Es posible reconstruir el internacionalismo


PUEDE HACERSE

Los ritmos de crecimiento del ciclo mundial distan mucho de ser insignificantes, pero pese a ello existe una evidente inquietud; se terne una recaída de la economía mundial. En general, preocupa la enorme deuda, incrementada en un 60% con respecto a 2007. Esa inquietud. Además, está alimentada por las posturas proteccionistas y los aranceles de Donald Trurnp y las crisis entre las potencias emergentes, como en Argentina y en Turquía, cuya fragilidad se debe al fortalecimiento del dólar.
Dicho esto, la presión norteamericana sobre China es pesada; Pekín ha devuelto golpe por golpe, pero su potencia está siendo puesta a prueba. La directriz de la Ruta de la Seda empiza a provocar reacciones en Asia; algunos proyectos han sido anulados. Otros revisados, surgen problemas de endeudamiento de los países contratantes difíciles de afrontar. Por ahora la confrontación más grave entre Washington y Pekín se limita a las disputas comerciales, pero nadie ha renunciado a los desfiles armados (buques. aviones. misiles. submarinos) en todo tipo de ejercicios. La CNN ha anunciado un próximo gran ejercicio norteamericana en el Mar de China meridional y en el estrecho de Taiwán, en una escalation que aumenta la tensión en Asia.


Tensiones globales
No hay ninguna parte del escenario mundial que no esté afrontando momentos tempestuosos. En América Latina se acercan tiempos de ásperas contradicciones. Venezuela, con Maduro. Sigue hundiéndose, a pesar de los préstamos chinos con los cuales Pekín se introduce en la zona; Argentina se ha visto obligada a pedir la intervención del FMI. Ahora está Brasil en plena insurrección electoral Jair Bolsonaro, de la extrema derecha brasileña, ha tenido una afirmación inesperada en las proporciones; no sabemos qué salida tendrá ese enorme transformismo de masas.
Las flechas de la política America First de Donald Trump han tocado Europa: ahora está en marcha una negociación sobre los aranceles, pero lo que envenena las relaciones transatlánticas es la ruptura sobre la cuestión nuclear iraní. Con la salida de los Estados Unidos del tratado 5 + I, con Washington que amenaza con represalias contra las empresas y las sociedades que sigan haciendo negocios con Irán. Los europeos han reaccionado. Bruselas está intentando desarrollar un sistema de defensa para los grupos que sigan comerciando con Irán. Pero no sabemos con cuánta eficacia. Sigue abierta una negociación acuciante sobre el Brcxit. Con el impase británico por las divisiones que desgarran a los Tory; parece asomarse una solución transitoria que aplazaría un acuerdo definitivo. Hay un hecho: la nueva fase turbulenta de la contienda ha revelado un retraso europeo con respecto a los desafíos que se han manifestado. 

Desequilibrio europeo, desequilibrio italiano
La eficacia de los poderes europeos, con sus instituciones y sus ideologías, ya no corresponde a las necesidades impuestas por el segundo tiempo de la nueva fase estratégica. Es un rasgo del nuevo ciclo político, con el desequilibrio político" de la Unión Euro­pea que necesariamente implica también a Roma. Es una mutación inédita, que se añade en Italia a una no correspondencia de larga duración; Italia es el único gran país de la UE que ve en el gobierno a fuerzas populistas, soberanistas y racistas. 
Aquí también, como en otras partes, hemos asistido a un transformismo de masa en las urnas, con una particularidad. En el Norte y en el Centro del país amplios estratos de la peque burguesía, estratos intermedios, incluso parte de los asalariados, afectados por la crisis, decepcionados en sus expectativas, preocupados por la perspectiva de un declive, han abandonado los a viejos partidos. Sobre todo, se han acercado a la Lega. Atraídos en gran parte por las promesas de recortes a los impuestos o de impunidad fiscal. El perfil de la seguridad y racista de Mattco Salvini ha hecho lo suyo. En el Sur, estratos sociales históricamente más unidos al estatalismo, se han acercado a los Cinco Estrellas, convencidos de que pueden obtener más transferencias hacia el Sur y abrir para mucha gente el camino del puesto público.

Norte y Sur al descubierto
Estamos metidos de lleno en el impacto de la reestructuración europea sobre una debilidad que la burguesía italiana. Por su propia ineptitud, nunca ha podido superar: el dualismo entre el Norte y el Sur. Sobre todo el país entero, además, la capa del miedo propietario, que pesa sobre estratos sociales tanto envejecidos como muy patrimonializados. Ahora Salvini y Di Maio, unidos en el gobierno, tendrían que garantizar un compromiso que permitiera mantener unidos el transformismo propietario nordista con el transformismo estatalista del Sur, lo cual es posible solo a débito. 
El enfrentamiento con la Unión Europea y la presión de los mercados marcarán los próximo meses; una ulterior subida del spread podría fácilmente provocar la crisis de algunos bancos.-Si luego se extendiese por los mercados la duda sobre la solvencia del Estado italiano podría abrir e una crisis catas­trófica. Las posibilidades de un compromiso europeo existen, las declaraciones de Mario Draghi, algunas menciones de Ángela Merkel y del propio Pierre Moscovici hacen pensar en una posible disponibilidad en Europa al enésimo «descuento mediterraneo». 
En el gobierno se han convencido de que Italia es "demasiado grande para dejar que quiebre··. Y han decidido, como buenos listillos, forzar el chantaje de su debilidad hasta el extremo: una postura que es, al mismo tiempo, aventurera y de imperialismo pordiosero. Es lógico pensar que un compromiso con Bruselas tranquilizaría los mercados; en caso contrario, escribimos en mayo refiriéndonos a Salvini «untes o junto a una crisis catastrófica italiana estará la crisis de su gobierno». 

Una campaña internacionalista
Incluso al buscar una maniobra de diversión propagandística, al mismo tiempo, sin embargo, el gobierno ha decidido difundir los venenos de la xenofobia y del racismo, avivando los temores propietarios. Hemos combatido siempre toda discriminación, pero la acción del gobierno del miedo y del racismo ha requerido un empeño extraordinario. Durante las pasadas semanas nuestras asociaciones se han ocupado de una campaña política intensa, que se ha concluido, en todas partes, con iniciativas públicas; en Génova, Milán y Turín tres manifestaciones han atravesado el centro de las ciudades y han terminado con mítines internacionalistas. 
Estas iniciativas merecen una reflexión, tanto por su participación inédita, como sobre todo por su significado político. En el Norte, en el Triángulo, desde siempre nuestras banderas internacionalistas están en las plazas en ocasión del Primero de Mayo. Sin embargo, estas manifestaciones son históricamente competencia de los sindicatos, y es justo que sea así: si luego los sindicatos en muchas situaciones abdican de dicha tradición, es otro cantar. Pero hay que preguntarse desde hace cuántos años faltaban en esas plazas manifestaciones y mítines inequivocablemente internacionalistas, con lemas que denunciasen sin ambigüedades al gobierno y reivindicasen la unidad de clase.

Milán 1925 
Pues bien, en Milán la última vez fue en 1925, hace noventa y tres años. Fue una manifestación organizada para la tarde y la noche del domingo 22 de marzo de 1925, con muchos participantes y que, según dicen las crónicas, se amplió hasta las calles adyacentes. El orador oficial fue Amadeo Bordiga, ya enemistado con el ejecutivo del Partido Comunista de Italia y con la internacional. Fue una manifestación internacionalista contra el gobierno y, por lo tanto, contra el fascismo. Al mismo tiempo fue también una feroz denuncia de la contrarrevolución estalinista que ya estaba en aumento: tras esa iniciativa, el Ejecutivo del PC"d"I disolvió el Comité de Milán; la prueba de ello está en el volumen de las ediciones de Lotta Comite de Milan en memoria de Bruno Fortichiari. 
Para volver a ver en la plaza en Milán las banderas auténticas del internacionalismo, no las falsificaciones del estalinismo o el intervencionismo de izquierda de los mitos tercermundistas, hemos tenido que esperar a la tarde del domingo 30 de septiembre de 2018, esta vez en Plaza de la Scala. Precisamente han pasado noventa y tres años. 

Turín 1922, Génova y Savona 1920
En Turín Ordine Nuovo del 15 de octubre de 1922 da la noticia de una «manifestación de más de 400 comunistas y simpatizantes» que en el barrio popular Barriera de Nizza celebraban la Rusia de los Soviet y la III Internacional. Han pasado desde entonces noventa y seis años. Luego estará el intento de un mitin comunista, donde habló Ruggero Grieco en 1924 en Piazza Statuto, pero la manifestación fue disuelta por las escuadras fascistas. 
En esa época, Génova era más estrecha, todos los barrios actuales del Poniente industrial eran municipios propios, y además Génova era una plaza del reformismo. Los comunistas genoveses hacían referencia a Savona. Ahí tuvo lugar la última manifes­tación internacionalista significativa: era el Primero de Mayo de 1920. Las crónicas de entonces hablan de un tren con mil trabajadores del puerto de Génova y de una manifestación imponente en la cual participaron. Según el cronista. 10.000 personas. Concluyó el mitin Errico Malatesta, rodeado, según las crónicas. Por «un centenar de comunistas-anarquistas». 
Ahora bien, a finales del pasado mes de septiembre, casi un siglo después, han vuelto al centro de Milán, Turín y Génova las banderas internacionalistas, enarboladas por millares de trabajadores de las más diferentes nacionalidades, por asalariados de los más diferentes oficios. Casi un siglo de ausencia del internacionalismo de esas plazas nos habla de la profundidad de la derrota del movimiento obrero en los años Veinte y del retraso histórico acumulado por el partido revolucionario. Al mismo tiempo, nuestras manifestaciones dicen claramente que ese retraso puede ser remontado. El camino aún es largo, avanzamos sin ninguna pretensión triunfalista, con el lema de Lcv Trotsky:«ni reír ni llorar». Sin embargo, hay un hecho que está claro: se puede reconstruir el internacionalismo, es realmente posible introducir en el corazón de la Europa imperialista un partido sobre el modelo bolchevique. Por esto es por lo que luchamos. 
Contemporáneamente a nuestras manifestaciones se han desarrollado otras dos iniciativas: un mitin del PD en Roma y una especie de happening en el Arengario de Milán, promovido por la gauche naranja milanesa, la que votó a Pisapia para el Ayuntamiento. 

Las plazas de su política
Una plaza, en Milán, que claramente quería dialogar con la del PD en Roma, y posiblemente también pesar sobre su debate del congreso. Por lo que vale, en cifras la participación de las dos plazas del oportunismo y de nuestras plazas de clase ha sido totalmente equivalente. La composición es diferente: casi ausentes en Roma los trabajadores inmigrantes, totalmente ausentes en el evento de la en gauche su incurable naranja en Milán. Parlamentarismo Sospechamos no les entusiasmó dejarse ver cogidos del brazo pueden con los "negros". Que de todos modos no pueden votar: Temen asustar a la gente y perder votos, y algunos de ellos en voz baja, no lo han ocultado. En todo caso e poco comprensible el comportamiento de la dirección de una CGIL que, además carece ampliamente de afiliados:¿dónde piensan reanimar organizaciones envejecidas, si no se dirigen también al trabajo inmigrado que en el Norte está de tinado a pesar por más de un tercio del total?

Sin embargo, no hay que olvidar que en Italia hay otras plazas por lo tanto otras fuerzas con las cuales la confrontación es más difícil. Esta la plaza de la Lega de Salvini. Hemos conocido las plazas de Beppe Grillo, a media Kermesse y a medio mitin: esas también eran plazas abarrotadas. Además hay una quinta plaza potencial. La católica, seria seguramente que en caso de que llamaran con sus campanas seria seguramente la más imponente. Todas estas plazas son las plazas de su política, las plazas del parlamentarismo, las únicas plazas que los media y las redes sociales ven: en su mundo, donde intentan condicionar, influenciar, mover unos votos, a veces hasta por encargo.

Sin embargo, hemos demostrado que. así como hay otra política. También hay otra plaza que no mira a los votos sino al mundo. Una plaza que no lucha por unos derechos confusos y contradictorios del individualismo de masa, sino por la unidad y la autonomía de la clase obrera en su conjunto, sea cual sea su color, etnia, religión. Una plaza internacionalista, cuya bandera es primero los proletarios; una plaza que lucha por la paridad salarial, por la seguridad social para todos, por la paridad de las condiciones de trabajo para todos los trabajadores inmigrantes. Esta es nuestra batalla política  internacionalista: tiene que contribuir a la implantación de un partido sobre el modelo bolchevique en la metrópolis europea.