Situación política en el estado español

Vectores ibéricos de la ruta verde del imperialismo europeo

La Nueva Ruta de la Seda es el gran plan de proyección imperialista de China al que Estados Unidos y la UE ambicionan responder con instrumentos propios, todavía objeto de discusión, asociados a los Recovery plan post pandemia. 
España sigue consumiendo enormes energías alrededor del ombligo de sus propias rencillas internas. El 4 de mayo, en las elecciones regionales en Madrid, la popular Isabel Díaz Ayuso, paladín del "partido del PIB" y de la oposición al gobierno central del socialista Pedro Sánchez, aspira a volver a confirmar su presidencia, pero también a acreditarse como la unificadora de la derecha. Esta batalla, que puede tener consecuencias importantes para la estructura política y territorial, se combate mientras comien­za una cuarta oleada de Covid-19, de la cual ya se han registrado oficialmente 77 mil víctimas, y con el triste récord de Madrid, metrópolis europea con el mayor aumento de mortalidad entre la población de más edad. 
A pesar de una situación interna muy complicada, la cuarta economía de la UE está implicada en la contienda imperialista entre las máximas potencias, y no solo de manera pasiva. 

Plan África 

A finales de marzo, Sánchez presen­tó el "Foco África 2023", un programa de iniciativas para la legislatura actual, enmarcado en el III Plan África lanzado en 2019. 
Sánchez subraya que su ambición es la de «convertir esta década en la década de España en África», concentrándose en inversiones económicas con participación pública y privada, dirigidas sobre todo a las «energías sostenibles», «infraestructuras» y «transformación digital». Raimundo Robredo, director general para África del gobierno y coredactor del documento, precisa que «España no transformará a África, pero puede contribuir a su transformación». El plan incluye también el «desarrollo de la capacidad militar en los países de la costa occidental de África y del Golfo de Guinea y el fortalecimiento de la participación española en las acciones de la UE en el Sahel». 
El documento explica que se trataría de «dirigir la acción de la Unión Europea» y no de Madrid unilateralmente, pero con «mecanismos de coordinación y de defensa de la estrategia y de los intereses españoles en la UE». 
También sobre el terreno económico está previsto el apoyo de «fuentes de financiaciones UE y multilaterales», como el nuevo "Instrumento de vecindad, cooperación al desarrollo y cooperación internacional" introducido en el balance plurianual de la UE (80 mil millones de euros en siete años, 29 de los cuales para el África subsahariana), pero sobre todo el Banco Europeo para las Inversiones (BEi).

Global green deal 

Werner Hoyer, director del BEi,. y Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión, una semana antes del anuncio de Sánchez han lanzado desde la tribuna de Project Syndicate la concreción del Global green deal (Pacto verde global) de la UE. Se tendría que sostener la "descarbonización" de la economía «más allá de las fronteras» de la UE: «desde programas de electrificación verde en África y proyectos de descarbonización industrial en Asia, al desarrollo de las baterías en América Latina», en el cual el BEi se compromete a invertir nada menos que un billón durante la próxima década. 
Y a en enero, preparando esta iniciativa, el catalán Josep Borrell, Alto Representante y Vicepresidente de la Comisión, junto a Hoyer había subrayado que el propósito era evitar que «la creciente demanda energética en África y en algunas zonas de Asia sea satisfecha por nuevas plantas a carbón o gas financiadas por China o por otros actores». A pesar del paripé verde, está clara la intención de competir en la partición de la tarta africana. 
Una Ruta Verde de la UE, por lo tanto, en la cual los grandes grupos españoles compiten entre sí y con los grupos europeos, para ser vectores de esta proyección en África y más allá, para confrontarse no sólo con la Nueva Ruta de la Seda de China. 
El diario de Barcelona La Vanguardia reflexiona sobre el hecho de que España «se va a encontrar con otros actores en el tablero de ajedrez áfrica no: además de Estados Unidos, el Reino Unido o Francia, y la gran irrupción del gigante chino, otros países como Rusia, Brasil, India y Turquía intentan abrirse un camino en África». 



País "puente" 

España ofrece su condición de «país bicontinental», puesto que tiene dos millones de ciudadanos en territorios africanos con soberanía española, como las islas Canarias y los enclaves de Ceuta y Melilla; mantiene relaciones arraigadas a nivel político y económico, y también relaciones especiales sobre los temas migratorios, además de una discreta presencia lingüística en las excolonias ibéricas, compartida con Portugal, que intenta extenderse. 
Son elementos de los que Sánchez ha querido presumir en su reciente gira por Angola y Senegal, para mostrar que la Península ibérica ya es un «puente» entre Europa y África. Y, por tanto, emular el papel jugado en América Latina, con la que la relación es todavía más intensa, con varios campeones nacionales ya posicionados, como Iberdrola (energía), Telefónica y ACS (construcciones). 
El Economista indica asimismo que los grupos españoles están en primera fila en Estados Unidos para interceptar las inversiones de las nuevas participaciones anunciadas por Joe Biden, en particular en los sectores de las energías renovables y en las grandes obras en infraestructuras, donde en 2019 las españolas reforzaron «su dominio sobre una cuota el 31,3% de los ingresos para las obras en las que participan contratistas internacionales». Entre 2015 y 2020 «team guiados o integrados por grupos españoles y o sus filiales obtuvieron proyectos en el país por valor de 43,8 mil millones de dólares». 
Paradójicamente, precisamente esta fuerza los convierte también en objeto de la contienda. Según el diario financiero holandés Het Financieele Dagblad, grandes grupos estatales chinos, como China Three Gorges o Shanghai Electric, 
«parecen haber empezado una expansión en España donde además de Iberdrola hay muchas pequeñas y medianas empresas que tienen expertise internacional. Es lo que las vuelve atrayentes»

¿Un viraje histórico? 

La propuesta de euroatlantismo activo de España no la vuelve inmune a sus propias debilidades internas, pero el de safio consiste en ver si y en qué medida Madrid va a superar sus propios desequilibrios históricos. 
Arrigo Cervetto en este periódico ("La Spagna nei rapporti tra le poten­ze", octubre de 1975), un mes antes de la muerte del dictador Franco, observaba: «España pasa del puesto 16 al 12. Se ha convertido en una potencia mediana capitalista y su peso económico influye en la balanza europea. Se convierte cada vez más en un elemento de las relaciones entre las potencias. Puede desplazar estas relaciones, pero no de manera determinante». 
«La cuestión fundamental para la burguesía española [es] la transición de una forma de Estado a otra», deseada con fuerza por Alemania, por la cr­cciente integración económica de España en Europa. Sin embargo, «mientras una parte del capitalismo industrial ha estrechado aún más sus vínculos económicos con la CEE, nuevos centros industriales, creados por el capitalismo estatal, se han formado además de los tradicionales del Norte y de Cataluña. Se han intensificado así las tendencias a la expansión del intercambio con Estados Unidos y el Norte de África, que mantienen una postura diplomática diferente de la de Alemania y de la CEE». 
La CEE se impuso y el desarrollo capitalista africano contribuyó a romper los vínculos coloniales de España y de Portugal. Ambos aceleraron las transiciones a la democracia, en tiempos de modos que no tuvo a Estados Unidos entre sus mayores patrocinadores, pero que les permitieron una rápida integración europea. 
Esa contradicción volvió a aparecer durante los gobiernos populares de José María Aznar (1996-2004), intérprete de una posición más atlantista. Madrid entró en el euro, aunque su proyección externa en la guerra en Irak al lado de Estados Unidos, alejándola del eje renano, evidenció un desequilibrio en parte compensado con el nuevo gobierno del socialista Zapatero. En ese momento, pensamos que «el viraje español» había sido también «una vuelta a la influencia determinante del ciclo político europeo» ("Repentino al lineamento di Madrid all 'asse renano", marzo de 2004 ). 
Hoy en día, España sabe perfectamente que no es «determinante»; y que la proyección en África es posible precisamente gracias al desarrollo de ese continente y por la plena y más madura integración de Madrid en la UE. Con su papel aún limitado en el embrión militar europeo, que pretende elevar (por ejemplo con la dirección de EUTM-Mali en el Sahel), mantiene también un fuerte vínculo con Estados Unidos a través de la OTAN, a pesar de que Trump creara problemas en el Sáhara Occidental con los acuerdos de Abramo. En resumidas cuentas, lo que ambiciona es «desplazar estas relaciones» para su propio beneficio, compitiendo las demás capitales de la UE como vector de su Vía verde. 

Las mcognitas del NgEu 

En este sentido, generalmente se subrayan en ámbito comunitario los esfuerzos hechos en el programa de inversiones y reformas a presentar a Bruselas para acceder a los fondos del Next Generation EU (NgEu), cuya necesaria ratificación por parte de todos los miembros de la UE, sin embargo, es objeto de una todavía no resuelta batalla política. Acelerar la reestructuración energética y digital interna facilitaría objetivamente la proyección de sus grupos. Obviamente, está implicada igualmente la campaña sobre las vacunaciones, en la que España está en buena posición dentro de la UE. 
Por otro lado, permanecen abiertas tanto las incógnitas sobre las vacunas como algunos capítulos del plan de reformas (pensiones, mercado de trabajo y fiscalidad), y también el plan de recuperación suscita algunas perplejidades. 
El director adjunto de El País, Xavier Vidal-Folch, ironiza sobre la multiplicación de «infinitos proyectos» a realizar con «dinero limitado». La Vanguardia, aunque se declare a favor de los planes del gobierno, considera que el problema principal es el hecho de que su realización «recaiga sobre políticos y funcionarios sin mucha experiencia, al menos en su mayoría, en la gestión y ejecución de grandes proyectos que requieren en principio una elevada capacidad técnica empresarial». Análogas reflexiones pueden ser válidas para los grandes planes de proyección externa. 
En todo caso, está claro que los asalariados pueden permitirse cada vez menos ignorar la dimensión internacional de las luchas entre las clases y la necesaria unión del proletariado, que es su consecuencia, mucho más allá de la Península ibérica y las fronteras estrechas de las pequeñas autonomías. 


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