El cofre minero del Congo desde el reparto europeo al ascenso chino

Con 2,3 millones de km cuadrados de superficie, equivalente al 54% de la superficie de la UE, y una población de unos 100 millones de habitantes, la República Democrática del Congo (RDC) es un gigante continental y demográfico africano. Por la abundancia y variedad de sus recursos mineros ha sido definido como un «escándalo geológico» y, por ello, ha jugado un papel estratégico en dos conflictos mundiales imperialistas. 
Joseph Désiré Sese Seko Mobutu (1930-1997) llegó al poder en 1965 con un golpe, al final de una feroz guerra civil y de una lucha de poder con rasgos casi shakesperianos. Durante treinta años de régimen de partido único, Zaire, desde 1997 República Democrática del Congo, ha desempeñado un papel de potencia regional en relación a los equilibrios y a las dinámicas de la Guerra Fría, tanto por la renta de materias primas como por una significativa industrialización, que se encuentra en segundo lugar solo con respecto Sudáfrica. Luego cayó hasta una situación de «corazón de las tinieblas», teatro de masacres étnicas y de intentos de reparto territorial, con el conflicto que duró desde 1998 hasta 2002, cuyos efectos siguen manifestándose hasta hoy, en sus provincias del Sudeste. Es la que va­rios comentaristas han definido la «gran guerra africana» o la «primera guerra mundial africana», puesto que ha implicado, a diferentes niveles, a nueve Estados causando de 2,5 a 4,5 millones de víctimas, en su gran mayoría por efecto de epidemias y carestías.

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