La pandemia en EE. UU.

El factor de clase en la crisis sanitaria

Tres titulares dan una idea de la situación en EE. UU.: «El coronavirus golpea a todos. Pero será peor para los que menos tienen» (Los Angeles Times, 21 de marzo), «La red de seguridad social americana deja vulnerable al coronavirus a la economía americana» (Reuters, 4 de marzo), «La clase media no está lista para la recesión» (Brookings Institution 6 de marzo).

Covid-19 y diferencias de clases sociales
No estamos todos en el mismo barco,o más bien: en la misma nave en una tormenta, hay quien viaja en primera clase, en segunda, y en tercera, quien está en el mar en un bote de rescate y quien nada desesperadamente intentando no ahogarse.
La crisis es tanto sanitaria como económica: todas las clases sociales se ven golpeadas, pero de distinta forma. La ciudad de Nueva York es emblemática. Los titulares del Washington Post del 22 de abril: «El Bronx, desde hace mucho tiempo símbolo de pobreza, es ahora la capital del coronavirus de la ciudad de Nueva York». El distrito del Bronx tiene 1,4 millones de habitantes con una renta per cápita de 20.850 dólares; colinda con el distrito de Manhattan, con 1,6 millones de habitantes y una renta per cápita de 111.000 dólares. La diferencia de renta y condiciones de vida entre los dos distritos es gigantesca: el Bronx, en una de las ciudades más ricas del mundo, es el distrito que tiene el nivel de rentas más bajo en todos los Estados Unidos.
Incluso antes de la crisis pandémica, la esperanza de vida en el Bronx era de 75 años, diez menos que las personas más ricas de Manhattan. En el Bronx, el 12 de mayo, ya había 3.177 los muertos por Covid-19, igual a 2.269 por millón de habitantes; en Manhattan 1.946, equivalente a 1.216 por millón de habitantes. La muerte no es igual para todos: quien tiene rentas más altas corre menos riesgo. En el Bronx, el 43.6% de la población es negra, el 56.4% blancos o hispanos. Según el New York Times del 3 de abril, «quedarse en casa durante el coronavirus es un lujo». Según un análisis de los movimientos en las 25 principales áreas metropolitanas, rastreados a través de los móviles, escribe el periódico, el 10% en la cima de la escala de rentas comenzó a quedarse en casa mucho antes que el 10% al fondo de la escala. Esto habría limitado la propagación de Covid-19 en las clases sociales más ricas.
En EE. UU., varias valoraciones afirman que, en relación con la población, el coronavirus mata a los negros con triple intensidad que a la población blanca; sin embargo, si bien abundan los análisis sobre el vínculo entre la mortalidad del coronavirus y los grupos étnicos, faltan estudios específicos sobre mortalidad blanca, negra e hispana, en función de la renta. Podemos señalar que los datos porcentuales no deben ocultar los absolutos: si en los EE. UU. el 33% de las familias negras tienen ren­tas inferiores a 25,000 dólares frente al
18% de las blancas, los datos absolutos nos dicen que las familias blancas por debajo de los 25.000 dólares son 18 millones, las negras 5,5 millones y las hispanas 4 millones. Con rentas superiores a 100.000 dólares hay 31 millones de familias blancas, 2,7 millones negras y 3,4 hispanas. Por ejemplo, ¿cuál es la mortalidad de los blancos con rentas bajas en comparación con los negros con rentas altas? El vínculo entre Covid-19 y las clases sociales, que identifica la tasa de mortalidad en la población blanca, negra e hispana en función de la renta, es un estudio aún por hacer.


Crisis sanitaria y crisis económica

La crisis sanitaria ha generado una crisis económica que ha elevado el número de desempleados en Estados Unidos a más de 36 millones.
«En el consumo, el producto sale de este movimiento social, se convierte directamente en el objeto de la necesidad individual y lo satisface. La producción, por lo tanto, hace su aparición como punto de partida, el consumo como punto final y la distribución e intercambio como etapa intermedia» (Karl Marx, Prólogo a la Contribución a la crítica de la Economía Política).
La producción y el consumo son momentos de un único proceso de producción y reproducción de capital a través de la mediación del dinero. Como en EE. UU. el consumo de los hogares corresponde al 71 % del producto nacional, su caída por el lockdown hace caer la producción Las diferencias de clase tambi􀀁n son evidentes en el consumo. Cada familia americana gasta de media 60.000 dólares al año en bienes de consumo: los hogares con rentas superiores a 100.000 dólares son el 29% pero representan el 48% del consumo, aquellos con rentas inferiores a 50.000 dólares son el 42% y tienen el 24% del consumo (US Census Bureau, 2020). 

El coronavirus, con las medidas de "quédate en casa" y distanciamiento social, ha paralizado parte de la producción y el consumo, generando una crisis de liquidez para las empresas y familias. Con el Coronavirus Aid, Refief and Economic Security Act, aprobado por el Congreso con un acuerdo bipartito y mediada por el Departamento del Tesoro, el Estado ha inyectado en la economía 2,2 billones de capital circulante para hacerla funcionar, aunque sea a un nivel mínimo. La profundidad de la crisis ha agotado rápidamente este dinero y requerido una nueva intervención de 484 mil millones. En este articulo nos limitaremos a ver los efectos de la acción del gobierno en las familias.

Familias sin liquidez

Con su acuerdo, los republicanos y demócratas han unido la necesidad de apo­yar la economía con sus propios intereses electorales dirigidos a las clases de renta media y medioalta. Se nota por el alto umbral de renta establecido para tener el apoyo del gobierno. Se otorgará un cheque de 1.200 dólares a cada individuo que tenga menos de 75.000 dólares de renta anual; el cheque se duplica si una pareja casada tiene dos ingresos por un total de menos de 150.000 dólares. Se añaden 500 dólares por cada niño.

El cheque se enviará automáticamente a la cuenta bancaria del consumidor, pero en los EE. UU. unos 37 millones de personas, principalmente con renta anual inferior a 25.000 dólares, no tiene cuenta bancaria (Pew Research Center, 22 de junio de 2016). Están excluidos, en la práctica, del cheque gubernamental.
Para la Brookings Institution, el patrimonio líquido en EE. UU. es de media de 4.000 dólares por familia: varía desde 31.500 dólares, para quien tiene una ren­ta de 110.000 dólares, hasta 600 dólares, para quien tiene una renta por debajo de 25.000.
Un estudio reciente de la Federal Re­serve concluyó que el 40% de los hogares no tienen suficiente liquidez para cubrir tres meses de gastos de emergencia, periodo inferior a los diez meses de duración media de cada recesión de 1945 a 2001.
En 2017, con una renta por debajo del umbral de pobreza, había 26,4 millones de blancos, 10,8 de hispanos, 9 de negros y 1,9 de asiáticos (US Ceosus Bureau). La indicación "quédate en casa", escribe Time el 11 de marzo, resaltó las desigualdades sociales, ya que las familias de renta baja viven en hoga­res pequeños, donde el distanciamiento social no es posible, mientras que la situación es distinta para quien vive en casas de cuatro dormitorios, dos baños, terraza y jardín o en chalét con piscina. Para la revista estadounidense, una de las causas de la rápida expansión de la pandemia deriva precisamente de la in­capacidad de las familias de renta baja de aplicar las regulaciones sanitarias del gobierno. El informe de la Oficina de Salud del Condado de Los Ángeles dice que las personas de renta baja tienen tres veces más probabilidades de morir de coronavirus que la media (Los Angeles Times, 27 de abril).

Si no trabajas no te pagan

«If we don 't work, we don 't get paid» (si no trabajamos, no nos pagan), reza el New York Times del 4 marzo.
En EE. UU. no existe una obligación legal de pagar a los empleados ausen­tes por enfermedad: de acuerdo con los acuerdos entre empleadores y sindicatos, que varían según los Estados, son las empresas las que pagan a los empleados la baja por enfermedad, que luego es devuelta por el Estado a través de créditos fiscales. Según el Departamento de Trabajo, en el sector privado solo el 73% de los asalariados tienen baja por enfermedad: son excluidos unos 35 millones. Además, más de 27 millones de personas no tienen seguro de salud (US Census Bureau). Son millones las personas que quedan sin ingresos si contraen el coronavirus.
Cuando antes que el republicano Ronald Reagan, el presidente demócrata John Ken­nedy introdujo los recortes de impuestos para impulsar la economía los justificó con la famosa frase: «Una marea alta levanta todos los barcos». Es decir: la expansión económica favorece a todas las clases. Lo contrario sucede en las crisis: si abandonas el puerto y te adentras en la tormenta en alta mar, estás mejor equipado con grandes yates que con pequeñas barcas.
Según un análisis del Pew Research Center el 21 de abril, el 43% de los americanos han perdido sus puestos de trabajo o visto reducido su salario debido al coronavirus. Es particularmente golpeada la franja de asalariados de entre 30 49 años.
El Pew Research Center define las familias de renta baja como aquellas con menos de 37.500 dólares al año, de renta media a las de 37.500 a 112.600 dólares y de renta alta a las que superan los 112.600
dólares. ¿ Cómo se utilizará la liquidez monetaria dada a las familias por el Con­greso? Para la misma fuente, el 71 % de las familias de renta baja lo gastará en la compra de bienes de consumo esenciales, frente al 49% de las familias de renta media y el 34% de las familias de renta alta. Este último utilizará el 49% de la liquidez provista por el gobierno para aumentar sus ahorros o pagar deudas.
En toda crisis hay quien se aprovecha y quien pierde. Con la intervención del gobierno, parte de la base electoral de los dos partidos evitará desplomarse en las clases más bajas y otra parte fortalecerá su posición financiera.

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