos en unas estrellas que la muchedumbre de las personas anónimas quiere tocar. abrazar. fotografiar hacerse un selfie con ellas».

Su omnipresencia en los medios de comunicación es parte de una tendencia: «En sus 11 años en el poder. de Gaulle pronunció solo 79 discursos. Chirac en I 2 años pronunció 816 discursos». A estas alturas el crecimiento exponencial del número de entrevistas en televisión y de las declaraciones en las redes sociales ha multiplicado el fenómeno «volviendo imposible hacer de ellas una valoración precisa». 

Series televisivas políticas

Hay un hecho que representa bien esta tendencia: un documental sobre la campaña electoral de 2017, titulado les coulisses d'une victoire (Los trasfondos de una victoria). fue retransmitido en televisión al día siguiente de la segunda vuelta de las presidenciales. Martigny le dedica una descripción. La película fue rodada por un profesional, especializado en documentales deportivos: «Nunca se cuestionan las ideas, las controversias o los temas de la campaña; solo se comenta la estrategia política confirmada por el crecimiento en los sondeos. evidenciando sus referentes pasajes». Una escena es emblemática de esta relación con la técnica política: 
«Mientras mira a Francois Bayrou que anuncia oficialmente en la tele su apoyo electoral. el entonces candidato Macron susurra sonrriendo: "De verdad que lo hace bien"». La política es presentada solo como competición por el poder. 
«Les coulisses d'une victoire se basa en. los tipos de series televisivas como Baron noir o House of Cards». Las series televisivas, según Martigny, influenciarían a la dirección política: la secuencia de las intervenciones políticas mantiene en vilo al espectador. Con su sistema de difusión, las redes televisivas de información contribuyen en a este tipo de fragmentación en episodios del debate político.
Según el autor, este culto de la celebridad tiene su aspecto desventajoso: «el de invertir demasiado en el Kairos de lo política. del nombre del hijo alado de Zeus. símbolo de la ocasión que en el momento oportuno hay que aprovechar tomándola por la cabellera». Martigny precisa este aspecto en una entrevista al Obs. Contrariamente a las generaciones precedentes que empleaban «décadas para conquistar el poder», trepando por los diferentes escalones de la responsabilidad política, los «nuevos príncipes navegan en aguas desconocidas». Además, pueden aprovecharse menos que sus predecesores de «sensores sobre el terreno».

La descripción de las formas políticas de la democracia televisiva es interesante y útil, incluso más allá de las especificidades francesas. Sin embargo, la tesis del autor parece unilateral: los nuevos dirigentes políticos no están solos hasta ese punto. Pueden aprovecharse de un vivero de expertos, y la inflación de las asesorías y del número de consejeros hace, en cierta medida, de contrapeso al debilitamiento del marco de los partidos. Los dirigentes políticos actuales, a pesar de la miopía estratégica que su proceso de selección puede provocar, están expuestos, de hecho. a la determinación de los grandes grupos europeos.  

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