Espada de Damocles francesa sobre Europa


En Versalles, «lugar elevadamente simbólico de la anterior división de las naciones europeas», señala les Echos, se ha producido una cumbre a cuatro entre Alemania, Francia, España e Italia. El encuentro ha presentado en la Europa de varias velocidades la fórmula para un relanzamiento del continente en el 60º aniversario de los Tratados de Roma. Observa El País que el momento es «especialmente simbólico», muy cerca de la puesta en marcha formal del Brexit y en vista de las presidenciales franceses.


Célula germinal 

La cumbre ha evidenciado la exigencia de un avance en el terreno de la defensa y de la seguridad, acogiendo la decisión de los ministros de Asuntos Exteriores euro-peos de crear una unidad común de mando y de planificación militar, con sede en Bruselas. Nicolás Busse, en la Frankfurter Allgemeine la define «una célula germinal de una política de defensa europea independiente», en respuesta al Brexit y al América first de Donald Trump. 
En este marco de seguridad europea se tienen que colocar las iniciativas de la canciller alemana en África: en Níger, Mali y Etiopía en octubre, y recientemente en Egipto y Túnez. Tras la crisis ucraniana, donde Berlín había asociado a París en los acuerdos de Minsk, en un área de tradicional influencia alemana, ahora Alemania expresa la proyección europea en la directriz del Mediterráneo, de histórico interés francés e italiano. El imperialismo europeo negocia para establecer allí campos para prófugos que retengan a los migrantes, ofreciendo de este modo a los miedos reaccionarios y pequeñoburgueses del ciclo político europeo la imagen de una Europa que protege. 
Con respecto a la ruptura experimentada en Europa por la guerra norteamericana de 2003, que anuló los progresos en materia de defensa común, se confirma la renuencia británica y de los países del Este a la centralización europea. La participación en la cumbre de Versalles de España e Italia, que en 2003 siguieron a Washington, mostraría, en cambio, un progreso en la integración de la política exterior y de defensa. Las correlaciones internacionales son incubadoras de este germen: el arco de crisis en el vecindario meridional y oriental, la colisión histórica de los flujos migratorios, las incógnitas de la relación transatlántica, el Brexit, la irrupción de China y las tensiones en Asia. Sin embargo, solo la piedra de toque de una guerra, y la medida de su potencia, podrán verificar la consistencia de este embrión de seguridad europea: en resumidas cuentas, el conflicto de 2003 bloqueó a la UE durante quince años.
El principio de la Europa a varias velocidades, introducido ya en 1997 en el tratado de Ámsterdam, es una realidad de hecho que se manifiesta en la zona euro y en el espacio Schengen. Pero la decisión franco-alemana de hacer de ello el canon explícito del desarrollo europeo suscita inquietud, sobre todo entre los miembros más recientes de la Unión. El Financial Times cita la opinión de Janis Emmanouilidis, del European Policy Centre de Bruselas: « La diferenciación siempre ha sido un medio para ejercer presión sobre los demás Estados miembros»


Atracción gravitacional 

Un editorial del Times, observando que «Europa acelera», ve la oportunidad de mantener el nexo con el continente en un círculo más laxo, pero no abandona la ambigüedad tradicional: «Gran Bretaña sacaría seguramente ventajas de los miembros UE que no solo viajan a velocidad diferente, sino que también se dirigen a destinos diferentes». Londres no conseguirá aprovecharse de las fallas de una Europa a más niveles para resistir. 
La defensa es un terreno en el cual Gran Bretaña, principal potencia militar europea junto a Francia, podría reforzar el vínculo con el continente, a pesar del Brexit. El Reino Unido se ha opuesto hasta ahora a una defensa europea que pueda sobreponerse a la OTAN, pero Busse avisa de que la nueva presidencia americana amenaza con transformar la Alianza atlántica, dentro de la cual Londres reivindicaba un peso determinante.
Janan Ganesh, en el Financia! Times, opina que ya el proceso de salida de la UE ha adquirido una dinámica política que no puede ser detenida. Sin embargo, argumenta que tras abandonar la UE, Londres volverá a entrar en ella: «Esto no es solo posible, es probable. La soberanía es un sueño: la atracción gravitacional de una Europa unificada sobre nuestra nación de medias dimensiones es demasiado fuerte. Lo sabemos porque hemos tenido el periodo que va desde la mitad del siglo pasado para descubrirlo». Ganesh se refiere a la crisis de dos décadas vivida por Gran Bretaña después de la negativa, en los años Cincuenta, de incorporarse a la CECA y Tratado de Roma; crisis que acabó a mediados de los años Setenta con la entrada en la CEE y el préstamo del FMI (1976).

Desequilibrio laborista 

Philip Stephens, pluma europeísta del Financia Times, ve en el Labour de Jeremy Corbyn una de las razones del giro de la crisis política inglesa: «La. Fuerte voz preeuropea del Labour se ha quedado casi sin voz. El argumento socialdemócrata de Europa como escudo contra los excesos de la globalización se ha quedado sin expresar ». El referéndum, así, se ha convertido en una competición entre el primer ministro David Cameron y «los intransigentes euroescépticos en su propio partido». La misma dinámica ha tenido su papel a la hora de forjar la estrategia de negociaciones del gobierno: Theresa May «ha sido dirigida por los ideólogos». Una sólida oposición laborista habría dado más fuerza al papel de reequilibrio del Legislativo, que, en cambio, en la Cámara Baja ha aprobado el artículo 50 sin impugnar las enmiendas de la Cámara de los Lores. Concluye Stephens: «Algunos dicen que la debilidad de Corbyn ha hecho de May uno de los primeros ministros más potentes de los tiempos modernos. Sobre el tema europeo, es verdad lo contrario. La ausencia de una oposición creíble ha dejado al primer ministro prisionero de los de su partido que quieren cortar todos los lazos con su propio continente». 
Sin embargo, este desequilibrio abre más las líneas de falla internas del Reino Unido: Escocia, que en junio votó por tres quintos Remain, ha anunciado la intención de convocar un segundo referéndum sobre la independencia antes de finales de marzo de 2019. Vuelve la advertencia del Financial Times, según el cual el hard Brexit, elegido por el gobierno no expresa el «consenso nacional». Londres está lista para aprovecharse de la división europea pero el Brexit abre fracturas en el Reino Unido que pueden ser utilizadas por la UE.

¿"Crisis de sistema" en Francia? 

Tony Barber escribe en el Financial Times que en Francia parece haber señales de una «crisis  de sistema»: «Por primera vez, es concebible que ninguno de los dos partidos que encarnan las políticas de la Quinta República esté presente en la segunda vuelta decisiva de las elecciones presidenciales, lo que dañaría también sus perspectivas en las elecciones parlamentarias de junio». 
El Partido Socialista, que con el candidato Benoit  amon presenta un programa de gasto público y oposición a la agenda de r estructuración europea, se arriesga a seguir la suerte del Labour británico renunciado a ser fuerza de gobierno y  perder posiblemente la hegemonía en el campo de la Gauche. En la tradición estatalista francesa, el PS expresa con especial agudeza los tormentos de la fase descendente de la social democratización. El intento, en el que se ha desgastado el quinquenio Hollande de federar a la izquierda para que hiciera trasbordo hacia el nuevo paradigma europeo parece fallido, mientras figuras de peso entre los socialistas estudian si apoyar a Macron.
Entre Los Republicanos (LR) el escándalo que ha golpeado a Fillon acusado de haber dispensado generosamente dinero público a su  familiares por trabajos ficticios, ha suscitado un comentario desconsolado de la FAZ: «En los libros de historia que se escribirán sobre la marcha triunfal del populismo de derechas, no se tendrá que omitir un capítulo dedicado a las estupideces de los partidos mainstream». El llamado «Penelopegate», por el nombre de la esposa de Fillon, ha producido una oposición interna entre los LR y el intento de proponer la candidatura alternativa de Alain Juppé. Finalmente el alcalde de Burdeos ha renunciado, apuntando sin embargo una medida de frialdad hacia el hombre de la Sarthe, criticando su «obstinación» y denunciando la radicalización del partido. 
Le Point observa que la fragmentación del sistema de los partidos, sobre todo en el caso. de victoria de Macron, podría volver difícil la composición de una mayoría parlamentaria después de las elecciones legislativas. Cita la opinión de Brice Teinturier, de lpsos: «Un escenario de coalición al estilo alemán, inédito bajo la Quinta República, podría surgir perfectamente». Tomando las distancias de fillon. Juppé se prepara quizás a esta unión. de los progresistas, que al principio había pensado encarnar, a pesar de haber acabado derrotado en las primarias?
La opción centrista ofrecida por Macron ha ganado peso en la prensa francesa con la elección de Framois Bayrou, líder del MoDem, de renunciar a presentarse como candidato y de ofrecer una alianza al candidato de En Marche! Según Franroise Fressoz,  periodista  política  de  le Monde, «la elección de Bayrou se basa en la certeza que desde hace años se está fraguando una recomposición política, y que ahora ha llegado a la madurez». Macron y Bayrou «se han  persuadido de que la tradicional división entre la izquierda y la derecha ya está ofuscada por una oposición más estructural sobre la mundialización y sobre el papel de Francia en Europa». «Su apuesta se apoya sobre el hecho de que tanto en el PS como en lR las presas están a punto de ceden».

¿Recomposición política? 

El exdiputado europeo Jean-Louis Bourlanges, entrevistado por Fígaro, da crédito a este escenario, siempre y cuando el macronismo no sea el nuevo rostro del hollandismo: «Macron tiene que alejar el espectro de un retorno al derecha-izquierda. Su éxito descansa en la capacidad de hacer lo que Ha lande nunca hizo: trazar una línea clara entre una gauche de gobierno, es decir de gestión y de reforma, con la cual tiene que empeñarse en una política de modernización del país, y una gauche de contestación, de conservadurismo y de utopía que no lleva a nada. En resumidas cuentas, Macron tiene que traer a la luz a una, izquierda que prefiera la Europa política a la huida precipitada soberanista, la cooperación al choque con Alemania».' 
Gilles Richard, historiador francés entrevistado por Le Monde, observa que este «profundo cambio de la vida política francesa» empezaba a perfilarse ya en los años Ochenta, «cuando el PCF se derrumbaba y el PS renunciaba a "changer la vie" para adaptarse a la mundialización». Avisando sobre los efectos catastróficos que tendría el programa del FN, con la salida del euro, Le Monde evoca «el amargo recuerdo de la devaluación de 1982». La referencia histórica es significativa: la elección de Marine Le Pen representaría la negación y el cambio de la alineación renana realizada por Francois Mitterrand con el viraje de 1983. Escribe el Economist que la votación francesa «podría revitalizar la Unión Europea, o derribarla».