El rearme europeo incentivado por la guerra de ucrania

Las divisiones dentro de Europa, acentuadas durante el cuarto mes de la guerra en Ucrania, recuerdan las que se habían manifestado en 2003 entre los países de la Europa oriental, báltica y nórdica, favorable a la guerra en lrak y una Europa agrupada alrededor del eje franco-alemán que se oponía a dicho conflicto bélico. Esta división acabó por congelar los planes de defensa europeos en las dos décadas siguientes. 
Le Monde habla de una «inconfesa­ble euforia» de una parte de la Administración estadounidense que sueña con un «debilitamiento duradero de Rusia» (10 de mayo); al mismo tiempo, en la prensa flota en el aire la sospecha de que esta euforia esté motivada también por el sueño de dividir a Europa y de que se vuelva a producir el escenario de 2003. El eje franco alemán querría evitarlo y, al parecer, intenta utilizar la dinámica impulsada por el regreso de la guerra en Europa para dar pasos adelante en el rearme europeo y en la centraliza­ción institucional. Sin embargo, dada la amplitud de este rearme, con respecto a 2003 la iniciativa renana esta vez podría encontrar mayores dificultades para pre­sentarse como una oposición pacífica. 

Divisiones europeas

En una entrevista en el New York Ti­mes del 18 de mayo, Kaja Kallas, presi­denta de Estonia, declaró que «la paz no puede ser el objetivo final» de la guerra en Ucrania, refiriéndose al sufrimiento padecido por su país tras el final de la Segunda Guerra Mundial. «No veo otra solución sino una viccoria militar que podría poner fin a todo esto de una vez por codas»; de lo contrario «habrá una pausa de uno o dos años, luego codo se­guirá como anees». Por su parte, en la Bild del 9 de junio, el presidente polaco Andrzej Duda acusaba a Emmanuel Macron y a Olaf Scholz de condescendencia con Vladimir Putin, al seguir en contacto con el presidente ruso. Duda invitaba a no tener miedo del «chantaje» nuclear ruso: «El potencial nuclear de la OTAN y del mundo destrozaría a Rusia. Es un peligro para el mundo, aunque también Putin y Rusia lo saben». La historia centenaria de los respectivos paises (Estonia y Polonia), que fueron objeto de reparto entre las potencias, junto con su experiencia personal y familiar de lucha con­tra Rusia,. se ve reflejada en las declaraciones de los dos líderes. 
En cambio, el 4 de junio, en una en­trevista para la prensa regional francesa, Macron declaró: «No hay que humillar a Rusia, para que el día en que se acaben los combates se pueda construir una vía de escape mediante los canales diplo­máticos». Por su lado, Scholz es mucho más esquivo, y describe así en el Bun­destag el objetivo de la guerra en Ucra­nia: «Rusia no puede ganar, Ucrania debe seguir existiendo» (19 de mayo). El cancillerse defiende de las criticas segun las cuales estaria retrasando las entregas de armas a Ucrania, diciendo que Alemania hace tantos esfuerzos como sus aliados y que se debe evitar que la OTAN se vuelva cobeligerante. Pero sus argumentos no convencen del todo a los detractores. 

El debate alemán 

Die Zeit le reprocha al canciller una falta de claridad que alimenta la sospe­cha de que Alemania no esté ayudando bastante a Ucrania, en el intento de em­pujar a Kiev a que acepte concesiones a cambio de ·un rápido alto el fuego. «No tiene que decir necesariamente que Ucrania debe ganar, aunque debería decir claramente lo que quiere» (2 de junio). Der Spiegel lamenta: «La ruptu­ra en la política exterior -anunciada por Scholz el 27 de febrero durante su famo­so discurso sobre el Zeitenwende (cam­bio de época)-no ha tenido consecuen­cias hasta ahora». El periódico semanal reconoce que, «cuando Alemania, el gi­gante en medio de Europa, se mueve, las ventanas de codo el continente se echan a temblar» y que durante mucho tiempo esto no ha hecho presagiar «nada bue­no». Sin embargo, esta vez «el coloso debe moverse» (11 de junio). Contra­riamente a lo que escribe Der Spiegel, el Zeitenwende anunciado por Scholz ya ha tenido una gran consecuencia: el Bundestag y el Bundesrat han aprobado por amplia mayoría el fondo especial de 100 mil millones de euros para las fuerzas armadas alemanas. Pero también sobre este punto se escuchan críticas: Frankfurter Allgemeine Zeitung denun­cia la ausencia de un «concepto gene­ral» en base al cual gastar este dinero. El periódico conservador concluye que el fondo de 100 mil millones «no puede sino ser un comienzo» (7 de junio). 
En realidad, la creación del fondo especial para las fuerzas armadas demuestra que Alemania sí se está moviendo. Sin embargo, es normal preguntarse si la ambigüedad de Scholz no es una elec­ción adrede para poder moverse sin que «las ventanas se echen a temblar». 
Una voz imponante que apoya al canciller socialdemócrata es la de Ange­la Merkel. Seis meses después del final de sus dieciséis años de "reinado" como canciller alemana, ha vuelto a la escena pública. En una intervención en el teatro Berliner Ensemble, transmitida en directo por televisión, ha expresado su confianza en el gobierno actual. Merkel ha aprovechado para defender su política hacia Rusia. «Europa y Rusia son vecinas,no podemos ignorarnos completamente. Tampoco va a ser posible en el futuro». De esta forma, legitima el hecho de no haber interrumpido nunca los contactos con Moscú. Justifica su rechazo de la adhesión de Ucrania a la OTAN en 2008 afirmando que Putin lo habría considerado «una declaración de guerra». En cuanto a su implicación en las negociaciones para los acuerdos de Minsk, considera que estos han tenido el mérito de haber dado a Ucrania siete años de relativa calma durante los cuales el país ha podido reforzarse. 
La ex canciller cristiano demócrata ha rechazado las acusaciones de ingenuidad para con Rusia, subrayando que tras la anexión de Crimea en 2014 apoyó las sanciones contra Moscú y aumentó asimismo el presupuesto militar de Ale­mania de 32 a 50 mil millones de euros, un nivel similar al francés y al británico. Merkel ha añadido que habría deseado ul­teriores refuerzos, incluida la ac;!quisición de drones armados, pero que estos habían sido bloqueados por el panner de su coali­ción de gobierno, el SPD. Para Le Monde esta sería una manera de decir que «el se­ñor Scholz, prometiendo a finales de fe­brero que Alemania alcanzará el umbral del 2%, prácticamente está haciendo tan solo lo que ella misma hubiera querido» (11 de junio). Merkel concluye afinnando que, ahora, contra Rusia se tendrá que usar la disuasión militar: «Es el único len­guaje que Putin entiende». 



Fuerza motriz alemana

La solicitud de adhesión a la OTAN por parte de Suee:ia y Finlandia ha sus­citado comentarios acerca de una OTAN más "báltica" y del hecho de que Estados Unidos esté adquiriendo mayor importancia en la seguridad de Europa. Por otra parte, los eventos de las últimas semanas en Dinamarca y en los Países Bajos, dos países de tradición claramente atlantista, muestran la fuerza de polarización de la aceleración alemana en defensa. 
En Dinamarca, el gobierno de mino­ría del primer ministro socialdemócrata Mette Frederiksen ha obtenido un "com­promiso nacional" entre cinco partidos. Han apoyado el aumento del gasto militar hasta el 2% del PlB para 2033 y han apo­yado también la campaña para suprimir la reserva danesa sobre la cooperación militar europea. En el referéndum del 1 de junio, la abolición de la cláusula de exclusión ganó con el 67% de los votos.
El mismo dia del voto danés, el go­bierno neerlandés anunció un aumento del 40% del presupuesto militar en los próximos años, para alcanzar el 2% del PIB en 2024-25. La Haya, que ya posee una brigada integrada con Berlín, mostró en esta ocasión su ambición por profun­dizar la integración con las fuerzas ar­madas de los otros países, en particular con el ejército alemán. Kajsa Ollongren, ministro de Defensa del partido social­liberal D66, declaró que: «En el cuadro final, [ el ejército de tierra] está integrado completamente. Y no importa quién tiene una bandera neerlandesa o alemana en la manga. Hay que obrar conjuntamen­te». El periódico popular de derechas De Telegraaf ve con buenos ojos el aumen­to del gasto militar, aunque se pregunta: «¿Y si los Países Bajos quisieran partici­par en una misión y Alemania no?» (2 de junio). Este es precisamente uno de los cabos sueltos en el proceso de centraliza­ción institucional europea. 

Rearme europeo 

El 9 de mayo, Macron puso en mar­cha este proyecto, en la ceremonia de cierre de la Conferencia sobre el futuro de Europa. El 9 de junio, el Parlamento Europeo reiteró su petición al Consejo de convocar una Convención constitu­cional, activando así el procedimien­to de modificación de los tratados. En apoyo a las conclusiones de la Confe­rencia presentadas por Macron, en la resolución adoptada el Parlamento pide que se acaben los poderes de veto y que se atribuyan mayores poderes a la UE en los sectores de defensa, sanidad, energía y de las políticas socioeconó­micas. La cuestión de una reforma de los tratados está ahora en las manos del Consejo europeo. 
Con la creación de una Fuerza de Reacción rápida de 5.000 hombres, con motivo de la aprobación de la "brújula estratégica" por parte del Consejo eu­ropeo el pasado marzo, y con el envío de armas a Ucrania, la UE ya había dado pequeños pasos hacia la direc­ción indicada por Merkel. Pero no se detuvo ahí. En la cumbre de Versalles del 10 y 11 de marzo, los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea encargaron a la Comisión que llevara a cabo un análisis de las carencias de inversiones en materia de defensa y de presentar iniciativas «para reforzar la base industrial y tecnológica de la de­fensa europea». El 18 de mayo, la Co­misión presentó su análisis, detectando carencias de gasto, industriales y de capacidades. En dicho análisis, se pue­de leer: «Por efecto directo de la inva­sión de Ucrania por parce de Rusia, los Estados miembros ya han anunciado incrementos de sus presupuestos para la defensa de casi 200 mil millones de euros adicionales en los próximos años». Sin embargo, vistos los «recor­tes considerables y [las] graves subin­versiones» de los últimos años, la UE sigue estando muy por detrás. «Desde 1999 hasta 2021, el gasto combinado de la VE para defensa aumentó del 20%, respecto al 66% en Estados Uni­dos, al 292% en Rusia y al 592% en China». Así pues, la Comisión pide un aumento del gasto militar y anuncia la creación de una «task force para la adjudicación conjunta en defensa». 
La Stampa afirma que, actualmente, solo el 11 % del gasto militar de la UE se efectúa mediante «inversiones cola­borativas» y que Bruselas se propone llegar al 35%. El País añade que lo más urgente, según la Comisión, sería or­ganizar la adquisición conjunta de mu­niciones, «al igual que se hizo para la vacuna concra la Covid» (13 de mayo). Coronavirus y guerra, se cierra el cír­culo: he aquí que los grandes planes de intervenciones estatales puestos en marcha durante la pandemia secular se trasforman en programas de rearme.



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