Nervios frágiles



Diez por ciento. A fin de cuentas, en Holanda esta es la fuerza que ha mostrado interés en las urnas por el partido racista de Geert Wilders: una décima parte del electorado. La montaña parió un ratón. El hecho es que su política tiene los nervios frágiles. Los acontecimientos del Brexit y de la victoria de Donald Trump en los Estados Unidos han sacudido la opinión liberal hasta perder el sentido de las proporciones; sus editoriales han pasado de las lamentaciones sobre la catástrofe de Occidente al exceso opuesto, y una jugada de dados electoral se ha convertido en la sublevación de Europa contra el populismo xenófobo y euroescéptico. Sin embargo, los datos básicos del nuevo ciclo político siguen intactos. Los problemas son el declive atlántico y la nueva fase estratégica marcada por Asia y por China, que sacuden las condiciones materiales y psicológicas en las cuales durante décadas han prosperado las familias de varias rentas, se ha difundido la patrimonialización de masas, y se han infiltrado en el parasitismo de la madurez imperialista vastos estratos intermedios. Las viejas certezas ya no volverán y esto marcará, profundamente y durante mucho tiempo, los sentimientos de las clases y sus reflejos políticos. 


En una Italia a la vanguardia de la superficialidad, todo eso ha ocurrido por adelantado y con los rasgos grotescos y tragicómicos de una tradición canallesca. Disfrazada en la payasada ideológica de una "sociedad civil" que quisiera quitarse de encima una "política" corrupta, la ilusión de preservar los viejos refugios protegidos, un gasto social como un colador recortado para la clase media, las tutelas para la pequeña burguesía, los puestos y los puestecillos públicos, los favores de Estado y los privilegios fiscales que han hecho subir la deuda por encima del 130% del PIB, todo eso se traduce en un transformismo de masas que parece no poder acabar nunca. Desde hace un cuarto de siglo, el viejo sistema de los partidos interclasistas ya se ha hundido, pero sus bases sociales se han reciclado por turno en Forza Italia, en el PD, en las Ligas, en los Cinco Estrellas, y en otro centenar de formaciones efímeras aparecidas y disueltas en el espacio de algunos talk show televisivos. 

En la carrera insulsa de las riñas televisivas, es difícil incluso encontrar tesis políticas coherentes con las que confrontarse. La ciencia marxista debe dedicarse a otras cosas. Estudia las fuerzas motrices de la contienda internacional, mira hacia la confrontación global de las clases y de las potencias. Es una conciencia comunista que mira hacia el mundo. 

Es bastante usual oír resonar en las viejas metrópolis la alarma por el "peligro amarillo", hoy encarnado por la competencia de los productos chinos gracias. A un coste del trabajo más bajo. En el sentido común, hijo bastardo de los intereses de la burguesía, patronos y asalariados están unidos en esta responsabilidad.
Nuestra visión de clase, en cambio, nos hace distinguir y ver en los centenares de millones de asalariados asiáticos a nuestros compañeros, sometidos a la explotación que enriquece la burguesía de las nuevas potencias en rápido ascenso económico. Un joven proletariado que tiene que hacer y está haciendo sus experiencias de lucha para mejorar las condiciones de vida, partiendo desde los niveles salariales.


La carrera de los salarios asiáticos 

Los datos publicados en diciembre por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre 1.660 millones de asalariados en el mundo, confirman que precisamente en países como China y la India los asalariados tuvieron, en la dé-cada pasada, un crecimiento de los más elevados. Seguramente están a la cabeza de los 1.100 millones de •asalariados del conjunto de los países del G20. 
Entre 2006 y 2015, por lo tanto, pasando a través de los años de la crisis de las relaciones globales, los salarios brutos reales medios chinos se han duplicado ampliamente y los de la India han aumentado un 60% aproximadamente: la irrupción de las nuevas potencias tiene un reflejo en el aumento de la masa de las rentas, también de los trabajado-res asalariados. Mucho más pequeño ha sido el aumento de los salarios en Brasil atenazado por la crisis (alrededor de un 25% durante la década), mientras que en México la dinámica ha sido incluso negativa. Entre los países adelantados, el crecimiento ha sido más reducido: sin embargo, han subido los salarios en Alemania, Francia y EE.UU, entre el 5 y el. l 0%, mientras que han bajado en Japón (-2% ), Italia (-6%) y Reino Unido (7%). Los investigadores de Euro monitor internacional, en cambio, estudian los salarios horarios: los chinos, triplicándose desde 2005 hasta los 3,60 dólares, ya han superado los de Brasil (2, 70) y México (2, 1 0) y se están aproximando a los de países miembros de la Unión Europea de renta media como Portugal (4,50). «Algunos analistas afirman que los aumentos de productividad podrían empujar los salarios industriales [chinos] aún más arriba, por encima de los de otros países de renta media» (Financia/ Times, 26 de febrero). 
Todo esto nos induce a hacer do reflexiones. Primera: la fase ascendente de la socialdemocratización, que el Dragón está atravesando, también conlleva una subida de los niveles salariales y, por lo tanto, un aumento de los costes para las empresas: de hecho, cada vez más a me-nudo se oye hablar de "deslocalización" de China hacia los países del Sudeste asiático. Segunda: aumenta el papel de los países periféricos de la UE, sobre todo en el Este, como una verdadera "China interna", ya con niveles salariales comparables, o incluso inferiores, a los chinos y, por lo tanto, explotables por la burguesía europea en una óptica productiva de dimensiones continentales.


Demografía y salarios

Otro dato que emerge del estudio de la OIT se refiere al trienio más reciente, 2012-2015. En los años en que se salía de la crisis, la diferencia en el crecimiento salarial anual entre los países emergentes y los países adelantados ha ido reduciéndose: si en los primeros el crecimiento ha bajado de 6,6 a 2,5%, en las metrópolis ha subido de 0,2 a 1, 7%; la diferencia se ha reducido, por lo tanto, de seis puntos y medio a menos de uno. 
Seguramente los factores que repercuten en esta dinámica son muchos y remiten a la evolución diferenciada del ciclo mundial. Sin embargo, es cierto que un papel no secundario lo juega la demografía de los países más desarrollados, que está creando agujeros en las generaciones de la población en edad de trabajar: por ejemplo, esto también sostiene los aumentos contractuales obtenidos en estos años por los sindicatos alemanes. Una tendencia que empieza a implicar también a algunos países orientales de la UE.

Levas juveniles reducidas

No parece que los sindicatos italianos hayan prestado la debida atención al fenómeno demográfico, destinado por su propia naturaleza a tener recaídas de larga duración. Federico Fubini, en el Corriere della Sera del 21 de febrero, indica unos datos sobre la reducción de las levas juveniles (menos de 35 años) en los lugares de trabajo italianos: en un cuarto de siglo han pasado del 41 al 22% de la población trabajadora, frente a un aumento de un tercio a la mitad de los "over 45". Los periódicos de la burguesía italiana se alarman, porque entrevén una pérdida de productividad, considerando la fuerza de trabajo de mayor edad menos propensa a aprender nuevos trabajos o nuevas modalidades de trabajo. 
Por cierto, el dato refleja el que una cuota de jóvenes va a engrosar el sector de desocupación intelectual en espera del empleo público. Pero otra cuota va a constituir una nueva ración de técnicos productores, figuras clave en una metrópolis avanza. En cualquier caso, hay que señalar que las  levas juveniles que entran en el mercado  laboral, ya reducidas, no siempre están formadas para realizar actividad productiva. Es el caso que ha emergido del uso impropio de las prácticas, los stage, que se han doblado ampliamente en cinco años: «Tenía que haber sido el primer contacto con el mundo del trabajo y tiempo de formación y, en cambio ha asumido la función sustitutiva de las verdaderas formas contractuales» obviamente a un coste más bajo (Corriere della Sera, 19 de febrero).

Jóvenes e inmigrantes

La tendencia al descenso de las levas juveniles está destinada a repercutir en los años futuros. Por lo tanto, la pregunta que hay que plantearse es: ¿podrá frenar la desocupación y mejorar las condiciones laborales de esas levas? Hay que tener en cuenta que Italia es parte de un mercado mundial de la fuerza de trabajo y, por lo tanto, destino del creciente flujo de trabajadores movilizados por el proceso de migraciones internacionales. Sin embargo, es verdad que ese flujo puede no ser suficiente para cubrir todos los agujeros: en Alemania, por ejemplo, el Instituto para el Mercado de Trabajo (IAB) de Núremberg calcula que harían falta 400 mil inmigrantes por año para conservar desde ahora hasta 2060 el actual nivel de mano de obra; y de 2000 a 2015 la media ha sido de 245 mil (Handelsblatt, 17 de febrero). 
Además, los nuevos inmigrantes necesitan un proceso de formación que requerirá años, donde será programado, sobre todo para poder cubrir papeles cualificados: en Alemania, solo el 18% de los inmigrantes empleados es clasificado como profesional, especialista o experto (Handelsblatt, 2 de marzo).

Una lucha de varias generaciones

La carencia de mano de obra, sobre todo juvenil, es un dato que pesará objetivamente: veremos, por lo tanto, sus reflejos en las formas contractuales y en las dinámicas salariales. La tendencia ha sido adelantada por Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, en la rueda de prensa del 9 de marzo: «Confiamos en que, con el avance del crecimiento económico, las condiciones del mercado de trabajo mejorarán y empezaremos a ver un crecimiento de los salarios». Tomamos nota. Ciertamente sabemos que los resultados dependerán también de la capacidad de los sindicatos de reunir y organizar a las nuevas generaciones de la fuerza de trabajo. Por lo que nos concierne, nuestra atención a los jóvenes asalariados no se limita a la defensa de sus condiciones laborales. Los leninistas miran a la sucesión de las generaciones en la lucha por el comunismo, en la misión de «conquistar nuevas generaciones para el leninismo» (Arrige Cervetto, 1984, Opere, vol. 20): «Si pensamos que las nuevas generaciones son perfectamente adaptables a la putrefacción, entonces tendríamos que pensar también que el capitalismo es capaz de solucionar los problemas actuales; pero esto no es verdad. Y en el mundo hay jóvenes que luchan».
Lotta comunista, 2017